La Mansión Abandonada

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En un pequeño pueblo rodeado por un denso bosque, se dice que hay una mansión abandonada en las afueras. Se decía que aquellos jóvenes que se aventuraban a entrar nunca volvían a ser los mismos. Un grupo de jóvenes que iban de ruta, pararon por casualidad y se decidieron explorar la mansión en una noche oscura.

El viento soplaba con fuerza, haciendo crujir las ramas de los árboles como susurros inquietantes. La mansión se alzaba majestuosa, pero sus ventanas rotas y su aspecto decadente revelaban su pasado turbio. Los jóvenes, armados con linternas temblorosas, cruzaron el umbral de la mansión con nerviosismo.

A medida que avanzaban por pasillos polvorientos y habitaciones sombrías, comenzaron a escuchar susurros que parecían provenir de las sombras mismas. Luces parpadeantes y sombras que se movían se convirtieron en su única compañía. La temperatura descendía bruscamente, envolviéndolos en un frío que les calaba los huesos.

Al llegar a la planta superior, descubrieron una habitación sellada con tablones y cadenas oxidadas. Intrigados, decidieron romper el sello para descubrir el secreto que habia en su interior. La puerta se abrió lentamente, revelando una habitación llena de muñecas antiguas que parecían seguirlos con la mirada. Los ojos de las muñecas brillaban débilmente en la oscuridad.

De repente, las puertas se cerraron con estrépito detrás de ellos, dejándolos atrapados. Las luces parpadeaban, y las muñecas comenzaron a moverse por sí mismas. Un murmullo fantasmagórico llenó la habitación mientras las muñecas avanzaban lentamente hacia los jóvenes. El pánico se apoderó del grupo, y corrieron hacia la salida, pero las puertas están cerradas.

En la penumbra, una figura encapuchada emergió de entre las muñecas. Una risa escalofriante resonó en la habitación, y las muñecas se alinearon en un macabro espectáculo. La figura les advirtió que estaban condenados por perturbar el descanso de las almas atrapadas en la mansión.

Desesperados, los jóvenes buscaron una salida, pero las paredes parecían moverse y cambiar, confundiéndolos en un laberinto macabro. Cada puerta que abrían los llevaba a lugares más extraños y aterradores. Murmullos ininteligibles los acosaban, y sombras oscuras los perseguían.

Uno a uno, los jóvenes fueron separándose del grupo. Cada vez que se perdían de vista, se escuchaban gritos ahogados y susurros siniestros. Aquellos que lograban reunirse nuevamente tenían un brillo de terror en sus ojos, incapaces de articular lo que habían presenciado.

Finalmente, solo quedaba un joven, perdido en los corredores interminables. La mansión parecía tener una voluntad propia, jugando con su mente y manipulando sus miedos más profundos. En su búsqueda desesperada de una salida, llegó a una sala llena de espejos antiguos.

Cautivado por su propio reflejo distorsionado, el joven se acercó lentamente a uno de los espejos. De repente, su reflejo tomó vida propia, emergiendo del espejo con una sonrisa malvada. El joven estaba atrapado en un mundo de espejos, con versiones distorsionadas de sí mismo persiguiéndolo.

La mansión se alimentaba de sus miedos, recreando pesadillas personales en cada espejo. El joven luchaba por mantener su cordura mientras los espejos reflejaban sus peores temores. La risa de la figura encapuchada resonaba en su mente, y las muñecas se asomaban desde los espejos con ojos vacíos y penetrantes.

En un último acto desesperado, el joven rompió uno de los espejos con un objeto cercano. El reflejo distorsionado se desvaneció, y la habitación quedó en silencio. La mansión pareció perder su poder sobre él, y las puertas se abrieron, revelando el camino hacia la libertad.

El joven salió tambaleándose de la mansión, empapado en sudor y temblando. La tormenta había cesado, y la mansión parecía tranquila una vez más. Miró hacia atrás, solo para encontrar la mansión en ruinas, como si nunca hubiera estado habitada.

Los otros jóvenes nunca fueron encontrados. La mansión, aunque en apariencia abandonada, seguía siendo el hogar de fuerzas oscuras que esperaban a aquellos lo suficientemente temerarios para desafiar su maldición. Y así, la leyenda de la mansión encantada persistió en el pequeño pueblo, advirtiendo a futuras generaciones sobre los peligros que aguardaban en la oscuridad.

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