El Oráculo de Karnak

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En un páramo alejado del imperio del nuevo Egipto, Ramsés ll lidera una batalla en Qadesh. El faraón Ramsés II y el Imperio Hitita, gobernado por el Muwatalli II, en la ciudad de Qadesh. Cerca a la frontera de Siria. Fue la mayor batalla de carros de guerra jamás librada, habiendo participado entre 5000 y 6000 carros. Todo era magestuoso. Lo carros Egipto eran más rápidos y podían llevar incluso cuatro caballos. Los carros Hititas son más robustos y pueden llevar a tres soldados. Los hititas atacaron primero y estuvieron a punto de derrotar a los egipcios, aunque gracias al mando de Ramsés II los egipcios lograron contrarrestar el ataque y la batalla acabó en un empate. Tras eso Ramsés II y Muwatalli II llegaron a una especie de tregua. Firmaron la Paz.

Después de recibir las visiones del oráculo de Karnak, un joven egipcio, llamado Amun, descubre que las profecías están entrelazadas con la figura del poderoso faraón Ramsés II. Intrigado, Amun se embarca en una búsqueda para revelar el significado oculto de su conexión con el gobernante. Amun fue hasta el valle de lo Reyes, hablar con los escribas, quería respuesta. Al escriba mayor le cuenta la visión del oráculo, el escriba asustado lo manda fuera. Esto no le desánimo a Amun si no todo lo contrario, Fue hasta el templo de Naos, sabía que allí habia unos escritos antiguos que hablaban de antes de la primera dinastía, "eso es lo que vi en unos de mis sueños". Después de una larga travesía llega al templo de Naos hay una cámara interior, tiene muchas columnas, en esas columnas hay grabados y escritos.

Los jereoglificos aparecían por todo el templo. Techos, paredes, columnas y en alguna partes del suelo tienen símbolos. Despues de verlos bien, los símbolos del suelo suelen ser de los canteros de la zona. Amun estuvo en el templo horas, y antes de que anocheciera lo vio todo en una parte superior de la columna mas pegada a la puerta de entrada al templo. Se quedó de piedra. Le dijo al guardián del templo que tenía que hablar con el oráculo de Naos. El guardián del templo lo mando a los aposentos del bisir. Allí estuvo esperando hasta que se quedó dormido. Un guardia lo despierto. Fueron hasta un templo más pequeño bastante apartado. El guardia le dijo.

—De aquí en adelante no te puedo acompañar, el oráculo no nos deja entrar.

Amun le hecha valor y entra, va por unos pasillos hasta llegar a la sala del oráculo. En medio hay un fuego que está encerrado en un circulo grande. Le dije lo que había descubierto en el templo. Después de que el oráculo lo meditará me dijo lo siguiente.

—Los dioses te escogieron a tí para que le digas al faraón Ramsés ll la visión de tu cometido.

Amun sale del templo sin saber muy bien lo que hacer.

Mientras viaja por las tierras de Egipto buscando respuestas a lo que vio en sus sueños, Amun se cruza con Ramsés II por casualidad durante una ceremonia en el majestuoso templo de Luxor. Ramsés, sintiendo una extraña afinidad con Amun. Amun conocía al escriba del templo de Luxor, concidio con el en el valle de las Reinas, mientras se estaba documentando. El Escriba le dijo hace tiempo que había conocido a un muchacho en el templo del valle de las Reinas, que en una visión hablo con el oráculo de karnak, Ramsés II se quedó pensativo y no le dio mas importancia. Pero Ramsés II al cruzarse con Amun noto algo en su mente, algo que no se explica con palabras. Ramsés II manda que el joven Amun le espere después de la ceremonia. Una vez acaba la ceremonia le hizo ir a sus palacio en Tevas. Amun aunque nervioso le contó todo al Faraón

—Vi tu victoria aplastante contra los Hititas. Pero por tu benevolencia decidiste una tregua, eso beneficia a tu país. Pero esa benevolencia te va a hacer caer, el General de los Hititas quiere hacer un golpe de estado en su país, luego aliarse con los persas y conquistarnos. También vi que si consigues el ábaco del Escorpión y el ojo de Ra conquistaras el mundo.

Amun asustado creía que no le iba a gustar lo que le contó a Ramsés II. Y ese le dijo.

—Vamos a junta del oráculo de karnak.

Una vez allí, el oráculo nos mandó pasar.

—Amun, por lo que veo ya le dijiste al faraón el futuro que le espera, no?

Amun y Ramsés se miran.
Ramsés fue la sala de Osiris a pedir ayuda.

Después del trance Ramsés II sale.

—Amun, ahora eres uno de mis profetas.

Juntos, se enfrentan a desafíos sobrenaturales, consiguen el paradero del libro de Amón. Está en una cuevas en el norte del Líbano. Llegaron a la cueva, entran y hay un pequeño pasadizo que se abre en dos después de un rato se vuelven a juntar, sale a una zona amplia. En el medio un atril de mármol. Antes de que lo cogieramos aparece una araña gigante, consiguimos reducirla y nos llevamos el libro. Ahora Ramsés II gracias al libro podía crear vida. Descifran antiguos jeroglíficos que los llevan a las profundidades del desierto, allí está el arco y las flechas de Horus, allí habia muchas trampas, con astucia y perseverancia conseguimos el Arco y las flechas. Después los jeroglíficos nos llevaron debajo de la esfinge, nunca se había estado antes allí.

Los antiguos constructores no sabían nada de ese sala. Una vez dentro en frente nuestra estaba el ábaco. Una vez en nuestro poder solo nos faltaba el ojo de Ra. todo parecía estar demasiado tranquilo hasta que el ábaco empezó a resonar. Nos llevo a un templo olvidado debajo de las arenas del desierto. Revela la verdadera naturaleza de la profecía. Descubren que la salvación de Egipto depende de la restauración de un antiguo equilibrio entre los dioses y los mortales. En la sala de los menesteres de oráculo del templo. Allí estaba el ojo de Ra. Al cogerlo Ramsés II se volvió imbécil.

En su odisea, Ramsés y Amun enfrentan criaturas mitológicas, despiertan guardianes ancestrales y resuelven acertijos que han perdurado por milenios. La sombra de Anubis, siempre presente, se intensifica mientras los dos héroes se acercan al corazón del misterio. Finalmente, en las profundidades del Valle de los Reyes, Ramsés y Amun desatan un antiguo poder que restablece la armonía entre los dioses y la humanidad. El reino florece bajo el liderazgo sabio de Ramsés II, quien reconoce la valentía de Amun y lo nombra consejero real. La profecía, una vez temida, se convierte en una leyenda de esperanza y renovación, recordada en los anales de la historia egipcia. Ramsés II y Amun, unidos por el destino, dejan un legado duradero de sabiduría y coraje en las arenas del tiempo del antiguo Egipto.

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