Again? [Duxino]

Capitulo 12

Duxo sabía que no podía seguir más tiempo reprimiéndose. Tenía muchas cosas por hacer, y una de ellas era continuar con la construcción de su casa. No podía seguir viviendo en esas condiciones, así que se dispuso a conseguir materiales. Aquino, que parecía su sombra siguiéndolo a todas partes, lo siguió en busca de materiales. Había un silencio tenso entre ellos, y ninguno se atrevía a romperlo. Compartían alguna que otra charla, pero siempre sobre los materiales, nunca sobre algo más. A veces intercambiaban miradas, pequeñas sonrisas, toques y roces, y esas simples acciones ponían nervioso al otro.

En un momento, Duxo iba a tomar el hacha justo cuando Aquino iba a hacer lo mismo, por lo que sus manos se tocaron. Ya se habían tomado las manos antes, pero hoy se sentían algo raros. Se ayudaron mutuamente en todo, consiguiendo materiales y construyendo. A veces sostenían vagas conversaciones, o simplemente era Duxo hablando sobre algún tema extraño mientras Aquino lo escuchaba.

En un momento, Aquino casi cayó de una gran altura al perder el equilibrio, pero Duxo estaba allí para agarrarlo del brazo y apegarlo a su cuerpo.

—Gracias— dijo Aquino, suspirando, aliviado de que su alma no se le hubiera ido en ese instante. Se dieron cuenta de su cercanía y se separaron inmediatamente.

—S-si... no hay de qué, ten más cuidado, Aquinin— respondió Duxo de forma juguetona, intentando olvidar la incómoda situación. El de cabello marrón solo se rio.

La casa de Duxo ya estaba tomando forma y casi terminada. Ambos estaban sentados viendo cómo se oscurecía. El atardecer se veía hermoso desde esa vista. Los rayos del sol hacían resaltar los ojos cafés de Aquino, y la brisa fresca creaba un ambiente puro. Estaban en silencio, poco a poco acercándose más hasta que sus manos se chocaron. Y ambos se miraron algo apenados, fingiendo que no querían estar apegado al otro.

—Fue un día largo, ¿no?— dijo Duxo, algo agotado.

—Lo fue, pero me gusta ayudarte— respondió Aquino, viendo el atardecer. Esa respuesta hizo latir el corazón de Duxo más rápido.

—Es extraño todo... solía ver los atardeceres en mi mundo. No hay mucha diferencia, pero... no lo sé— dijo Aquino en un tono suave, bajando un poco la cabeza y suspirando. —Pensé que no me importaría, pero... creo que extraño mi mundo— añadió, con un tono más triste.

El cuerpo de Duxo se tensó, sintiendo una culpa que lo invadía. Sabía que era su culpa. Le había mentido a Aquino, diciéndole que no podría volver a su mundo. Le había quitado su vida por miedo a perderlo.

—Debe ser doloroso haber perdido tu mundo, pero te prometo que juntos encontraremos una forma de que vuelvas a él— dijo Duxo en un tono algo nervioso. Aquino se sintió un poco mejor al encontrar un rayo de esperanza. Miró a Duxo con sus ojos entristecidos, el sol detrás de Duxo que le daba un toque casi angelical al momento, como si el fuera su salvación en estos momentos. El de cabello negro tomó sus manos y las entrelazó.

—Prometo que encontraremos una solución— dijo Duxo con una sonrisa nerviosa y su cuerpo algo tenso.

Aquino suspiró cansado y le regaló una pequeña sonrisa.

—¿Estás seguro de que no puedo volver?— preguntó Aquino. Duxo se sobresaltó al escucharlo.

—Bueno... no dije que no puedas volver, solo es que no sabemos cómo hacerlo aún. ¡Pero debe haber una forma!— respondió, manteniendo su sonrisa. —Ven, vamos a descansar, es tarde— Duxo se levantó y le ofreció la mano para que Aquino también se levantara. Aquino, dudoso, aceptó su mano.

En ese momento, Aquino estaba confundido. No entendía bien el comportamiento o la respuesta de Duxo. Era extraño pensar que no podría volver, ya que había llegado a este mundo a través de un hechizo. Desde el principio, había sospechado de la historia que le contó Duxo ya que era algo contradictorio en ciertos momentos, pero no le dio muchas vueltas. Sin embargo, con el comportamiento de hoy, empezó a dudar. Estaba demasiado cansado para sobrepensar la situación, y quizás solo estaba exagerando. Debía buscar más versiones de la historia y no creer en solo una verdad absoluta.