Capitulo 11

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Duxo notó que Aquino se encontraba extraño, y no sabía cómo romper la tensión entre ambos. Lo que había sucedido en los últimos días podría afectar seriamente su relación. Suspiró, agotado, y se dio cuenta de que Aquino había estado utilizando la misma ropa. Quizás podría usar la ropa de su amigo, ya que él ya no estaba aquí. Aunque por respeto, lo dudó al principio, finalmente decidió hacerlo.

—Aquino, ven, te mostraré algo— dijo en un tono suave, extendiendo la mano para que lo acompañara. Aquino aceptó y tomó su mano, entrelazándola con la suya. Ambos sintieron un pequeño escalofrío, pero lo ignoraron. La sensación se sentía bien y daba paz, por lo que ninguno quiso soltar la mano. Simplemente siguieron su camino, andando de la mano.

Duxo lo guió hasta un lago donde había un puente cuya resistencia no era muy buena.

—Duxo, ¿dónde estamos?— preguntó Aquino, dudoso.

—En la casa de Aquino— respondió Duxo sin más.

—¿En su casa?— dijo Aquino, desconcertado. De repente, pisaron un bloque morado que los transportó hasta una isla flotante, donde había un árbol gigante y hermoso.

—Sí, estamos en su casa. Es linda, ¿no crees?— respondió Duxo con una sonrisa.

Aquino miró con admiración el enorme árbol. ¿De verdad esta era? Se preguntó a sí mismo, sintiendo una cierta conexión con el árbol y sabiendo que así era.

—Wow... es increíble— murmuró. Estaban a punto de entrar cuando Duxo se detuvo. Había olvidado por completo que necesitaba una clave para entrar, una clave que solo su amigo conocía. Pero ya no estaba aquí.

—Bueno... perdóname por esto— murmuró Duxo antes de sacar su hacha y romper dos bloques para entrar. —Vamos, pasa Aquino, es por aquí— dijo con una sonrisa juguetona, mientras Aquino, sin decir nada, pasaba.

Aquino debía admitir que el lugar era muy lindo y estaba todo muy ordenado. Notó que Duxo se sentía algo incómodo con todo esto, pues el tema era difícil para él. Así que simplemente volvió a tomar su mano y le dio un pequeño apretón para sacarlo de sus pensamientos y consolarlo. Funcionó por el momento para Duxo, que no quería soltar la mano de Aquino. Fueron directamente a la habitación de Aquino, y Duxo revisó un poco el lugar. Aún no confiaba en dejar a Aquino solo por ahí, así que él se estaba quedando con Duxo en su casa. Solo tomó cambios de ropa para Aquino y las guardó en su mochila.

Ahora debía acomodar su vida para que ambos pudieran vivir más cómodos. Todo cambiaba. Mientras lo hacía, dejó que Aquino explorara la casa.

—¡No te vayas muy lejos!— dijo Duxo mientras hacía lo suyo.

—Está bien— respondió Aquino, entretenido con lo que había. El de cabello negro terminó lo que hacía y avisó que ya era hora de irse. Aquino se acercó a él solo para tomar sus manos e irse.

Llegaron a la casa de Duxo, y él le ofreció tomar un baño y cambiarse de ropa. Aquino aceptó, se duchó y se puso aquella ropa que le era desconocida: una camisa negra, unos pantalones del mismo color, un suéter blanco con su inicial y, claro, su mascarilla de siempre. Era algo mucho más cómodo y pensó que podría adaptarse a ello. Se vio por unos segundos al espejo.

—¿Esto usaba él? Parece como si quisiera reemplazarlo— dijo Aquino en un susurro para sí mismo, mientras sus manos tocaban su rostro hasta llegar a su cicatriz en el ojo, lo que más lo diferenciaba de él.

Suspiró, agotado, y salió del baño. Duxo lo esperaba en el sofá de la sala de estar. Al verlo con aquella ropa, era obvia su sorpresa e incomodidad. Esto podría afectar su relación. Duxo apartó la vista de Aquino y negó cualquier pensamiento. Sabía que debía olvidar y seguir adelante. Aquino ya no estaba, e incluso pensó en suprimir aquellos sentimientos románticos que tenía por él, ya que el que tenía frente a él no era del que se enamoró. Debía aceptar su realidad.

Again? [Duxino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora