¡Extra!

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"Un capítulo menos."
La atmósfera era tensa mientras Aquino se preparaba para cruzar el portal. Su corazón latía con fuerza, no por miedo, sino por la mezcla de emociones que lo embargaban. Sabía que necesitaba cerrar esta etapa de su vida, enfrentar ese pasado oscuro y retorcido que había dejado atrás. A su lado, Duxo lo observaba con una mezcla de preocupación y apoyo incondicional.

—¿Estás seguro? —preguntó Duxo con suavidad, aunque en su voz podía escucharse una pizca de nerviosismo—. Si es otro yo, probablemente te guarde rencor. Ya sabes cómo somos... —Bromeó intentando aligerar la tensión.

Aquino le dirigió una mirada serena. Ya había tomado su decisión.

—Lo necesito, Duxo. Aún llevo esa sombra conmigo, aunque intente ignorarla. Este es el último paso para liberarme de verdad. —Aquino extendió su mano, y Duxo la tomó, asintiendo en silencio.

Con la ayuda de Mictia y el artefacto que habían recuperado juntos, el portal comenzó a abrirse, un vórtice oscuro y giratorio que parecía latir con una energía casi viva. Mictia los miró con un poco de preocupación.

—Tengan cuidado. Este tipo de viajes pueden remover cosas que creían enterradas... —advirtió, aunque sabía que nada podría detener a Aquino una vez que había tomado una decisión.

Tomados de la mano, Aquino y Duxo cruzaron el portal y sintieron cómo el aire cambiaba, volviéndose más denso y oscuro. Al llegar, el paisaje frente a ellos era desolador. El palacio del Duxo rey, antaño imponente y majestuoso, estaba cubierto de sombras. Parecía casi vacío, sin vida.

De repente, una figura apareció en la penumbra, emergiendo como un espectro. Era él: el Duxo rey, aquel ser que alguna vez había tenido un poder absoluto sobre Aquino. Pero ahora su semblante era sombrío, vacío. Sus ojos, que solían brillar con arrogancia y autoridad, estaban opacos, cargados de tristeza reprimida.

Cuando sus ojos se encontraron, el Duxo rey frunció el ceño, una mezcla de rabia y dolor cruzando su rostro.

—¿Por qué has vuelto, Aquino? —escupió con amargura, sus palabras llenas de veneno—. ¿Te divierte verme así, roto y abandonado?

Aquino lo miró sin temor, con una tranquilidad que desconcertó al Duxo rey.

—No vine por ti, Duxo. Vine para cerrar esto de una vez por todas. —Su voz era firme, y en sus ojos no había rastro de las dudas que alguna vez tuvo—. Solo quería recordarte que ya no eres una sombra que me persigue. He encontrado mi valor, y mi vida tiene sentido sin ti.

El Duxo rey lo observó con incredulidad, como si esas palabras fueran cuchillos clavándose en su pecho.

—¿Valor? ¿Sentido? —Su tono era cortante, casi burlón—. ¿Qué sentido puedes encontrar lejos de mí? —dijo, casi escupiendo las palabras—. Eres mío, Aquino. Siempre lo has sido y siempre lo serás.

Aquino rió suavemente, un sonido que resonó en los pasillos vacíos del palacio.

—¿Tuyo? —repitió, sarcástico—. ¿No ves cómo has caído? Esa posesividad ya no me alcanza. Yo no soy el mismo Aquino que se quedó a tu lado. Ahora sé lo que es el amor y sé lo que es la libertad. Y ambas cosas no existen aquí, contigo.

El Duxo rey trató de mantener su fachada de dureza, pero Aquino podía ver la grieta en su máscara, ese dolor que se escondía detrás del rencor.

—Tienes razón en algo, sin embargo —continuó Aquino, esta vez con un tono más serio—. Quizás aún queda algo de mí aquí... pero no es amor. Es solo una sombra de lo que fui, y no pienso seguir viviendo con ese peso. Hoy, al venir aquí, le pongo fin a esa sombra.

El Duxo rey lo miraba en silencio, y Aquino pudo ver en sus ojos la realidad que tanto había temido: que el Duxo rey estaba roto, vacío y completamente solo. Lo había perdido todo, y ahora ese todo se presentaba frente a él solo para decirle adiós. Su todo..

Quizás en algún momento Duxo rey lo amo pero no fue para nada sano. Al final en ningún universo Duxo o Aquino pueden vivir lejos del otro.

—¿Es así como termina entonces? —preguntó el Duxo rey, con una voz tan baja que apenas era un susurro.

Aquino asintió, firme.

—Sí. Este es el fin para nosotros. —Y luego, añadió con algo de compasión—: Aprende a vivir con ello, Duxo. Tienes que hacerlo, así como yo aprendí a vivir sin ti.

Sin añadir más, Aquino se dio la vuelta, y su Duxo lo acompañó, manteniendo su mano en la suya como un ancla que lo sostenía en el presente. El Duxo rey los observó marcharse, una figura solitaria en la oscuridad de su propio palacio, y sintió cómo la última esperanza de recuperar a Aquino se desvanecía como un suspiro en la noche.

Cuando cruzaron de nuevo el portal, Aquino sintió una paz profunda. Había enfrentado su pasado y, finalmente, lo había dejado atrás. Miró a su Duxo, que lo observaba en silencio, y sonrió con un alivio sincero.

—Gracias por acompañarme. Esto era algo que necesitaba hacer, y ahora... siento que soy libre..

Duxo sonrió y le apretó la mano.

—Estaré aquí siempre que me necesites. Lo sabes.- sonrió antes de darle un pequeño beso en la mejilla.

Aquino asintió, sintiendo cómo la sombra del Duxo rey se disipaba por completo, dejando solo la libertad y el amor que había encontrado en su propia vida, una vida que ahora era verdaderamente suya.

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[Necesitaba darle un final digno a esa parte de Aquino, el necesitaba ser liberado completamente de su pasado y aprender a vivir por su cuenta.]

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Again? [Duxino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora