Capítulo 24

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"Regreso a su vida, no a su hogar."

Aquino cruzó el portal, y al cerrarse detrás de él, sintió que dejaba atrás un fragmento de su corazón. La luz del sol lo cegó por un momento, pero pronto sus ojos se adaptaron, revelando un paisaje familiar. Su corazón se aceleró y una oleada de emoción lo envolvió. Aunque nunca había apreciado del todo el lugar de donde venía, seguía siendo su mundo, su hogar.

Reconociendo su entorno, Aquino se apresuró hacia su reino, sintiendo el terreno conocido bajo sus pies. A su llegada, los caballeros del reino lo miraron con asombro. Había desaparecido durante meses y, de repente, regresaba sin una explicación. Su paradero había sido un misterio, y ni siquiera el rey Duxo había dicho una palabra al respecto.

Ignorando las miradas curiosas, Aquino entró apresuradamente en el castillo. Las decoraciones lujosas y extravagantes reflejaban el gusto peculiar de Duxo, un estilo "moderno" que Aquino conocía al detalle. Cada pasillo, cada rincón del castillo era familiar para él, lo que le permitió llegar sin esfuerzo al despacho del rey. Sin detenerse a tocar, abrió la puerta y entró, encontrándose con Duxo sentado en su escritorio, ocupado en su trabajo.

—¡Duxo! —exclamó Aquino, su voz cargada de emoción. Sin embargo, el rey levantó la vista con una sorpresa fugaz que pronto se desvaneció, dejando en su lugar una frialdad que hirió el corazón de Aquino.

—Pensé que estabas muerto —respondió Duxo con un tono suave, pero distante. Aquino, todavía emocionado por el reencuentro, sintió que algo no encajaba.

—En la última misión que me envió... la bruja me envió a otro universo y... —comenzó a explicar Aquino, pero fue interrumpido por la voz severa de Duxo.

—No me importa. ¿Cómo te atreves a desaparecer sin terminar tu misión? ¿Acaso estás desobedeciendo mis órdenes? ¿Quién crees que eres? —Las palabras de Duxo, pronunciadas con molestia y seriedad, cayeron como un balde de agua fría sobre Aquino.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Aquino, y antes de darse cuenta, su cuerpo reaccionó automáticamente, inclinándose en una reverencia. —Lo siento, mi rey... fue mi error. No volverá a pasar —dijo, sin entender por qué había respondido de esa manera.

Duxo suspiró con desdén. —Ve a descansar. Pronto te asignaré otra misión... y no te preocupes por la misión anterior, alguien más se encargó —dijo con una frialdad que hizo que Aquino sintiera un sabor amargo en la boca. Se había desaparecido por meses, ¿y esa era la bienvenida que recibía? ¿No eran amigos?

Aquino regresó a sus aposentos, donde todo estaba tal como lo había dejado. Nada había cambiado, excepto él. Sacudió un poco el polvo y se recostó en su cama, observando el techo mientras un suspiro agotado escapaba de sus labios. Pero el descanso no trajo consuelo.

Al día siguiente, como si nada hubiera pasado, se le asignó una nueva misión, y así continuó durante días. Aquino cumplía cada tarea con la precisión fría de "By2002", la máquina de matar que una vez fue. Sin embargo, algo en su interior se rebelaba. Recordaba cada momento con el Duxo del otro mundo, cómo incluso en su traición había calidez, amor, y un respeto que aquí estaba ausente. A pesar de todo, preferiría mil veces ser traicionado por ese Duxo que soportar el frío y distante infierno en el que ahora vivía.

Aquino se dio cuenta de que ya no era la misma persona. Ya no podía ser simplemente una máquina de matar sin sentimientos, ya no buscaría cumplir las expectativas de Duxo solo por un poco de aprobación. Ya no más. Había experimentado lo que era amar, y ahora se había vuelto adicto a ese sentimiento.

Una mañana, Aquino caminó lentamente hasta el trono del rey. Duxo lo observó en silencio desde su asiento, su mirada fría y calculadora. —Rey... Duxo... —comenzó Aquino, llamando su atención con la voz cargada de emociones reprimidas.

—¿Qué planeas? —preguntó Duxo con un tono distante.

—Para ti, solo fui una máquina de matar, ¿no? —Aquino sabía la respuesta en su corazón, pero necesitaba escucharla de los labios de Duxo.

—Eres mi caballero más fuerte y fiel. No entiendo qué quieres decir —respondió Duxo, con la misma frialdad de siempre.

Aquino suspiró, sintiendo que su pecho se apretaba. —Ya veo, eso confirma lo que siempre supe pero nunca quise aceptar. Siempre quise cumplir tus expectativas, te admiré y te amé más de lo que me amaba a mí mismo. Era capaz de dar mi vida por ti... pero ahora... —Aquino hizo una pausa, mirando a Duxo con tristeza.

Los ojos de Duxo se entrecerraron mientras lo observaba con intensidad. —¿Me odias? ¿Vas a matarme y derrocar mi reinado?

—No, no siento odio ni nada por ti. Esto es un adiós.... Aunque los dioses me castiguen por romper las reglas del multiverso... yo renuncio al mío —dijo Aquino con determinación, lanzando una última mirada antes de darse la vuelta y marcharse. Duxo no dijo nada, ni siquiera intentó detenerlo. Solo lo observó en silencio mientras se alejaba, sus manos se cerraron y las apretó con fuerza mientras mordió su labio. No hizo nada al respecto.

Aquino regresó a sus aposentos por última vez. Recogió sus pertenencias más preciadas, sabiendo que nunca volvería. Si alguna vez regresaba, probablemente Duxo le guardaría rencor por abandonarlo, típico de los Duxos. Con un suspiro, Aquino se despidió de lo que una vez consideró su hogar. Ahora debía regresar a donde realmente pertenecía, con las personas que lo habían hecho sentir en casa. Quizás, ahora, tendría más oportunidad para convivir con los demás WBNS y encontrar la paz que tanto anhelaba.

Again? [Duxino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora