ɢɪʀʟs ɪɴ ʟᴏᴠᴇ - ʀɪᴠᴇʀs_ɢɢ

22. ᴇɴᴛʀᴇɴᴀᴍɪᴇɴᴛᴏ

Narra Lu

Era el como quinto entrenamiento de Sam, ya habían pasado días desde que empezó, obvio siempre la acompañó, bueno si me deja hacerlo.

— ¿No quieres intentarlo tú?— Preguntó Ronny, su entrenador.

— No gracias, no quiero verme pendeja en la cámara.— La señale.

Ya que a Samy se le ocurrió hacer un documental desde el inicio de todo, me gusta me gusta.

— Ándale, solo un rato, además tu cara saldrá borrosa como lo pediste.— Intentó convencerme, asentí sonriendo.

Sabe cómo convencerme.

Me pusieron como el vendaje en mi mano, luego nos explicaron cómo hacerle.

En parte sabía muchas cosas, ya que de pequeña a mi papá le gusta mucho el box, y me metió a clases en Colombia, cuando estaba más pequeña obvio.

— Tiene potencial.— Ronny habló, ya habíamos entrenado, aunque le faltaba subirse a entrenar pero en el ring.— ¿Habías entrenado antes?

— Si, de pequeña unos años, pero luego lo dejé ya que me quitaba mucho tiempo.— Respondí.

De pequeña quería ser boxeadora, era mi sueño frustrado, bueno luego de querer ser puta.

— No lo sabía.— Sam habló.

Sonreí y salude a sus padres, ya habían llegado, ellos también hablarían en el documental.

Me acerqué para ver si no necesitaban algo, además de que al parecer la familia de Samy ya sabe de mi existencia, una porque la siguen y dos porque Samy les habla.

— ¿Tu eres Luna, no?— Don Homero me pregunto.

— Si, si mucho gusto.— Extendí mi mano.

— ¿Que es eso?— Preguntó jalando mi mano y abrazándome.— Eres pareja de Samy, no tienes porque darme la mano.

— Homero deja a Lu.— Doña Rosario llegó.— Además Samy te dijo que no dijeras nada.— Lo regañó.

Pero ella también me terminó abrazando, como los quiero.

— Mamá, no molesten a Lu.— Samy llegó.

— No me molestan Samy.— Respondí.

Los mayores sonrieron y se fueron rápido, creo que para dejarnos solas.

— No les hables así.— La regañe.

— No me regañes así.— Me abrazó.— No wakala estoy sudada.

— Ándale no te separes.— Hable apretándola a mi, sonrió y recostó su cabeza en mi pecho.

— Me gusta como hueles.— Habló.

— Wa-Ka-La.— Respondí y rio.

Nos quedamos unos segundos abrazadas, luego ella siguió entrenando y horas después regresamos a su departamento, no quería irme a mi casa y Sam tampoco me dejó.

—¿Me das permiso de bañarme?— Pregunté viendo a Sam.

Sonrió y asintió, sabía que le daba risa que le pidiera permiso para todo.