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Dos meses y medio, 75 días exactos desde que Zoro y Sanji rompieron.

Ambos sufrían, ambos seguían sin entender del todo lo que les estaba pasando. Creían ser fuertes, creían no necesitar del otro, querían demostrarle al mundo que ellos no eran dependientes de una persona para ser felices, pero la verdad es que se extrañaban con locura. Y es que la verdad es que si, el día que pelearon había sido malo para ambos, pero no lo pensaron bien, pues aún se amaban cuando terminaron, y no sólo un amor dulce de pareja, era intenso, era profundo... Era verdadero.

Y aún así, llevaban más de dos meses y no podían arreglarlo, todo por el estúpido orgullo de ambos, todo por ese afán de competir.

Sanji estaba en su casa, ya había regresado a trabajar, pero el viejo Zeff lo obligaba a descansar dos días a la semana, este jueves, era uno de ellos.
El rubio estaba con los audífonos de diadema puestos, eran color naranja con rayas negras. Llevaba una camisa azul oscuro lisa, arremangada hasta los codos, sus zapatos negros y su pantalón del mismo tono. Tenía una paleta en la boca en vez de su cigarrillo, como esas veces que buscaba limpiar el aire de su departamento, queriendo ventilarlo.
Estaba barriendo.

En sus audífonos se escuchaba P¡NK como siempre, hasta que de pronto, una canción que no era de esa artista empezó a sonar, era una melodía repetitiva y suave, Sanji suspiró y se acercó a un mueble donde había dejado su celular, tomó el pequeño aparato y miró de quien se trataba, era su hermosa dama y mejor amiga del mundo, la bella Nami.

—¡Hermosa Nami! ¿¡A qué debo el placer de tu llamada?! — respondió efusivo, quitándose los audífonos y tomando el celular entre sus manos, alegre por escuchar la voz de la mujer.

—Sanji — no obstante, la voz sería de la mujer le borró la sonrisa al rubio, poniéndolo alerta y abandonando la pose ridícula qué estaba por hacer —. Es urgente, ¿estás en casa?

—Sí, ¿qué pasó Nami? ¿Estás bien? —preguntó el rubio preocupado por el tono de voz de la dama, estaba seria pero también se alcanzaban a distinguir ciertas notas de preocupación en su timbre —¿te pasó algo?

—No, no, tranquilo Sanji, yo estoy bien... Es que... — hizo una pausa qué sólo ponía más nervioso al rubio — Es Zoro.

A Sanji se le paró el corazón de momento, sintió todo su cuerpo llenarse de electricidad cuando escuchó el nombre de ese hombre. Sinceramenre, era lo último que esperaba escuchar ese día que iba tan calmado y bello para él, no creía que se iba a poner de cabeza tan rápido.
Alejó el celular un momento de sí y pasó sus dedos por sus ojos, respiró hondo.

—¿Qué pasa con ese idiota? — decidió fingir desinterés como siempre que se lo mencionaban, pero en el fondo, estaba que se moría de curiosidad por saber que había hecho el peliverde.

—Sanji, estoy muy preocupada — ante esa voz Sanji frunció el ceño, empezando a desarrollar esa ansiedad nuevamente — me llamó, me dijo que estaba en el parque de siempre y Dios... — de pronto, se escuchó un jadeo de la mujer, estaba llorando quizás.

—Mierda, Nami, preciosa ¿estás bien? — preguntó el rubio con preocupación.

—¡Sanji, lo atacaron! — exclamó en un jadeo la pelinaranja —¡me llamó, pero no puedo ir a auxiliarlo!

—¿Parque del centro, cierto? — preguntó el rubio sin esperar respuesta — Voy para allá — colgó de inmediato la llamada sin esperar una respuesta. Tomó sus llaves y salió corriendo, era más rápido ir a pie, ya que casi siempre había tráfico en el centro de la ciudad donde estaba ubicado el parque.

Ni siquiera pudo tomar abrigo, y para ese momento, el aire empezaba a correr con fuerza.
Aún así, Sanji no se preocupa a por eso, sólo quería llegar rápido a ese maldito parque, tenía que llegar lo más rápido que pudiera, abría la zancada esperando llegar más rápido, incluso chocó con unas bellas damas a las que normalmente les hubiera coqueteado, no se fijo en la gente a la que iba apartando, no se preocupaba si había lugares abiertos o cerrados, incluo se atravesó tan rápido la calle que recibió varios insultos por su poco cuidado.

Corría y corría, tenía el corazón latiendo rápido, preocupado, al inicio sí, por Nami, pero en este momento una sola persona ocupaba su mente, ese peliverde de serio semblante y de escultural cuerpo... Ese hombre al que tanto amaba.
Se imaginó lo herido que podría estar como para llamar a Nami y preocuparla, eso no es algo que él haría, debía estar muy dañado, debieron haberle hecho algo terrible.
Al sentir ese extraño escalofrío intento apresurarse más, quería llegar lo más pronto posible, quería abrazarlo, quería cuidarlo, quería defenderlo, quería matar a quienes lo hubieran lastimado.

—Espérame, Zoro...

Estúpido Romance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora