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La familia Kozuki siempre había sido cercana a la familia Shimotsuki, y por ende, ahora de los Roronoa. Zoro recordaba que su abuelo hablaba maravillas de los Kozuki, que desde que la ciudad iniciaba, ambas familias habían llegado, volviéndose amigas por haber aparecido al mismo tiempo, y desde entonces, habían establecido lazos.
Los Roronoa tenían una empresa pequeña, pero no fue hasta Mihawk que lograron expandirla, y así Zoro había saltado a gerente sin mucho esfuerzo. Sin embargo, no todo había sido sencillo, se decía que Mihawk había hecho varios acuerdos con el jefe del familia Kozuki, Oden, y este, por los años de amistad y tradición, les proporcionó cierto apoyo.
Las familias siempre habían buscado que se juntara su linaje para formar uno, sin embargo nunca había sido posible, ya que nunca hubo jóvenes compatibles o de edades similares... Hasta ahora.

Zoro bajaba de su gran oficina, iba con grandes ojeras, se había quedado ahí toda la noche y ahora disponía a dormir el resto del día en su casa, sin embargo, le sorprendió ver a la hija mayor de los Kozuki esperando junto a la recepcionista.

—Hiyori — habló el peliverde.

—¡Zoro ! — contestó la dama mirándole con un brillo especial en sus ojos.

La familia Kozuki se había dedicado todos estos años a las leyes, tenían un gran bufete de abogados desde hacía unos quince años, y eran los representantes legales de la franquicia Roronoa.

La dama, cuyo nombre se mencionó antes, era un encanto. Hiyori era unos años más grande que Zoro, pero no demasiados. Tenía un cuerpo escultural, sus ojos eran grandes y azules, su piel pálida, y sus labios eran como un caramelo, rojos, suaves, delicados.
A diferencia de su familia, ella se dedicaba al modelaje, por lo que le hizo curiosa su aparición al peliverde en la oficina.

—Oye, me enteré que terminaste con tu pareja... —  dijo la dama cuando Zoro se le acercó.

—Qué rápido vuelan los rumores — dijo Roronoa mirando mal a su recepcionista quien seguramente había sido la que corrió con la noticia. La mujer se hizo la que no sabía nada y siguió con su trabajo. Roronoa volvió su mirada a la Kozuki.

—¿Es un rumor? — preguntó levantando sus dos estéticas cejas.

—No — contestó con ese monosílabo.

—Oh... Lo siento mucho, Zoro — dijo la mujer colgándose de un brazo del menor y con voz amable.

Desde que Zoro nació, toda la familia le había dicho en broma a Hiyori que ella se iba a casar con él, por supuesto la niña a esa edad reprochó y se quejo con muecas y berrinches. No esperaba que al verlo crecer le fuera gustando poco a poco hasta que terminó flechada. Sin embargo, el peliverde resultó ser gay y tener pareja, lo que destruyó todas esas ilusiones...
Empero, el hecho de que terminara con su pareja, lo cambiaba todo. Era una segunda oportunidad.

—¿Quieres hablar de ello?

—No.

Hiyori pasó saliva y se soltó del brazo del más alto.
—Bueno, en realidad venía a ver si querías tomar un refrigerio conmigo, ya sabes, ir almorzar como cuando éramos más chicos — sonrió a lo grande.

El peliverde suspiró y asintió. Tenía muchas ganas de irse a dormir, pero se había estado negando a esta salida por un largo tiempo, no ponía posponerlo más.
Hiyori saltó de alegría, y así, ambos se dirigieron a un restaurante.

* * *

Sanji había ido de mala gana a la cafetería más grande de la ciudad, conocida por sus deliciosos postres y por ser un negocio familiar, Queen Mamá Chanter era el nombre. La decoración era mayormente rosada, había muchas figuras qué ver por todos lados, sin embargo, contrastaba perfectamente con los sillones o sillas negras y las mesas plateadas, que le daban un toque moderno a lo femenino del lugar.

Estúpido Romance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora