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La fiesta por fin concluyó, Zoro se despidió de Luffy aún un poco abrumado, y el menor preguntó por ello, sin embargo Zoro le dijo que simplemente había tomado demasiado y sería mejor irse a descansar, que ya lo vería después. Luffy no muy convencido le sonrió, pensando en preguntarle a sus amigos si habían visto algo raro en la fiesta que el desgraciadamente no notó.

El peliverde subió a su motocicleta y arrancó rápido, pisando el pedal con fuerza e inclinándose para el balanceo.
Aceleraba, todo el viaje (en el cual dio varias vueltas mal) iba con diveras imagenes: Ese rubio precioso gritándole que ya no eran nada; ese tipo asqueroso de las gafas que le había tocado; el rubio gritando que tal vez quería acostarse con él, posiblemente sólo para lastimarlo; y, finalmente, Sanji con una enorme sonrisa bailando con un pelirrojo que apareció de último momento.
Ante la última escena Zoro apretó el manubrio y aceleró un poco más, sin ser consciente de que estaba rebasando el límite y que por el alcohol en sus venas podría causar un accidente.

Afortunado fue al llegar a casa sin ningún rasguño físico. Estacionó la moto, o más bien, la dejó arrumbada en la entrada y se apresuró a entrar. Abrió rápidamente la alacena y sacó una botella de sake que no se molestó en servir y tomó directo.

Se sentía frustrado, triste, abandonado...

Tal vez no debió acercarse, pero... Estaba tan perdido, estaba tan confundido, no sabía que hacer, quería ir por el rubio abrazarlo, besarlo, tocarlo... Pero Sanji había puesto muy claro que eso se había terminado.
Cerró los ojos por el amargo sabor del sake en su garganta y el aún más desolador gusto de su tristeza.

Suspiró pesadamente y siguió concentrándose en el el alcohol, cerró sus ojos disfrutando del sabor de cada matiz de su bebida, disfrutando de esas notas elegantes pero poderosas del alcohol a base de arroz... Tan fino, tan delicado... Tan Sanji...
Zoro de pronto, volvió a pensar en el rubio, soltando un suspiro. Relamió sus labios saboreando el líquido y miró a un punto fijo mientras bebía y ahora su mente divagaba en el rubio.

Sus ojos azules, preciosos, enigmáticos... Ese carácter de mierda, no se explicaba como un ser tan dulce, hermoso y amable, podia ser tan malhablado e insoportable, no podía entender cómo lo adoraba tanto... Sus labios, rosados, hinchados por el alcohol que había tomado esa noche.
De repente, la imagen de Sanji, se volvió el recuerdo del cuadro que representaba el blondo en la fiesta.
Zoro se encaminó a su cuarto con la botella en mano, y mientras subía los escalones, podía saborear del recuerdo del rubio, esa cintura, esa cadera lo volvía loco. Esos rubios cabellos despienados, esas manos tan delicadas...
Se imaginó al rubio sonriendo, y por inercia sonrió mientras tomaba asiento en su cama. Luego, recordó el cómo le había gritado y herido esa noche y dejo escapar un jadeo de sus labios, cerró los ojos, intentando imaginarlo mejor.
Recordaba cómo iba vestido, recordaba el tono con el que había hablado; pero también, recordaba sus pestañas largas, que con cada parpadeo lo capturaban más. Recordaba sus cejas, ese espiral tan hipnotico qué lo había sacado de quicio años y años atrás... Recordaba cómo se había alejado de él con ese pelirrojo desconocido... Recordaba el sentimiento de ira, de cómo sus puños temblaban cuando hablaba con el pelinegro, y como estalla a de rabia cuando se alejó de él. Pensaba en las palabras de Sanji, "si él quería acostarse..." ¿sería cierto? ¿ya lo había superado como para irse a meter a la cama de otro?

Negó con la cabeza, rechazaba la idea de ser tan insignificante.

Se concentró en la imagen del rubio la última vez que lo vio, bailando y sonriendo... Aunque esa preciosa y aperlada dentadura no fuera para él.
Recordaba el momento como si hubiera sido suyo, como si esos ojos le miraran con cariño y esa cadera se moviera con sensualidad sólo para él.

Estúpido Romance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora