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Hay un segundo parque en la ciudad, poca gente va ahí, ya que el lugar está lleno de árboles y en realidad no es tan fácil hacer un gran picnic o jugar cualquier cosa. Además, se veía más oscuro cuando se hacía tarde, y el ser un lugar poco concurrido ahuyentaba a los pocos que si iban ahí.

Si embargo, bajo un pino grande que estaba en el pequeño bosque del parque, había un mantel de cuadros rojos con blanco, ahí una canasta de donde se podían ver unas servilletas y una botella de vino. En el mantel, había muchos bocadillos pequeñitos, onigiris, sandwiches, y unos postres pequeños de chocolate con naranja.
De lado izquierdo, estaba sentado un rubio realmente guapo que vestía un suéter azul cielo y unos mezclillas.
Del otro lado, del derecho, un peliverde muy atractivo que usaba camisa azul y pantalones negros.
Estaban sentados frente a frente, con las piernas cruzadas el rubio y casi recostado el peliverde.

—La verdad no pensé que si aceptarías a venir — dijo el peliverde mientras mordía una bola de arroz.

—Bueno, teníamos que hablar tarde o temprano.

Un día después de lo ocurrido en el parque, después de los reclamos a Luffy, Nami y Usopp que solo habían hecho algo con buenas intenciones, y pensando que habían fallado.
El peliverde había visto la fotografía del rubio, y esa noche le marcó, citándolo en ese lugar poco popular para no verse interrumpidos por nadie o no tener mirones molestos. Sanji había estado pensando en el moreno todo el día, y de hecho, cuando le llamó, él había estado dudando fríamente si debería llamarlo a su casa o escribirle una carta.
Y así habían terminado en ese picnic, Zoro había sugerido el lugar y había tomado la iniciativa, y Sanji llevaba la comida.

—Me gusta el cabello, ¿te lo cortaste? — preguntó el peliverde mirándolo a los ojos, mismos en los que siempre se perdía por su profundidad y por el hermoso espiral qué había sobre ellos, aquel que lo extasiaba, que lo mareaba, que lo cautivaba.

—Me cambie el flequillo de lado — explicó el rubio con una sonrisa, feliz de que el moreno lo notara. Él ya había dejado de comer, ahora disfrutaba de un cigarro.

—Se te ve bien — concluyó el peliverde volviendo la vista al horizonte.

—Y tu... — de pronto, tras unos segundos, el rubio habló haciendo que el peliverde lo mirara —, me enteré que sales con Hiyori... ¿Cómo va todo? — forzó una sonrisa, le dolía mucho decirlo, le dolía pensarlo, pero sabía que esta era su nueva realidad, si estaba haciendo eso, era para hacer las paces y que todo fuera como era antes de que fuesen pareja.

—¿Quién te dijo esa mierda? — frunció el ceño el peliverde —a diferencia de otros, yo no me he acostado con más gente — hizo énfasis en algunas palabras que tocaron al rubio.

—¿Y quién dice que yo si? — levantó su enrosacada ceja y sonrió, le hacía sentir bien por alguna razón el hecho de que Zoro no estuviera con esa mujer, no le desagradaba, pero tampoco la quería como nueva pareja de su ex.
Zoro sonrió, iba a hablar cuando Sanji soltó un suspiro y lo miró.
—Perdóname por lo que te hice en la fiesta de Luffy — le dijo —, no debí decirte todo eso... Me comporté mal y no fue correcto.

—No te preocupes, cocinero, estabas enojado y... Yo hubiera hecho lo mismo — respondió Zoro de manera comprensiva y ofreciéndole una sonrisa leve —, aunque admito que si me dolió un poco lo de Vito, hubiera entendido lo de Kid, es guapo... ¿Pero Vito?

Sanji rompió en dulces carcajadas, dejando su cigarro de lado entre sus finos dedos.
—Ya, perdón, sólo quería hacerte sentir mal — el peliverde sonrió por la bonita dentadura del rubio —, soy muy grosero, disculpame.

—No, perdoname tu... Lo que te hice yo de llevarte la caja frente a todos fue de mal gusto y estuvo fuera de lugar — dijo desviando la vista al suelo, reconociendo su error.

—Olvidado, no te preocupes, además te la devolví — sonrió con sorna, Zoro soltó una carcajada corta.

—Cierto, pero no fuiste tan maldito como para hacerlo en una reunión de amigos.

—Bueno, ahí tienes tu punto — Los dos se rieron.

Pasaron un rato más charlando hasta que Zoro se había acabado todo lo salado y ahora disfrutaba de los postres, nunca había sido fan, pero todo lo que Sanji le cocinara le parecía magnífico, y tenía tanto sin comer algo con el sazón del rubio, no pensaba dejar ni una migaja.
Estaban acostados en el pasto mirando el cielo, o lo que se veía de él por culpa de las copas de los árboles, Zoro con su postre en la mano, y Sanji con su cigarro en la suya.
Entonces, Sanji sintió como algo rozaba su mano libre, y cuando miró hacia su dirección, se topó con la mano del peliverde que estiraba sus dedos en búsqueda de su tacto. Sanji sonrió por ello y le tomó la mano, entrelazados sus dedos.
Después de lo ocurrido en el otro parque, sabía que Zoro lo quería, que se preocupaba por él... Sabía que lo que sentía era recíproco.

—Te extrañé mucho, cejitas— dijo el moreno en un susurro y luego miró de lado al rubio con una sonrisa, esperando una respuesta.

—No tienes idea de lo que yo sufrí por ti — diji el rubio con una sonrisa mirándolo del mismo modo.

—¿Estamos bien? — preguntó Zoro incorporándose un poco, sentándose apenas y el rubio con él —¿podemos ser amigos de nuevo? — le preguntó despacio y con voz ronca, pero sus ojos llenos de cariño y esperanza.

—Podemos ser amigos de nuevo — respondió el rubio sintiendo como su corazón se encogia de lo dulce que le parecía Zoro en esos momentos, tan vulnerable, tan lindo...

Zoro sonrió, y la mano que ya de por si tenía tomada de Sanji, la llevó a sus labios y le depositó un dulce beso.

Estúpido Romance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora