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De pronto se encontraba con un abismal dolor de cabeza y un molesto rayo de luz filtrándose por su ventana.
Soltó un quejido y se cubrió con una almohada.

—Oye princeso, Niji hizo panqueques y te guardamos algunos, ya levántate.

Sanji sólo contestó con un quejido, ni siquiera se había dado cuenta de que alguien estaba sentado en la orilla de la cama, a sus pies, observándolo con una cerveza en mano.
El hombre soltó una risa y se cambió de sitio, acercándose más al rubio, dejó que su mano le diera una caricia.

—No aguantas nada — dijo en un tono burlesco —. Oye... Ya levántate, ¿resaca? — el menor volvió a contestar con un quejido —. Bueno, no me importa, pero si no vas a desayunar, Niji tendrá que tirar la comida.

En un quejido el rubio se levantó apretando los ojos, tenía grandes ojeras y se notaba desalineado, al ver la hora, descubrió que eran casi las doce del día. Su hermano que lo miraba con una fina sonrisa ya estaba bañado y arreglado.

—Me duele como el infierno — dijo en un murmuro grave, sentía su garganta algo cerrada.

El pelirrojo soltó una risita.
—Me imagino, para alguien que no toma lo que hiciste ayer fue.... Bueno, estuvo fuerte.

—Ni me lo digas... — llevó su mano a su frente que sentía caliente — ¿cuánto lloré?

—Hasta que te dormiste — respondió el pelirrojo minimizando el asunto —Yonji te cargó hasta aquí, y cuando te traía murmuraste ese nombre... Lo llamaste...

—No lo digas — le detuvo el rubio interrumpiendo — ya lloré mucho ayer, ni me recuerdes que existe.

—Ya sabía que estabas dolido pero no creí que tanto como para... Jeh, bueno, tu sabes... —Sanji no le respondió y empezó a buscar algo de ropa que ponerse —. ¿Tan mal te dejó?

—No me dejó, simplemente cortamos — explicó sin mayor detalle.

—Oye — el pelirrojo le tomó del hombro —, no quiero que me cuentes, sólo... Dime si estás bien, o qué se yo... — apartó su mano.

—Estoy bien... Sólo que... — se sinceró —creo que... Ya hay alguien nuevo acariciando su piel, no sé... Me duele mucho porque... Fui yo quien le dijo que lo superara, y mírame,  un maldito whisky y le dediqué una canción —miró el suelo.

—No fue sólo un whisky, tomaste mucho en el bar — intentó animar y el rubio puso los ojos en blanco sacándole una sonrisa a su hermano —. Oye — le volvió a tomar del hombro —, eres un hombre increíble, no tanto como yo, obvio, pero no estás mal... — Sanji le miró con una ceja levantada — ya encontrarás a alguien — el rubio asintió y le regaló una sonrisa dulce qué el pelirrojo aceptó, luego le dio una palmada en la espalda —. No tardes en ir a desayunar — y así, Ichiji lo dejó solo en su cuarto.

"¿Pero y si no quiero a alguien más?"

* * *

Unos días después...

En la ciudad, Zoro estaba dentro de una pequeña tienda que había en una esquina y que estaba abierta hasta muy tarde, era de esos días que iba a cenar algo antes de dormir y no había nada, y la verdad no estaba de humor para quedar con hambre, así que había ido a comprar un cartón de leche y un paquete de cereal, hojuelas de maíz de dieta, por supuesto.
Zoro estaba por pagar, cuando algo llamó mucho su atención de atrás del cajero.

—Oye, y me das unos King Ground, por favor — el cajero tomó el paquete de cigarrillo y pasó el código de barras, luego de eso, Zoro le pagó y se salió de la tienda.

Al salir, una campanita sonó y una fuerte ventisca azotó contra su rostro, miró las cosas que tenía bajo el brazo, la leche y el cereal, y luego lo que tenía en la otra mano... Ese paquete de cigarrillos de esa marca en específico...
Se subió a su moto y condujo hasta su hogar.

Ya ahí, sentado en la barra de la cocina se sirvió la leche y el cereal que empezó a comer... Desde hacía casi dos meses, su dieta había cambiado drásticamente y no precisamente para bien.
Comía el cereal, crujía en su boca, y el sonido del metal de la cuchara al chocar con el plato de cerámica, era lo único que se escuchaba a esas deshoras de la noche.
Dejó sus platos en la lavajilla, y ahí recordó lo otro que había comprado, lo sacó de la bolsa de su sudadera y lo fue a dejar a la sala. Luego empezó a buscar bajo el mueble del televisor, en los cajones, un cenicero. Tras unos cinco minutos de búsqueda encontró uno muy polvoso, pero ahora le hacía falta un encendedor... Recordaba que cuando... Una persona que se negaba a nombrar, encendía su cigarrillo, él ya tenía ese llamativo encendedor dorado a la mano.
Buscó y buscó, pero al parecer no tenía ni uno. Finalmente, se dio por vencido, así que encendió la estufa y de ahí obtuvo fuego que anhelaba para encender el pequeño cilindro de nicotina. Apagó la lumbre y se fue a sentar en la sala.

Miraba con atención el pequeño cigarro entre sus dedos, dudó un segundo pero al final lo llevo a sus labios, inhaló y le dio una calada... Sintió un sabor extraño en su boca, amargo, no precisamente agradable... Pero le recordó mucho a un momento en específico de su vida...

"Cursaban la preparatoria, y desde que Luffy los había presentado, ahora se encontraban en todas partes, estaban juntos casi siempre.

Zoro se había perdido, y había llegado a la azotea del edifico de la escuela, y para sorpresa no tan grata en el momento, ahí estaba él rubio qué siempre estaba ahí para él, en todo maldito momento...

No le agradaba, el hecho de que le pareciera lindo era algo totalmente diferente.

Oh, marimo, ¿te perdiste ? — esa molesta voz lo hizo girar para ver que efectivamente se trataba de Sanji, pero no pudo responder porque algo entre sus dedos le llamó muchísimo la atención.

—Estás fumando.

—No, idiota, estoy comiendo mariscos — dijo en tono sarcástico y burlón el rubio —. ¿Qué tiene? ¿Quieres probar? —preguntó levantando esa ceja tan extraña y que le llamaba tanto la atención.

—Podrían suspenderte por eso.

—Y como me importa mucho — respondió con sorna, luego se acercó unos pasos —. ¿Quieres probar? —insistió.

—Yo si cuido mi cuerpo — el rubio puso los ojos en blanco —. ¡Pero lo probaré! — replicó el peliverde, queriendo hacerse el rudo, y no dejarse ganar por Sanji.

Tomó el cigarrillo e inhaló... Un sabor extraño invadió su boca, y de pronto... ¡Tos! Empezó a toser como loco, no sabía como liberar el humo y empezó a ahogarse con él. Sanji rompió en carcajadas burlonas.

Esa fue la primera vez que Zoro se ahogó con el cigarro".

Y no fue la última... De pronto, pensamientos sobre todas las veces que Sanji lo había tomado desprevenido y lo besaba, pasándole el humo para ahogarlo a propósito y luego burlarse de él, empezaron a aparecer en su cabeza...
Dejó escapar una sonrisa al recordar como a veces el humo de Sanji chocaba contra su rostro, pues lo soltaba a propósito sólo para hacerlo enojar, ¿pero cómo podría? Si con un simple beso lo tenía más que a sus pies.

Zoro suspiró y apagó el cigarro en el cenicero.

—Esto fue un jodido error — se dijo mientras dejaba todo ahí y subía las escaleras.

Y es que ¿Cómo se atrevía? ¿No ya había dicho que ya estaba superado? ¿No le había dicho todas esas idioteces a Yosaku sobre que Vinsmoke ya no existía y cuento y medio? ¿Por qué de repente se sentía tan solo? ¿Por qué de repente su Sanji le hizo tanta falta?

—Ni siquiera está aquí... — se dijo antes de recostarse en su cama, para acabar con morfeo.

Estúpido Romance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora