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Zoro estaba en su casa, se preparaba un licuado para antes de tomar una siesta, tenía poco que se había bañado y estaba dispuesto a beber algo, le hubiera gustado algo menos asqueroso que la avena, pero es lo que había y debía acostumbrarse, además, no estaba de humor como para salir a comprar algo, estaba cansado, su día en la oficina había sido largo.

Estaba sentado en la barra de la cocina, mirando esa foto que tanto adoraba del rubio y bebiendo ese asqueroso licuado lleno de vitaminas y maldita avena.
Para ese momento ya se había cambiado de ropa, tenía una polera negra y sus pantalones de cargo del mismo color, además de sus botas para nada boleadas.

De pronto, el teléfono de la casa, el de la línea fija, empezó a sonar, soltando un chillido desagradable realmente que obligó al moreno a levantarse y contestar, puesto que la contestadora estaba desconectada.

—¿Diga?

—¡Zoro! — el nombrado separó un poco el teléfono de su oído, pues el grito había sido tan fuerte que juraba que había escuchado la voz de Luffy justo a su lado — ¿¡Por qué no contestas?! ¡Te he llamado mil veces a tu celular y nada!

—Idiota, te dije que había tirado mi celular — dijo Zoro mientras se asomaba a la calle por la ventana, moviendo levemente las persianas.

—Ah, cierto shishi — se escuchó del otro lado —, ¿estás en tu casa?

—Estás llamando a la línea fija de mi casa, genio — le dijo Zoro con una so risa en el rostro, a veces no podía creer lo torpe qué era su mejor amigo.

—¡Cierto! — respondió Luffy dándose cuenta de su idiotez —¡oye, es urgente! ¡tienes que ir al parque del centro!

—¿Qué ? ¿Para? — miró su licuado casi terminado qué lo esperaba en la barra de la cocina.

—¡Zoro, Sanji tuvo un accidente!

—¿Qué ? — al escuchar eso Zoro se sintió aturdido, dejó de respirar un segundo, no entendía de que hablaba Luffy, no podía procesar lo que acababa de salir de su boca — No juegues, ¿qué dijiste?

—¡Te digo que tuvo un accidente! — exclamó Luffy—, me escribió para que fuera a ayudarle pero estoy muy lejos, ¡pero es urgente! ¡Creo que chocó y las personas del otro auto le están haciendo algo malo!

—¿Qué mierda? ¿Qué fue lo que te dijo? ¡Luffy, respondeme! —Zoro estaba temblando, sentía su cuerpo vibrar, quería salir corriendo ya mismo de su casa e ir a buscar al blondo, quería matar a los tipos que le estuvieran diciendo algo a su rubio, ya le importaba un bledo si Sanji quería o no su ayuda, él sólo quería que estuviera a salvo. ¿Estaría bien? ¿Estaría asustado? ¿Estaría lastimado?

—¡En el parque del centro, Zoro, estaba muy asustado!

—Mierda, voy para allá — ni siquiera se tomó el tiempo de colgar el teléfono, sólo tomó sus llaves y salió corriendo, sin revisar si había cerrado bien o no, en ese momento lo importante era Sanji.

Luffy por su parte, tenía la cara pálida, volteó a ver a Usopp, quien era la mente maestra del plan, y quien estaba felicitando a Nami por su increíble actuación en el teléfono.

—Chicos, tenemos un problema — les llamó Luffy —: Zoro no tiene su celular, ahora se va a perder porque no puede ver la ubicación.

Usopp le miró palido y Nami con la boca abierta.
—No puede ser.... ¡Todo era perfecto, se iban a reencontrar y...! ¡Tenías que tirar tu celular, Roronoa Zoro! — gritó el narizón al aire, quien había pensado en todo y a la vez, había dejado pasar tan importante detalle sobre su amigo, ahora tal vez no se encontrarían.

—¿Qué probabilidad hay de que Zoro llegue? — dijo Nami suspirando, quien, al conocer la idea de Usopp de juntar a sus amigos para qué hablaran, había dicho que sí al instante.

—Como una en un millón... — suspiró Usopp —, recemos porque lo logre a tiempo...

—Mierda... Si Sanji llega y Zoro no está...

—Se nos va a morir — Nami llevó sus manos a su rostro, sin poder creer lo que estaba pasando, era tan perfecto y de pronto se había arruinado... Juntó sus manos en modo de oración y miró hacia arriba — ilumínalo por una vez, por favor...

Por otro lado, Zoro corría y corría, ya no le importaba su precioso orgullo, le pidió instrucciones a dos personas para saber cómo llegar, y aunque sí, dio una vuelta mal, corría tan rápido que apenas y perdió unos segundos.
No quería perderse, necesitaba llegar a tiempo, necesitaba protegerlo, anhelaba el tenerlo en sus brazos, deseaba poder cuidarlo, poder decirle que estaba ahí para él, que ya no tenía que estar asustado... Necesitaba llegar con Sanji, porque si no lo hacía, se iba a volver loco. Su cuerpo sentía una descarga de adrenalina tremenda, sentía como cada músculos estaba tenso y sus nudillos se volvían blancos de tanto que apretaba los puños. Su corazón latía rápido, pensaba que perdería el aire en cualquier momento...

—Espérame, Sanji.

Estúpido Romance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora