Prologue

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En el vertiginoso mundo de la Fórmula 1, donde la velocidad y la adrenalina son el pan de cada día, Lando Norris y Carlos Sainz Jr. se destacaban no solo por sus habilidades en la pista, sino también por una amistad que desafiaba las rivalidades. Fueron compañeros en McLaren durante dos años, y aunque ahora competían en escuderías diferentes, su vínculo era tan fuerte que se llamaban a sí mismos "mejores amigos".

Carlos guardaba un secreto que pocos conocían: tenía un hermano, Sergio "Checo" Pérez, un modelo internacionalmente reconocido, una figura deslumbrante en el mundo de la moda y la farándula. Sergio, hijo del magnate mexicano Antonio Pérez, había seguido un camino diferente, alejándose del rugido de los motores para conquistar las pasarelas y las portadas de revistas.

La historia de los hermanos Pérez-Sainz era digna de un cuento de hadas moderno, pero con las dosis justas de drama y romance. Antonio Pérez y Carlos Sainz padre, ambos viudos y exitosos empresarios, se conocieron en un evento de negocios. Lo que comenzó como una alianza estratégica se transformó en una historia de amor inesperada. Unidos por la tragedia y el deseo de brindar a sus hijos una familia completa, se casaron cuando Checo tenía solo cinco años y Carlos, ocho. Los niños, aunque distintos en muchas maneras, encontraron en el otro un hermano y un confidente, volviéndose inseparables.

Sin embargo, la vida los llevó por caminos diferentes. Carlos, apasionado por las carreras, se sumergió en el mundo de la Fórmula 1, mientras que Sergio, con su carisma y atractivo, se convirtió en un ícono de la moda. La distancia y sus respectivas carreras enfriaron su contacto, pero nunca su amor fraternal. Años después, Checo regresaba inesperadamente a la vida de Carlos, trayendo consigo una tristeza oculta tras su deslumbrante sonrisa, una sombra que evitaba compartir.

Para Lando Norris, conocer al hermano de Carlos fue un golpe inesperado. Desde lejos, había admirado a Sergio como su modelo favorito, un crush secreto que parecía inalcanzable. Sin embargo, el encuentro en persona fue desastroso. Sergio se comportaba como una diva egocéntrica, sarcástica y mimada, y la burbuja de ensoñación de Lando explotó en mil pedazos. Lo que Lando no sabía era que, tras esa fachada de arrogancia, se escondía un hombre marcado por heridas invisibles.

Checo, por su parte, sintió un flechazo al conocer a Lando. A pesar de la frialdad y el desprecio inicial, decidió divertirse a costa del piloto británico, provocándolo con coqueteos y comentarios mordaces. Para él, Lando era un desafío, una distracción de la tristeza que lo consumía en silencio. Así comenzó una relación tensa y cargada de atracción, donde cada encuentro estaba teñido de chispas y tensión.

Carlos observaba la dinámica entre su hermano y su mejor amigo con una mezcla de curiosidad y preocupación. La hostilidad aparente entre Checo y Lando encubría algo más profundo, una atracción que ambos se negaban a admitir. En el fondo, Carlos sabía que la carrera más importante no se libraba en las pistas de la Fórmula 1, sino en los corazones de aquellos atrapados en una red de emociones complejas y contradictorias.

El destino había reunido a estos tres hombres en un punto crucial de sus vidas. La velocidad, el glamur y la pasión se entrelazaban en una historia de amor y odio, donde cada vuelta en la pista podía cambiarlo todo. En este mundo de alta velocidad y emociones intensas, el amor y el odio se convertirían en los verdaderos protagonistas de una carrera sin igual.

Detest to Adore | Lando & ChecoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora