25. A safe place

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La tensión en la sala de juicio era casi palpable. Checo sentía el peso de cada mirada, de cada susurro entre los presentes. Lysander estaba allí, su expresión firme, pero había una frialdad en sus ojos que le helaba la piel. Checo mantenía la mirada fija en el juez mientras este hablaba, intentando no distraerse, aunque por dentro todo era un torbellino de emociones. Recordaba los momentos de duda, los cuestionamientos y la exposición pública que había soportado. Este era el cierre, el punto final que tanto había esperado.

Finalmente, el juez pronunció el veredicto, fallando a favor de Checo. Fue un alivio como ningún otro, pero la carga emocional de la batalla aún estaba fresca. Al terminar, salió de la sala lentamente, con los ojos algo vidriosos, y fue recibido por su hermano Carlos y sus padres, Carlos Sr. y Toño. Carlos lo recibió con un abrazo fuerte, y su padre Toño, con voz llena de emoción, le susurró al oído:

-Mi niño, sabíamos que podías hacerlo. Eres mucho más fuerte de lo que crees.

Al oír esas palabras, Checo sintió un nudo en la garganta, pero también un gran alivio. Era como si por fin hubiera salido a la superficie tras mucho tiempo atrapado bajo el agua.

Esa noche, Checo y su familia se reunieron para una cena íntima en casa. Aunque el ambiente era sencillo, la energía en el aire era cálida y reconfortante. Carlos no perdió tiempo en contar anécdotas de la infancia de Checo, arrancando risas a todos.

-¿Recuerdan aquella vez que Checo insistió en disfrazarse de Spider-Man y terminó atrapado en la reja del jardín? -contó Carlos entre risas, imitando el pequeño grito de susto de su hermano en aquella ocasión.

-¡No fue mi culpa! Tenía cinco años y... -Checo intentó defenderse, pero las carcajadas de su familia lo hicieron unirse a la risa.

Toño aprovechó el momento para servirle un poco más de su comida favorita, insistiendo en que comiera más, "para recuperar las fuerzas", algo que en otro momento le habría irritado, pero que ahora se sentía como un abrazo invisible de apoyo y afecto. Carlos Sr. observaba la escena con una sonrisa serena, lleno de orgullo.

-Es bueno tenerte aquí, Sergio. -Carlos Sr. le apretó el hombro con ternura-. Aunque ya tienes que dejar de crecer, o terminarás dejándonos atrás.

Checo sonrió, sintiendo como si una calidez se esparciera por todo su pecho, como un respiro en el corazón. La tranquilidad que le daba la compañía de su familia no era algo que siempre hubiera tenido presente, pero ahora, después de todo, podía saborear cada pequeño momento de unión. Se dio cuenta de que los tenía a su lado incondicionalmente, y aunque el camino hacia su recuperación recién comenzaba, no tenía que recorrerlo solo.

[...]

Esa noche, antes de dormir, en la soledad de su habitación, Checo permitió que sus pensamientos fluyeran. Había pasado por momentos difíciles y aunque la herida aún estaba fresca, estaba aprendiendo a reconocer su propio valor y a avanzar sin apresurarse. Frente al espejo, se observó a sí mismo con atención: este era el rostro de alguien que había sobrevivido. Las palabras de su psicóloga le venían a la mente: "A veces el progreso es silencioso; se trata de pequeñas decisiones, de aprender a darte otra oportunidad".

Checo tomó una foto vieja, en la que aparecía más joven, durante uno de sus primeros desfiles. Se veía radiante, confiado. Aquel chico estaba lleno de sueños y era capaz de enfrentarse al mundo sin dudar. Checo miró fijamente la imagen y luego se dirigió al espejo.

-¿Recuerdas quién eras? -susurró al reflejo-. Sigues siendo tú, solo que... más fuerte ahora.

"Soy suficiente", se repitió en un murmullo. No necesitaba la validación de nadie más; estaba aprendiendo a valorarse tal cual era.

Se quedó en silencio unos segundos, como si quisiera que aquellas palabras se volvieran ciertas. Luego, tomando el celular, se tomó una foto frente al espejo, sin filtros, sin sonrisas fingidas, solo él, natural, con la cicatriz emocional aún fresca pero dispuesto a mostrarla.

Al subir la foto a sus redes sociales, escribió: "Aprender a vivir contigo mismo es un viaje. Hoy estoy en paz porque sé quién soy. Un día a la vez". La publicación fue recibida con apoyo y mensajes de aliento de sus seguidores y amigos, quienes entendieron que, tras todo lo ocurrido, Checo estaba avanzando.

Por primera vez, su imagen en redes mostraba algo más que moda o perfección; era una declaración de su propio proceso de sanación, de su humanidad. Al ver la reacción positiva, sintió que, aunque no era fácil, cada paso en su vida lo acercaba a una versión más completa de sí mismo.

[...]

A la mañana siguiente, Charles y Lando llegaron a su casa, en un claro intento de apoyar a Checo.

Después de un asfixiante abrazo por parte de Charles y unas cálidas y particulares cortas palabras de Lando, Checo salió a dar un paseo en el parque para despejarse. No esperaba que Lando lo siguiera y fuera quien lo llamara desde lejos mientras se acercaba con una sonrisa nerviosa en el rostro. Al detenerse frente a él, Lando parecía más inseguro de lo habitual, y sus manos jugaban con las mangas de su chaqueta, como si intentara ocultar sus nervios.

-Checo... esto... bueno, necesitaba decirte algo -empezó, carraspeando. Se notaba que estaba nervioso.

Checo lo miró con una sonrisa divertida.

-¿Me vas a confesar un secreto? Porque me encantan los secretos jugosos -bromeó, tratando de aliviar la tensión en Lando, quien soltó una pequeña risa, visiblemente más relajado.

-Es algo así -respondió Lando, mirándolo directamente a los ojos, aunque su voz se volvía un susurro-. Quiero que sepas que lo que siento por ti es... diferente. No es solo amistad. Tus sentimientos, no son unilaterales. Checo, me gustas, de verdad.

Checo lo miró por unos segundos, sorprendido, pero con una sonrisa que iba creciendo poco a poco. Lando continuó.

-Sé que ahora no es el mejor momento, y sé también que has pasado por mucho... No estoy aquí para presionarte ni nada. Solo quería que lo supieras. Si decides que no... -Lando hizo una pausa, desviando la mirada, pero se obligó a mirarlo nuevamente-. Si decides que no soy lo que necesitas, eso estará bien. Pero no voy a alejarme de ti. Solo quiero verte feliz, eso es lo que más me importa.

Checo sintió que su corazón latía un poco más fuerte al escuchar esas palabras. Había sinceridad en cada una de ellas, y verlo a Lando, siempre tan seguro de sí mismo, ahora tan vulnerable, le conmovía. Sin pensarlo demasiado, Checo sonrió y, en un gesto ligero, le dio un golpecito en el hombro.

-¿Sabes qué? Me gustan las personas valientes, y no puedo negar que esto fue muy valiente, London.

Lando soltó una risa aliviada, aunque sus mejillas estaban algo sonrojadas. La tensión se disipó entre ambos, y Checo, aunque no sabía hacia dónde iría esta nueva versión suya, se sintió seguro de dar un paso adelante.

-Por ahora, solo necesito que estés aquí -le dijo Checo, sin perder la sonrisa-. No tengo prisa, pero quiero que sepas que me haces sentir bien.

Lando asintió, visiblemente emocionado, y le dio un abrazo que ambos recibieron con genuina calidez. Para ellos, este era un nuevo comienzo, un primer paso hacia algo que prometía ser mejor y más sincero que lo que habían tenido hasta ahora.

Detest to Adore | Lando & ChecoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora