6

39 33 0
                                    

Durante unos instantes, el silencio entre ellos fue cómodo, como si no necesitaran palabras para llenar el espacio. Sin embargo, Nayeon parecía querer aliviar la atmósfera densa que había caído sobre Jimin, así que decidió iniciar una conversación más ligera.

—Sabes, no todos los días tengo la oportunidad de sentarme y conversar con alguien fuera de mis compañeros de trabajo. Este lugar puede ser... bastante solitario, a pesar de estar rodeado de tantas personas.

—¿En serio?— Jimin la miró, curioso— Pensé que los hospitales siempre estaban llenos de movimiento y conversaciones.

—Lo están, pero las conversaciones suelen girar en torno a temas médicos, informes, diagnósticos... —Nayeon hizo una pausa para dar un sorbo a su café—. A veces es agradable hablar de algo más, algo que no esté relacionado con la vida y la muerte.

—Entiendo. —Jimin asintió, comprendiendo—a mí me pasa algo parecido. Aunque trabajo con niños, la mayor parte del tiempo estoy en medio de juegos o canciones infantiles. Pocas veces tengo una conversación adulta fuera del trabajo.

Nayeon soltó una pequeña risa, imaginándose a Jimin rodeado de niños pequeños.

—Debe ser adorable, pero también agotador— dijo con una diversión palpable en su voz.

—Lo es —dijo Jimin, sonriendo de vuelta—. Pero lo disfruto. Los niños tienen una manera única de ver el mundo, te enseñan a encontrar alegría en las pequeñas cosas.

—Suena como un trabajo gratificante —respondió Nayeon con un brillo en los ojos—. Siempre he admirado a las personas que tienen la paciencia y la dedicación para trabajar con niños. Yo, en cambio, decidí seguir una profesión en la que me siento útil de otra manera.

—Me habías mencionado algo sobre tu padre —recordó Jimin, haciendo énfasis en la conversación que tuvieron antes, la observó en silencio, admirando la determinación y la compasión que irradiaba. —Y solo puedo seguir pensando que eso es increíble. Realmente admiro lo que haces.

Ella sonrió, un poco avergonzada por el cumplido.

—Gracias, aveces es duro, especialmente cuando no puedes salvar a alguien. No obstante, luego hay momentos en los que haces una diferencia, y esos momentos lo hacen todo valioso.

El silencio volvió a caer entre ellos, pero esta vez era más ligero, menos opresivo. Hablar sobre cosas triviales, sobre su vida y sus experiencias, había creado una conexión entre ellos, una que iba más allá de la situación tensa en la que se encontraban.

—Por cierto —dijo Nayeon, rompiendo el silencio—. No sé si ya te lo había dicho, pero me llamo Nayeon.

—Creo que no lo habías mencionado oficialmente.—Jimin se rió suavemente— yo soy Jimin, Park Jimin, aunque supongo que ya lo sabías.

—Sí, ya lo sabía —respondió Nayeon, sonriendo—. Pero es bueno hacerlo formal. Sabes... —ella vaciló por un momento—. Si alguna vez necesitas hablar o simplemente distraerte, me gustaría darte mi número. No tienes que estar solo en todo esto.

Jimin parpadeó, sorprendido por el ofrecimiento, pero agradecido por la amabilidad de Nayeon.

—Eso sería... realmente bueno. Gracias, Nayeon. Déjame darte el mío también.

Ambos sacaron sus teléfonos, y durante un breve momento, intercambiaron números. La simple acción parecía una pequeña chispa de normalidad en medio de todo el caos que rodeaba a Jimin.

—Listo —dijo Jimin con una pequeña sonrisa sintiéndose un poco más ligero de lo que se había sentido en días,—ahora, si alguna vez te cansas del hospital, puedes llamarme y hablaremos de cualquier otra cosa.

HOPE|• Yoonmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora