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El aire en la habitación parecía haberse vuelto más pesado cuando Yoongi observó a Jimin levantarse de la cama, su cuerpo moviéndose con una lentitud que traicionaba el cansancio acumulado en cada fibra de su ser. Había algo en la manera en que Jimin se sostenía a sí mismo, una fuerza que no correspondía con la fragilidad visible en sus ojos.

—¿Por qué te pones de pie?, ¿A dónde vas?— Yoongi, con una voz suave y ligeramente quebrada, preguntó.

Jimin se detuvo por un momento, una sombra de recuerdos pasando por su mente, recuerdos de tantas mañanas en las que Yoongi le había reclamado con un tono medio adormilado y juguetón por dejarlo solo en la cama. Aquellos pequeños reclamos, que en su momento parecían insignificantes y un pequeño berrinche, ahora se erigían como monumentos a la normalidad perdida, a una rutina que ambos anhelaban desesperadamente recuperar. Jimin sonrió ligeramente, un gesto que llevaba consigo un eco de esos tiempos más simples.

—Voy a darme un baño,—respondió con una suavidad que intentaba disfrazar la nostalgia en su voz,—Taehyung traerá algo de comer pronto.

Yoongi lo observó en silencio, sus emociones enredadas en un nudo que no sabía cómo deshacer, la habitación que antes había estado llena de la calidez que solo Jimin podía aportar, se sentía ahora vacía, como si el simple acto de marcharse hubiera arrancado algo esencial del ambiente. Mientras Jimin se alejaba, Yoongi se dejó caer de nuevo sobre la cama, la suave presión del colchón ofreciéndole un consuelo limitado, su mirada antes perdida en el espacio se dirigió hacia la mesita de noche a su lado donde una fotografía descansaba con la tranquilidad de los días antiguos.

Tomó el marco entre sus manos, y sus ojos se posaron sobre la imagen en la que él y Jimin, visiblemente más jóvenes, sonreían como si el mundo les perteneciera, en la fotografía se veía como Yoongi sostenía un par de guantes tintados de un vibrante color naranja, mientras Jimin sujetaba unos de un tono verde menta, casi rozando el verde agua. Le fue imposible no notar la felicidad que irradiaban en aquella imagen; todo el amor que compartían había quedado encapsulado en ese pequeño trozo de papel, detenido en el tiempo.

Yoongi sintió una punzada en el pecho, una mezcla de dolor y anhelo, una urgencia desesperada por recordar, las piezas del rompecabezas que conformaba su vida estaban esparcidas por su mente, desordenadas, inalcanzables. Quería, más que nada, que todo volviera a encajar, que los recuerdos regresaran con la misma claridad con la que veía esa fotografía. Porque, aunque no podía ponerle palabras exactas, algo en la forma en que Jimin lo miraba, algo en la manera en que él mismo sonreía en esa imagen, le decía que ese amor, ese fragmento de tiempo congelado, era la esencia misma de su felicidad.

El silencio en la habitación era ensordecedor, y Yoongi se sentía solo, terriblemente solo, a pesar de estar rodeado de pruebas de una vida que alguna vez fue suya, quería recordar todo lo sucedido, deseaba desesperadamente poder cerrar los ojos y revivir aquellos momentos, entender qué era lo que hacía que Jimin lo mirara con tal devoción, con un amor tan palpable que casi podía sentirlo envolviéndolo, incluso ahora.

El peso de la nostalgia lo envolvió, dejándolo aún más perdido en ese mar de incertidumbre, tocó su cabeza tras sentir una punzada en su sien, sabía que lo que estaba en juego era mucho más que simples recuerdos; era su identidad, su conexión con alguien que claramente lo amaba con todo su ser. Esa fotografía, junto con todas las demás que adornaban la habitación, eran testigos mudos de una historia que él no podía recordar, pero que sentía que debía ser hermosa.

Finalmente, se dejó caer sobre las sábanas, la fotografía aún en sus manos, deseando con cada fibra de su ser poder devolverle a Jimin la felicidad que veía en sus ojos en esa imagen. El Yoongi de la fotografía no solo sostenía un par de guantes; sostenía el mundo entero en sus manos. Y, aunque el Yoongi de ahora se sentía perdido, una parte de él sabía que el amor de Jimin era lo único que podría guiarlo de vuelta a ese lugar, a ese tiempo donde todo encajaba y donde ambos eran felices juntos.

Sus ojos inspeccionaban con curiosidad la recámara, el deseo de tocar esa felicidad que irradiaban las fotografías colgadas en la habitación creció en el pecho de Yoongi, como una llama débil que empezaba a consumirlo lentamente. Con una determinación nacida de la necesidad, tomó sus muletas y, aunque sus piernas temblaban y el peso del vacío en su mente lo hacía tambalearse, se puso de pie, cada paso hacia esa pared, esa galería de recuerdos encapsulados, era un esfuerzo monumental, como si estuviera caminando a través de un terreno pantanoso, arrastrando consigo las sombras de su amnesia.

Cuando llegó a la pared, sus ojos recorrieron con avidez las fotografías que colgaban en un patrón que formaba un corazón, la calidez que emanaba de esas imágenes era casi tangible, una caricia para un alma rota. Allí estaban él y Jimin, eternamente enamorados, había imágenes de citas en parques donde las hojas caídas les creaban un sendero dorado, acuarios donde sus rostros se reflejaban en el cristal mientras los peces nadaban en armonía a su alrededor, playas donde las olas parecían susurrar promesas de amor eterno, y campos donde el viento jugaba con sus cabellos, despeinándolos en una perfecta imperfección.

Habian fotos de ellos en conciertos, se veía como la energía vibrante los unía en una misma frecuencia, y en los museos, compartían el silencio reverente ante las obras que contaban historias pasadas. Una foto capturaba a Jimin durmiendo, su rostro sereno en la paz de sus sueños, y en otra, él descansaba sobre el pecho de Yoongi, como si ese fuera su lugar en el mundo, el sitio donde pertenecía sin cuestionamientos.

Innumerables momentos de ambos formaban una pequeña película que su corazón reconocía aunque su mente no lo hiciera.

Alrededor del corazón de fotografías, otras imágenes decoraban la pared, algunas mostrando a un pequeño niño cuya sonrisa podría haber iluminado la habitación más oscura. Del techo colgaban pequeñas mariposas de colores hechas de papel delicado, moviéndose suavemente al compás de una brisa imaginaria, como si danzaran en el aire, llevando consigo secretos y promesas. Yoongi alargó la mano, impulsado por una curiosidad latente, y tomó una de ellas, al abrirla con cuidado, descubrió que había algo escrito en su interior, palabras que lo llamaban desde un tiempo que no podía recordar.

“Motivo 40 por el cual me enamoré de ti…”— leyó en voz baja, sus labios apenas moviéndose mientras sus ojos recorrían las letras—.“Jimin eres como una flor en plena floración, si fueras una flor tus pétalos serían suaves como tu corazón, cada capa de ti es un misterio que deseo desvelar, una belleza que nunca se marchita, incluso en los días más oscuros. Como una rosa, llevas espinas que protegen tu esencia, y aunque a veces me pincho con ellas, el dolor solo me recuerda lo mucho que vale la pena amarte.”

Una sonrisa tímida se asomó en sus labios, sin embargo inmediatamente se desvaneció dejándolo con un peso en el pecho que parecía aplastarlo. Esa nota, ese simple pedazo de papel que llevaba consigo un fragmento de su vida, era una pieza del rompecabezas que parecía ser el punto de partida. Allí, entre las palabras amorosas estaba la esencia de su relación con Jimin, un amor tan profundo y complejo como las raíces de la rosa misma.

El simple hecho de conocer nuevamente a Jimin se le presentó como una idea tentadora, una promesa de redescubrimiento. Aunque la noción de reconstruir su vida desde cero lo aterraba, la forma en que Jimin lo había amado, la manera en que cada una de esas fotos y notas hablaban de un cariño incondicional, le hacía desear intentarlo.

Yoongi dejó caer la mariposa de papel, permitiendo que flotara de vuelta al suelo, sus pensamientos girando en un torbellino de emociones. Ese amor, capturado en imágenes y palabras, lo llamaba, como si cada foto, cada recuerdo encapsulado en esas cuatro paredes, lo incitara a seguir adelante, a tomar la mano de Jimin una vez más, y permitirse florecer junto a él, como una rosa que se abre a la luz después de una tormenta.

HOPE|• Yoonmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora