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Yoongi, atrapado en el torbellino de emociones que despertaban en su interior a causa de esas notas de amor olvidadas, dejó caer la mariposa de papel que había leído, pero no pudo resistir la tentación de seguir desvelando los secretos que colgaban del techo. Sus manos, temblorosas por la mezcla de nostalgia y anhelo, alcanzaron otras cuatro mariposas, desprendiéndolas con cuidado, cada una de ellas llevaba consigo un trozo de su historia, un pedazo del amor que una vez compartió con Jimin.

La primera mariposa que abrió hablaba de las pequeñas cosas, de cómo Jimin se había enamorado de su risa, de su capacidad de encontrar humor en los momentos más inesperados, y de cómo su risa, sincera y despreocupada, se había convertido en la melodía favorita de Jimin. La segunda mariposa contenía palabras sobre la paciencia de Yoongi, sobre cómo Jimin siempre había admirado la calma con la que enfrentaba los desafíos, como si el mundo no pudiera tocarlo, como si tuviera un refugio secreto dentro de sí mismo, donde encontraba la fuerza para seguir adelante.

La tercera mariposa narraba la devoción que Yoongi mostraba en todo lo que hacía. Jimin lo describía como un hombre cuya pasión se derramaba en cada nota de música que componía, en cada palabra que escribía, en cada gesto que dedicaba a los demás. Jimin había visto en Yoongi una intensidad que lo había consumido, que lo había arrastrado hacia él como un imán irresistible.

Finalmente, Yoongi alcanzó una mariposa de color azul pastel, cuya delicadeza le recordó a las tardes de primavera, cuando el cielo se tiñe de un azul suave y el aire se llena de la fragancia de las flores recién abiertas. Al desdoblarla, sus ojos recorrieron las letras con una mezcla de anticipación y miedo.

“Motivo número 13 por el cual me enamoré de ti: Sabes, Yoongi, no soy bueno con las palabras como tú, sin embargo, me atrevo a decir que reunieron toda la calidez del verano y la primavera en tu corazón. Te amo con cada latido de mi corazón.”

Esas palabras lo golpearon con la fuerza de un torrente incontrolable, la calidez que Jimin veía en él, la luz que irradiaba, era un reflejo de lo que Yoongi alguna vez fue. Pero ahora, ese Yoongi se sentía distante, casi irreconocible. Las lágrimas, que había contenido con esfuerzo, comenzaron a deslizarse por sus mejillas, cayendo como gotas de lluvia sobre la mariposa que aún sostenía.

Quiso tomar otra mariposa, aferrarse a cualquier cosa que pudiera darle más respuestas, más fragmentos de ese amor que apenas recordaba, justo cuando extendía la mano, un suave toque en la puerta lo interrumpió. La voz de Taehyung, calmada y cuidadosa, lo sacó de su trance.

—Yoongi, traje algo de comida —anunció Taehyung con suavidad.

Yoongi, sintiendo el peso de las mariposas en su corazón y en sus manos, volvió torpemente a la cama, sus pasos pesados por la mezcla de emociones. Se sentó, dejando que Taehyung entrara, el pelirrojo le ofreció una tabla donde reposaba un plato con una ensalada y pollo hervido, sin condimentos, una comida sencilla que reflejaba la necesidad de cuidar su cuerpo debilitado.

Taehyung colocó una mano sobre su hombro, un gesto que contenía toda la empatía que podía ofrecer en ese momento.

—Todo estará bien, Yoongi —dijo con voz tranquila cargada de preocupación.

Yoongi, con las lágrimas aún cayendo, levantó la mirada hacia él, sus ojos llenos de una mezcla de dolor y confusión.

—Jimin me amaba demasiado, ¿Verdad? —preguntó, su voz quebrándose bajo el peso de la incertidumbre.

Taehyung asintió animadamente, con una sonrisa triste, pero genuina.

—Eres la felicidad de Jimin, Yoongi. Desde que llegaste a su vida, cambiaste todo en él, pintaste su mundo grisáceo, convirtiéndolo en un paraíso artístico. Gracias a ti, Jimin siguió adelante. Juntos lograron cosas grandes, ¿no lo recuerdas?

HOPE|• Yoonmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora