2

53 32 0
                                    

La habitación del hospital, con sus paredes blancas y frías, parecía cerrar sus fauces alrededor de Yoongi, envolviéndolo en una sensación opresiva. El olor a desinfectante, tan penetrante como un cuchillo, se mezclaba con el aroma acre de los medicamentos, creando una atmósfera que lo aturdía y asfixiaba. Cada respiro que tomaba parecía llenarlo de una niebla espesa, dificultando no solo su capacidad para pensar con claridad, sino también para recordar.

Yoongi observó a su alrededor, sus ojos recorriendo la habitación con desesperación, buscando algo familiar, algún rastro de su vida anterior, pero solo encontraba vacíos que le devolvían la mirada. Los monitores parpadeaban con una serenidad desconcertante, como si se burlaran de su tormento interior.

El eco de las palabras del doctor aún resonaba en su mente: “Al parecer a causa del golpe que sufrió, ha desarrollado indicios de una ligera amnesia”. Sin embargo para Yoongi, esa ligera pérdida era un abismo insondable. Su identidad, su historia, todo lo que lo definía parecía haber sido borrado como si una ola gigantesca hubiera arrasado con su mente, dejando solo escombros y oscuridad.

El silencio en la habitación era ensordecedor, cada segundo que pasaba se sentía como una eternidad, una lenta tortura que desgarraba su alma, el tiempo se arrastraba, implacable, y con él, la sensación de abandono y soledad crecía dentro de él, como una sombra que se extendía y devoraba todo a su paso.

Se quedó mirando la puerta, esperando que alguien entrara y rompiera ese hechizo de incertidumbre que lo mantenía prisionero, para su gusto la puerta permanecía cerrada, y la desesperanza comenzaba a calar hondo en su ser. El miedo crecía en su pecho, un monstruo que se alimentaba de su confusión y lo mantenía paralizado.

—¿Qué me está pasando? —murmuró Yoongi, su voz apenas un susurro que se perdió en el vacío de la habitación. Se sentía atrapado en una pesadilla de la que no podía despertar, una pesadilla donde el pasado se había desvanecido y el futuro era una incógnita aterradora.

Los recuerdos que intentaba alcanzar se deshacían entre sus dedos como arena, por más que intentaba recordar su vida, su familia, sus amigos, cada intento era en vano; era como si estuviera mirando a través de una ventana empañada, donde las figuras eran borrosas e inalcanzables.

La imagen de Jimin, el chico rubio que se había presentado como su novio, aparecía y desaparecía en su mente como un fantasma. Había visto el dolor y la confusión en sus ojos, y aunque no lo recordaba, una parte de él quería consolarlo, decirle que todo estaría bien. Pero ¿cómo podía hacerlo cuando él mismo estaba tan perdido?

Yoongi se llevó una mano a la cabeza, masajeando sus sienes en un intento inútil de aliviar el dolor que latía en su cráneo. Sentía como si un tornado de emociones lo envolviera, girando y girando sin cesar, arrastrándolo hacia el centro de su tormento.

—¿Por qué nadie me dice qué pasó? —exclamó con frustración, su voz quebrándose. La falta de respuestas era un tormento constante, un agujero negro que absorbía toda su energía y esperanza. Cada minuto que pasaba sin una explicación se sentía como una eternidad, un peso que lo hundía cada vez más en la desesperación.

Los sonidos del hospital, los pasos lejanos de las enfermeras, el pitido constante de los monitores, se mezclaban en un zumbido interminable que hacía eco en su mente. La soledad se hacía más palpable con cada segundo que pasaba, y Yoongi sintió que estaba al borde de un abismo, a punto de caer en una oscuridad aún más profunda.

Miró la ventana, deseando que la luz del sol pudiera disipar las sombras que lo rodeaban. Pero el cielo nublado reflejaba su estado de ánimo, un gris perpetuo que no ofrecía consuelo. Cerró los ojos, intentando encontrar alguna paz en su interior, pero solo encontró más preguntas sin respuesta, más miedo y tristeza.

HOPE|• Yoonmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora