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El sonido de las risas y las bromas llenaba la sala mientras Jungkook y Yoongi seguían inmersos en el juego, una distracción que había logrado apaciguar aunque fuera por un instante las preocupaciones que habían nublado la mente de Yoongi durante semanas. Jimin y Taehyung habían regresado con bebidas, frituras, y fruta picada, creando un pequeño festín improvisado que acompañaba sus partidas. El ambiente estaba teñido de una calidez reconfortante, una burbuja donde los problemas parecían menos agobiantes y donde las heridas del alma encontraban un respiro temporal.

Las partidas continuaron, llenas de risas y de pequeños momentos de camaradería, el tiempo transcurría con una ligereza inesperada, y para Yoongi, cada segundo se sentía como un tesoro, un regreso fugaz a la normalidad que tanto anhelaba, sin embargo, pronto llegó la hora en la que Taehyung y Jungkook tuvieron que marcharse, dejando a Yoongi y a Jimin en la tranquila compañía de la tarde que ya empezaba a teñirse con los suaves tonos del ocaso.

Cuando la puerta se cerró tras ellos, el silencio se extendió por la habitación como un susurro envolviendo a los dos en una atmósfera de intimidad. Jimin como siempre se encontraba atento a los cambios en el ánimo de Yoongi, que le fue fácil ver la leve sombra de melancolía que empezaba a posarse sobre él, como si la ausencia de los demás hubiera devuelto de golpe el peso de su situación.

—Hyung, ¿qué te parece si salimos un rato al parque? —sugirió Jimin con una sonrisa suave, sus ojos brillando con la esperanza de mantener esa chispa de alegría que habían compartido hace unos momentos.

Yoongi suspiró desviando la mirada hacia sus muletas apoyadas en una esquina de la habitación, el simple pensamiento de caminar hasta el parque le parecía agotador, tanto física como mentalmente, no quería ser una carga para Jimin, no quería que su condición limitara la libertad que ambos necesitaban.

—No quiero ser una carga, Jimin —respondió con un tono cansado—. Las muletas me ralentizarían y no quiero que tengas que esperar por mí.

Jimin previendo la reticencia de Yoongi se acercó con esa ternura que siempre lograba quebrar las defensas del pálido, se inclinó ligeramente su expresión se transformó en un puchero que desarmaría hasta al corazón más duro, sus ojos grandes y brillantes como los de un cachorro esperando un "sí".

—Entonces salgamos en tu silla de ruedas, hyung, no tienes que preocuparte por nada, yo me encargaré de todo. —La voz de Jimin era tan dulce y persuasiva que Yoongi, a pesar de sus dudas, sintió cómo su resolución se debilitaba bajo la luz de esos ojos que parecían prometerle un rato de paz.

Yoongi incapaz de resistirse a la mirada de Jimin dejó escapar un pequeño suspiro y finalmente asintió, una sonrisa radiante se dibujó en el rostro de Jimin como si el simple hecho de haber convencido a Yoongi fuera la victoria más grande del día. Con cuidado y delicadeza, ayudó a Yoongi a acomodarse en la silla de ruedas, asegurándose de que estuviera cómodo antes de salir.

El parque estaba cerca, era un pequeño refugio natural en medio de la ciudad que ofrecía una sensación de serenidad difícil de encontrar en otro lugar, al llegar los árboles altos se mecían suavemente con la brisa, sus hojas susurrando historias olvidadas mientras el sol del atardecer se filtraba a través de las ramas, pintando sombras danzantes en el suelo. El camino de piedra que recorría el parque serpenteaba entre arboledas y pequeñas praderas, guiando a los visitantes hacia rincones donde podían perderse en la belleza del entorno.

Jimin empujaba suavemente la silla de Yoongi, y ambos disfrutaban del aire fresco, del olor a tierra húmeda y a flores silvestres que llenaban el ambiente, a medida que avanzaban el murmullo de un riachuelo cercano llegó a sus oídos, invitándolos a acercarse, el agua corría clara y tranquila, reflejando los últimos rayos del sol que teñían el cielo de un suave tono anaranjado, como si el día se despidiera con una promesa de paz.

HOPE|• Yoonmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora