HOPE|• Yoonmin

22

El silencio de la habitación era cálido, casi acogedor, roto solo por el sonido rítmico de la respiración de Jimin y el latido constante del corazón de Yoongi, que resonaba en su pecho como una melodía suave, no obstante, un sonido más primitivo se hizo presente, un rugido bajo que provenía del estómago de Yoongi, quebrando el silencio como el trueno que precede a la tormenta, Jimin, que había estado cerca de su pecho, alzó la cabeza, sus labios esbozando una sonrisa al escuchar la queja del hambre.

—Creo que alguien necesita un buen desayuno,—dijo Jimin con un tono juguetón, sus dedos rozando suavemente el cabello de Yoongi antes de alejarse de él con una promesa en los ojos—Voy a la cocina a preparar algo, hoy quiero que salgamos a revelar algunos de los cartuchos de mi cámara, como solíamos hacer antes... Pero esta vez llevaremos los seis que no hemos revelado desde el accidente."

Yoongi asintió, sintiendo una punzada de curiosidad y una sombra de nostalgia al pensar en esos cartuchos que contenían momentos atrapados en el tiempo, instantes de una vida que aún estaba tratando de recordar por completo.

—Te esperaré,— respondió, su voz teñida de una calidez que trataba de esconder la inquietud que se colaba en su corazón.

Cuando Jimin finalmente salió de la habitación, llevándose consigo el ruido de su respiración y la calidez de su presencia, Yoongi sintió el peso del silencio caer sobre él como una manta pesada, sus ojos vagaron por la habitación, pronto su atención se desvió hacia una presión sorda que comenzó a pulsar en su sien, como un martillo golpeando con insistencia en un clavo profundo, cerró los ojos, dejando que su cabeza cayera hacia atrás contra el respaldo de la cama, y acarició suavemente su frente, como si pudiera ahuyentar el dolor con un simple toque.

—Debe ser el esfuerzo de anoche,— pensó, recordando la tensión que había sentido en su cuerpo mientras intentaba desenterrar los fragmentos perdidos de su vida, esos momentos que ahora se le escapaban como el humo de un cigarro.

Con movimientos cuidadosos, se inclinó hacia la mesita de noche y tomó una pastilla para el dolor, la tragó con un suspiro de resignación y se recostó de nuevo en la cama, esperando que el alivio llegara pronto, mientras esperaba, su mente se llenó de pensamientos sobre Jimin, sobre la manera en que sus ojos se oscurecían con el miedo cada vez que se mencionaba a sus padres, y la tristeza oculta que velaba su sonrisa, sabía que, de alguna manera, sus padres estaban en el centro de ese dolor, pero no comprendía exactamente cómo, ni por qué. No podía soportar la idea de lastimar a Jimin al pedirle que reviviera esos momentos oscuros, aunque al mismo tiempo, sabía que necesitaba respuestas.

Acarició la sábana con la punta de los dedos, como si fuera el rostro de Jimin, pensando en cómo podría abordar el tema sin herirlo, quería encontrar las palabras correctas, las más suaves, aquellas que podrían desatar las cadenas del silencio sin romper el corazón de Jimin. Se sentía atrapado en un laberinto de incertidumbre, sabiendo que cada palabra que eligiera podría ser la clave para abrir una puerta hacia el pasado o una que los llevara a un dolor más profundo.

—Lo último que quiero es hacerle daño,—pensó, su corazón apretándose con una mezcla de amor y desesperación, se repetía que no podía permitir que Jimin se rompiera más de lo que ya estaba, que debía ser su ancla en esta tormenta de emociones. Quería protegerlo, pero también necesitaba entender. Era un delicado equilibrio que tenía que manejar con una precisión casi quirúrgica.

El dolor en su sien comenzó a ceder, dejando una sensación de alivio difuso, y se permitió cerrar los ojos por un momento, planeando en su mente cómo encontrar las respuestas que tanto buscaba. Imaginaba conversaciones, escenarios en los que podría abordar el tema con cuidado, donde sus palabras fueran suaves como el algodón, envolviendo a Jimin en una burbuja de seguridad.