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La hora de la salida de Yoongi llegó más rápido de lo que ambos hubieran deseado, el hospital que durante semanas había sido un refugio, un lugar donde las preguntas y los miedos se suspendían en el aire estéril de las salas ahora se volvía un espacio asfixiante, listo para dejarlos ir, para empujarlos de vuelta al mundo real, donde las incertidumbres no podían ser ignoradas.

Jimin, con el cansancio pintado en sus ojeras y la tensión acumulada en cada fibra de su cuerpo, ayudó a Yoongi a ponerse la chaqueta que había traído, sus manos temblaban ligeramente, no solo por la falta de sueño, sino por la carga emocional de saber que, aunque salieran de ese hospital, las heridas que no se ven seguirían abiertas.

Mientras cruzaban el pasillo en dirección a la salida, el sonido de sus pasos resonaba en el silencio, un eco que parecía reflejar el vacío en la mente de Yoongi. Jimin, a su lado, se mantuvo en silencio, sin saber qué palabras podrían mitigar el dolor invisible que ambos compartían.

Al girar la esquina para dirigirse a la puerta principal, se encontraron con una figura familiar que esperaba en el vestíbulo, Taehyung, con su aire despreocupado y su sonrisa cálida, se adelantó al verlos, sus brazos abiertos y listos para recibir a Jimin en un abrazo que contenía toda la preocupación y el cariño de años de amistad.

—Minmin —dijo Taehyung, su voz vibrando con una mezcla de alivio y emoción mientras lo estrechaba entre sus brazos—. Me alegra tanto verte, estaba muy preocupado.

Jimin se dejó envolver por el abrazo, permitiéndose unos segundos de descanso en el consuelo que solo un amigo cercano puede ofrecer, cuando finalmente se separaron, Taehyung dirigió su mirada hacia Yoongi, sus ojos brillando con genuina alegría.

—Yoongi, ¿Cómo te encuentras?—dijo Taehyung, dando un paso hacia él,—. Es un alivio verte bien, Jimin me contó que estabas aquí y vine lo más rápido que pude.

Yoongi, sin embargo, se quedó inmóvil, su mirada alternando entre Jimin y Taehyung con una expresión de confusión que no podía ocultar. Había una sensación de desconcierto en sus ojos, como si no supiera dónde ubicarse en esa escena, como si no comprendiera qué papel debía jugar.

—¿Quién es él? —preguntó Yoongi, su voz baja cargada de incertidumbre, dirigiéndose a Jimin como si esperara una explicación para todo lo que le rodeaba.

Jimin formó una mueca, un gesto que Taehyung no pasó por alto, pero que decidió no comentar, en lugar de eso Jimin dirigió su atención a Taehyung, intentando desviar la conversación.

—¿Trajiste el auto? —preguntó Jimin, su voz ligeramente forzada, tratando de mantener la calma mientras sentía cómo el peso de la situación se hacía cada vez más pesado.

—Sí, está afuera —respondió Taehyung, aunque en su mirada se podía leer la confusión, era obvio que algo no estaba bien, a pesar de eso no era el momento de indagar más. En cambio, optó por seguir el flujo de la conversación, captando lo cansado que estaba Jimin—. Lo traje hasta la entrada. Vamos, los llevaré a casa.

Mientras caminaban hacia la salida, Taehyung se maldijo a sí mismo por haber pasado un año fuera de Corea, estudiando en el extranjero, la culpa lo consumía, y no podía evitar pensar en lo diferente que podrían haber sido las cosas si hubiera estado allí para su amigo desde el principio. En cuanto se enteró de lo que había sucedido, apenas dos días atrás, había tomado el primer vuelo de regreso, sin pensar en nada más que en estar junto a Jimin y Yoongi.

Cuando llegaron al auto, Taehyung ayudó a Jimin a meter a Yoongi en el asiento trasero, su mirada todavía llena de preocupación por el estado de su amigo. Jimin se dejó caer en el asiento del copiloto con un suspiro pesado, como si todo le pareciera monótono.

HOPE|• Yoonmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora