𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 12

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Chica
La ira en el Don se podía palpar, nunca lo había visto tan molesto, apretaba sus puños hasta que los nudillos se pusieron blancos, tambien podia ver las venas de su cuello totalmente expuestas por el aumento del ritmo cardiaco.
Unas mujeres entraron a la cocina, eran las madres de los niños.
- Mi hijo! Mi pequeño, gracias al cielo que estás bien. -  La mujer tomo a su hijo besándolo por toda su cara. - Gracias por ponerlos a salvo. - Se dirigió a mi la mujer.
- Eh? Pregunté.
- Vi cuando todo pasó, como defendiste al pequeño Mateo y luego te llevaste a todos los niños. Si no lo hubieras hecho, ellos... Ellos... Se los hubieran llevado... Terminó con la voz quebrada.
- No tiene nada que agradecer.
- Así que fue por ti que nuestros niños están bien. Gracias.
- De nada.
Poco a poco todos fueron abandonando el lugar, el Don me tomo entre sus brazos para cargarme.
- Que hace?
- Te llevaré a la sala para que el doctor te atienda.
- Puedo caminar.
- No, no puedes, yo te llevaré.... Maldito, debí herirlo para hacerle pagar mil veces cada golpe que te dió, te juro que encontraré al culpable de todo esto y lo lamentara.
- Por qué?
- Por qué nadie pone un solo dedo encima en lo que es mío. Y tú Chica eres mía. Te juro que lo lamentaran.
- Gracias por ayudarme, creí que me mataría.
- Jamás lo permitiría.
- ...y si yo misma lo hiciera. - murmuré para mi misma.
- Que?
- Nada.
El resto de la tarde se pasó con hombres entrando y saliendo para "limpiar" todo, levantaron los cuerpos, recogieron las armas y casquillos, limpiaron la sangre, atendieron a los heridos y entre ellos, a mí; diagnóstico, nariz nuevamente fractura, mejilla hinchada, marcas en mi cuello y un par de dedos lastimados, resultado, otro maldito mes sin hacer ejercicio. Entrada la media noche todo el jardín estaba como si nada hubiera pasado, salvó un par de jardineras que fueron destruidas; todos se encontraban dormidos, todos menos yo que me dirigía a la cocina por algo para comer.
Calenté algo de lo que estaba en el refri, comi en silencio para no molestar a nadie hasta que al parecer el Don tampoco podía dormir.
- Chica, como estás?
- Bien.
- Como puedes estar bien? Tienes una fractura, tu mano está hinchada, tienes moretones en el rostro y tú cuello...
- Pudo haber sido peor, no? Ví como apretó los puños, el tambien sabía que pudo haber sido peor, pudieron haber matado a esos niños, pudieron haberme violado y matado de mil formas llenas de dolor o con un simple disparo en la cabeza como el hombre que me ahorcó.
- Te juro que haré que lo paguen.
- Se que lo hará, nadie debe entrar a la casa del Don y destruir su hermoso jardín y arruinar su fiesta.
- Ja! Eso es lo de menos.
- ... Tiene razón, nadie deberia atreverse a atentar en su propio territorio.
- Sigues sin entender. Me importa una puta mierda lo que le suceda al estúpido jardín o lo que intenten hacer conmigo; lo que me en puta, es que te hicieron daño. - Se acercó a mi y me acaricio tan suavemente que apenas podía sentir sus yemas de sus dedos.
- Y co-mo es-tán las colores? Le pregunté para desviar el tema, el retrocedio para servirse un poco de jugo.
- Supongo que bien, no lo sé, no las he visto. - Dió un trago a su bebida, me miró a los ojos - Si necesitas algo solo pídelo.
- Usted me ha dado mucho, no podría pedir nada más.
- Y también te arrebate todo.
- ... No contesté, el Don pensaba que me había quitado mi libertad, mi vida, sin embargo no era así, él, Jonathan, su nombre al fin lo conocía, Jonathan me había dado otra oportunidad de seguir con vida, el me había salvado de morir por mi propia mano, pero eso no lo sabía, nunca lo sabría, además esa idea no la descartó aun, pues no se lo que sucedera.
En los seis días siguientes no vimos al Don en la mansión, las colores me veían con burla por mi aspecto físico, no desaprovechaban la oportunidad de burlarse de mi, la seguridad había aumentado, podía ver nuevos guardias, por otra parte la señora Silvia no me habia permitido ayudarla en la cocina, cada vez que iba me mandaba a descansar, se que me veia fatal con la cinta en mi nariz, los dedos marcados en mi cuello, moretones debajo de mis ojos y en mi mejilla.
Estaba aburrida necesitaba hacer algo, decidí salir a caminar al jardín en donde me encontré a Pablo.
- Hola.
- Chica, como te sientes?
- Mucho mejor de lo que me veo.
- Lamento no haber estado cuidándote para evitar que te lastimaran.
- Descuida, se que el Don te mando hacer algo importante.
- Si... Fui a un asunto. Necesitas algo?
- No, solo quería caminar.
- Te duele... Me miró la nariz luego el cuello y por último mi mando vendada, su rostro mostraba frustración.
- Lo normal.
- Escuche que salvaste a los niños.
- Cualquiera lo hubiera hecho.
- No, no lo hubieran hecho. Todos hubieran preferido salvar su propio cuello. Son unos malditos egoístas.
- Tu los hubieras salvado.
- No, yo hubiera salvado al Don, hubiera estado a su espalda.
- ... Algunas personas ven por otras, tu tienes tu prioridad que es el Don la mía fueron esos niños, al final cada quien salva a quien quiere pero no se queda de manos cruzadas.
- Con ese tipo de pensamiento no sobrevivirias en nuestro mundo.
- Yo no pertenezco a tu mundo, ni al mío, no pertenezco a ninguno, solo estoy, solo estoy hasta que sea útil para algo...
- Que quieres decir?
- Nada.
- Es mejor que regreses a descansar.
- Todos dicen lo mismo, he pasado toda la semana descansando y ya me aburrí, Silvia no me deja ayudarla, y aquí no tengo nada que hacer. Que hacen las colores para pasar el tiempo?
- No lo sé.
- Mis libretas!
- Que?
- Las libretas que compré cuando fuimos por el vestido.
- Eso que?
- Puedo escribir,
- Escribir que cosa?
- Nada, yo me entiendo, regresaré a mi habitación. Me dió gusto verte Pablo. - No me respondió solo hizo un movimiento con su cara y me dedico una sonrisa la cual se desvaneció rápidamente, gire y detrás de mi estaba el Don.
- Chica que haces aquí?! Debes estar descansando.
Rode los ojos, todos me decían lo mismo, el Don me miró con cierto enfado, lo que me hizo estremecer.
- Yo solo salí a caminar un rato, pero regresaré ya a mi habitación. Que gusto verlo Don, bienvenido a su casa. Le sonreí y me aleje, el se quedó por unos segundos en su lugar sin decir nada.
Estando en mi habitación saque las libretas y los lapiceros que había comprado y me dispuse a comenzar a escribir.
Nadie sabía que uno de mis pasatiempo secretos era escribir pequeños cuentos de fantasía, me encantaba crear escenarios mágicos en mi mente y luego plasmarlos en un escrito, normalmente escribia en mi celular pero como aquí no tengo uno lo escribiré en las libretas que compré.
🖋️ En un antiguo bosque lejos de cualquier pueblo, en donde vivían las criaturas mágicas una curiosa hada decidió explorar más allá del límite de sus tierras, se adentro a terreno desconocido. Ella voló hasta que sus alas se agotaran y luego siguió caminado pero al hacerlo ella se confundió en los caminos y se perdió...
Paso la noche fuera de la comodidad de su hogar rogando encontrar el camino de regreso...
Al tercer día ella se topo con un ogro, aquel ser tenía un aspecto temible pero en sus ojos podría ver tristeza...
Seguí escribiendo hasta que me quedé dormida. Me levanté para meterme a la cama, sin ponerme mi pijama, solo me quite los zapatos y me tape con la sábana; nuevamente el sueño me estaba ganando hasta que escuché que alguien abrió mi puerta, levanté la cabeza sorprendiendo ver al Don recargado en el marco de la puerta.
- Que sucede?
- Me dijeron que no fuiste a cenar.
- Me quedé dormida.
- Si no comes bien no sanarás.
- Lo siento.
- Eso merece un castigo.
- Que?
- De hecho son dos.
- Porqué?!
- Uno porque no debías estar afuera, hasta que descubra a la maldita rata que ocasiono esto. Y dos el saltarte tus comidas.
- No lo volveré hacer.
- Se que no lo harás, aún así debo castigarte.
- Que quiere que haga.
- Dormirás en mi cama.
- !!!
- Vamos.
- Yo... No quiero molestarlo, se que está cansado y conmigo no podrá dormir bien...
- No fue una pregunta fue una orden. Vamos.
Salí de la cama, me dirigi al armario para tomar mi pijama.
- No.
- Solo tomaré.
- No, vamos.
El Don no me dejó tomar ropa, no se que piensa, solo me límite a obederlo.
A llegar a su habitación el Don busco algo entre uno de sus cajones y luego me lo dió.
- Ponte esto para dormir.
- Que?
- Este es tu segundo castigo, dormirás solo con eso, póntelo.
Tome lo que me dió, era una playera gris, era una de sus playeras. Me quite la ropa dándole la espalda me puse la playera la cual me quedo demasiado holgada, metí mis manos por dentro para quitarme el sujetador, junte y doble mi ropa y la dejé sobre una silla. El Don se puso un pans gris que iba a juego con la playera que me había dado, solo eso, solo se metió a la cama con su pans, dejando expuesto su torso.
Me acomode en la cama dándole la espalda, está vez no me acosté a la orilla pues supuse que nuevamente me jalaria hasta el. Así lo hizo.
- Buenas noches Chica. - Me dijo en el cuello, posando ligeramente sus labios en mi piel.
- Buenas noches Jonathan. - Le respondí, no sé porque diablos le dije su nombre, que estúpida, se que se molestó, porque sentí su agarre tenso y por un momento su respiración se detuvo. De seguro me golpeara por faltarle el respeto, pero no pude evitarlo, está cercanía, la falta de verlo en estos dias y sentir su pecho sobre mi espalda me hizo hablarle con mucha familiaridad y se que eso le molestó.

ㅤ➻ 𝑪𝒐𝒏𝒕𝒊𝒏𝒖𝒂𝒓𝒂...

ꜱɪ ʟᴇꜱ ɢᴜꜱᴛᴏ ᴇʟ ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ ᴛᴇ ɪɴᴠɪᴛᴏ ᴀ ʟᴇᴇʀ ᴍÁꜱ ᴇɴ ᴍɪ ᴘÁɢɪɴᴀ:

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               🌸 𝑹𝒖𝒊 🌸
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Chica. Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora