Sabrina Moore
En cuestión de horas, logramos salir del país. Gabriel, para mi sorpresa, no tenía nada grave, y había pasado toda la noche buscándome desesperadamente hasta dar con nosotros. Ahora, con las cosas más calmadas, sé que este es el fin del viaje para Maximiliano y para mí. Él se encargará de dejarme en una ciudad segura antes de continuar con su propia vida, mientras yo me preparo para empezar de nuevo, sola.
Las turbulencias del avión me ponen nerviosa, cada sacudida del fuselaje aumenta la tensión en mi cuerpo. Estamos a punto de aterrizar, y Maximiliano no ha dicho una sola palabra desde que dejamos atrás el episodio vergonzoso con su compañero. Me imagino que está en problemas por lo que hicimos; su rostro ha estado tenso y distante desde entonces.
De repente, como si sintiera mi inquietud, Maximiliano extiende la mano y la coloca sobre la mía con suavidad. Sus dedos son cálidos, pero la presión ligera con la que la sujeta revela su propia preocupación. Cuando sus ojos se encuentran con los míos, veo en ellos una mezcla de arrepentimiento y algo más, una especie de promesa silenciosa que no me atrevo a cuestionar.
—Todo estará bien —murmura con voz grave, tratando de calmarme—. Te llevaré a un lugar seguro.
Asiento, aunque las dudas siguen taladrándome la cabeza. ¿Qué pasará después? ¿Realmente podrá seguir con su vida sin mirar atrás? La incomodidad en su mirada me dice que quizás él también se está preguntando lo mismo. Sin embargo, intento no pensar demasiado en ello. Cuando finalmente aterrizamos y el avión reduce la velocidad, siento cómo la tensión se va disipando de mi cuerpo.
Al tocar tierra firme, el alivio me invade como una ola cálida, pero apenas dura un segundo antes de que la realidad vuelva a imponerse. Salimos en silencio y caminamos juntos hacia una pequeña terminal vacía, alejada del bullicio principal del aeropuerto. Maximiliano se detiene de repente y me observa con una intensidad que me deja sin aliento.
—Aquí es donde nos separamos —anuncia con voz firme, aunque puedo notar la lucha interna que está librando—. Hay una persona de confianza que te estará esperando. Ella te ayudará a empezar de nuevo y se asegurará de que estés a salvo.
Mis ojos se llenan de lágrimas al darme cuenta de que esto es real. No hay vuelta atrás. Me arrojo a sus brazos, abrazándolo con fuerza, sintiendo que mi corazón se rompe un poco más con cada segundo que pasa.
—Gracias por todo, Max —murmuro, mi voz apenas un susurro ahogado. Trato de no perderme en la tristeza que amenaza con desbordarse.
—Cuídate mucho —responde él, rodeándome con sus brazos de manera protectora. Sus manos acarician mi espalda con ternura, como si quisiera memorizar el momento—. Y recuerda, siempre hay una segunda oportunidad, Samantha. No importa lo difícil que parezca.
Con esfuerzo, me aparto de él, tomando mi pequeña maleta y siguiendo sus indicaciones hacia la salida. Pero antes de cruzar la puerta de vidrio, no puedo evitar girarme una última vez para mirarlo. Está parado en el mismo lugar, con las manos en los bolsillos y la mirada fija en mí. Hay algo indefinible en su expresión: tristeza, sí, pero también un rastro de esperanza, como si esperara que yo diera media vuelta y corriera de regreso a sus brazos.
Con un último suspiro, doy un paso hacia adelante... y entonces una joven de cabello oscuro y uniforme de asistente se acerca a mí rápidamente. Me envuelve en un abrazo repentino y demasiado íntimo, como si fuéramos amigas que no se ven desde hace años.
—¡Te extrañé tanto! —exclama en voz alta, apretándome con fuerza mientras mis brazos cuelgan incómodos a los lados.
Trato de separarme, mi primer instinto es alejarme, pero ella me sujeta con firmeza, acercándose más para susurrarme al oído.
ESTÁS LEYENDO
Esclava del engaño [Borrador]
Mystery / ThrillerSamantha es el resultado de un abuso, y desde temprana edad ha conocido el odio de su madre. Su frustración se intensifica cuando su madre se entera de su preferencias por las mujeres, lo que la hace sentir insegura y rechazada. Los maltratos físico...