Capítulo 16

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Sabrina Moore


Cristopher me asfixia con ambas manos, mi labio inferior tiembla mientras comienzo a rezar para que me suelte, pero solo aprieta aún más.

—¿Te gusta?

—S-sí... —miento.

Sigue aumentando la presión en mi cuello, su mirada oscura clavada en la mía, buscando algún signo de sumisión o desesperación. Me esfuerzo por mantener la expresión de alguien disfrutando, aunque por dentro estoy aterrada. Mi respiración se vuelve superficial, luchando por tomar aire, mientras trato de emitir sonidos de placer, esperando calmar su agresión.

—Eso es, dime cuánto te gusta —gruñe, su voz llena de satisfacción y poder.

—Me... gusta... mucho —consigo decir entre jadeos, esforzándome por mantener la calma.

Cada embestida me sacude y duele, pero sonrío, sabiendo que si muestro debilidad, podría ser mucho peor. Sonríe de lado, complacido, y afloja apenas un poco su agarre, permitiéndome tomar un respiro corto antes de apretar de nuevo. Siento lágrimas formándose en mis ojos, pero las parpadeo con fuerza, negándome a dejarlas caer. No puedo mostrar debilidad; no delante de él.

—Eres perfecta así, sometida a mí —susurra mientras sigue moviéndose con fuerza, su rostro cerca del mío, respirando mi miedo como si fuera el aroma más dulce.

Aguanto, soportando cada momento con la esperanza de que acabe pronto, de que encuentre su propio alivio y me deje ir. Mi corazón late con fuerza, cada vez más lento y pesado, mientras continúo fingiendo, esperando que esta pesadilla termine.

Cada vez que intento tomar aire, la presión se intensifica, y el pánico se arrastra por mis venas como un veneno helado. Intento concentrarme en el techo, en algún punto fijo que me distraiga de la realidad de su control absoluto sobre mí.

—Mírame —ordena con un tono autoritario, su aliento cálido en mi rostro.

Obedientemente, levanto la vista, encontrando su mirada fija en la mía. Hay una oscuridad en sus ojos que me recuerda el poder que ejerce, no solo físicamente, sino también psicológicamente. Mi vista se nubla por un segundo, los bordes de mi visión oscureciéndose, y mi respiración se vuelve aún más entrecortada. Me esfuerzo por mantener mi expresión de placer, por continuar siendo lo que él desea ver.

—Eso es... sigue así... —murmura, su tono cargado de satisfacción, como si el hecho de verme luchar por cada respiro lo excitara más.

Mi cuerpo tiembla, no por deseo, sino por falta de aire, y me pregunto cuánto tiempo más puedo soportar antes de desmayarme. La habitación parece girar a mi alrededor, y mi mente lucha por mantenerse consciente, por no rendirse al miedo que amenaza con consumirlo todo. Aún así, sigo sonriendo, siguiendo el guion que me ha mantenido a salvo hasta ahora.

Mis uñas se clavan en su espalda mientras intento aguantar el dolor. Él no parece notar mi incomodidad, al contrario, parece disfrutarla.

—Cristopher... —logro articular, con la voz ronca y forzada—. Estoy... a punto...

El halago alimenta su ego, y veo cómo su mirada se enciende con un brillo sádico. Sus movimientos se vuelven erráticos, más desesperados, y en un momento de desesperación, siento la presión en mi cuello disminuir. Aprovecho el respiro para inhalar profundamente, llenando mis pulmones tanto como puedo antes de que sus manos vuelvan a apretar.

Finalmente, su ritmo se quiebra, y sé que ha llegado al final. Sus manos me sueltan por completo, y él se desploma sobre mí, jadeando con satisfacción. Yo quedo debajo de él, inmóvil, luchando por recuperar el aliento, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho.

ESCLAVA DEL ENGAÑO [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora