Capítulo 9

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Sabrina Moore

Bianca me ayuda a llevar las cajas de mis cosas al otro departamento mientras George bebe cerveza viendo el fútbol en la televisión de la sala. Aún no entiendo cómo pudo regresar con él y me odio por recordar que mis sentimientos aumentaron luego de ese encuentro íntimo, pero ahora entiendo que probablemente solo quiso vengarse, sabiendo que tarde o temprano regresarían.

Con la última caja, cierra la puerta del departamento detrás de ella y me mira fijamente a los ojos. Siento su disculpa, pero no la acepto. El departamento es idéntico al de ella: dos habitaciones, tres baños, sala, cocina con comedor y muebles rústicos. No hay electrodomésticos por ahora, pero no me quejo con tal de estar lo más lejos de ella.

Han pasado solo tres días desde ese encuentro. Incluso volvimos a besarnos cuando llegué, pero ahora sé que solo es una mujer sumisa más.

—Es todo. ¿Quieres que te ayude a acomodar? Te puedo prestar mi televisor hasta que tengas uno...

—Así estoy bien —la interrumpo con rapidez—. Estaré eternamente agradecida por lo que hicieron Max y tú, pero ya no quiero saber de ti.

Sus ojos se cristalizan al instante y asiente con la cabeza, dejando la caja en el suelo. Me duele haberla afectado de esa manera, pero mis sentimientos también los afectó ella cuando decidió regresar con él después de que estúpidamente le confesé lo que sentía.

—Si necesitas algo, lo que sea, estoy aquí —murmura mientras las lágrimas humedecen sus mejillas.

—Sal, por favor. No estoy molesta contigo, pero no quiero verte —le pido sin poder mantener el contacto visual.

Ella camina hacia la puerta y, antes de cerrarla, voltea para observarme. Luego, la cierra de golpe. Suspiro fuerte y niego, incrédula por cómo me está doliendo.

Me quedo un momento en silencio, mirando la puerta cerrada. El eco de sus pasos alejándose resuena en mi mente, cada paso un recordatorio de lo que podría haber sido. Finalmente, me agacho y empiezo a desempacar la primera caja, tratando de distraerme con la tarea.

Las horas pasan mientras organizo mis cosas. Cada objeto que coloco en su lugar me recuerda de alguna forma a Bianca. Aunque trato de enfocarme en el presente, mi mente sigue volviendo a esa mañana, al calor de su cuerpo contra el mío, a sus labios sobre los míos.

Finalmente, con todo en su lugar, me dejo caer en el sofá, sintiéndome agotada física y emocionalmente. El silencio del apartamento es abrumador.

No debí confiar en ella; era lógico que preferiría a un hombre sobre mí.

Pero me hizo sentir cosas que pensé que ya habían muerto. Vuelvo a suspirar y cierro los ojos, dejando que las lágrimas fluyan libremente.

Me envolvió con su calidez y simpatía, y me dejé llevar por un absurdo sexo, cuando cualquiera puede darte sexo. Siento la rabia y la tristeza mezclarse en mi interior mientras seco violentamente mis mejillas. Me dirijo al baño, decidida a dejar atrás este dolor.

Hoy tengo que salir a celebrar mi primer departamento y mi cumpleaños atrasado, que fue ayer, justo el día que me enteré de que había regresado con él. Me miro en el espejo, notando las ojeras y los rastros de lágrimas en mi rostro. Tomo una profunda respiración y decido que no dejaré que esto me arruine más.

Me ducho, dejando que el agua caliente relaje mis músculos tensos y limpie mis pensamientos. Al salir, me envuelvo en una toalla y comienzo a prepararme para la noche. Elijo un vestido nuevo de los que compré el día que la conocí con el dinero de Maximiliano, y me maquillo con cuidado, ocultando cualquier señal de tristeza.

Esclava del engaño [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora