Capítulo 27

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Sabrina Moore




Horas después...

Siento sus brazos rodearme, la respiración pesada de Gabriel instalándose sobre mi cuello. Su corazón late acelerado contra mi espalda, y la incomodidad de su cercanía me llena de asco. No tengo fuerzas para apartarlo, pero la ira comienza a arder bajo la superficie.

—Te amo, Sab —susurra con una voz cargada de posesión—. Siempre te he amado.

Cierro los ojos, deseando que el momento termine, que el peso de su cuerpo desaparezca. Sus palabras me repugnan, una mentira envuelta en su constante control. Todo lo que quiere es poseerme, someterme bajo su dominio. Este no es amor, nunca lo fue.

—Si me amas, déjame ir —murmuro con un hilo de voz, sabiendo que jamás lo hará.

Siento cómo su agarre se tensa.

—Eso nunca pasará, Sab —responde con un tono frío y definitivo, apretando su agarre hasta que me cuesta respirar—. Eres mía, y siempre lo serás —añade, su voz suave pero cargada de amenaza—. Nadie más te volverá a tocar. No lo permitiré.

Mi cuerpo tiembla bajo el suyo, no por el frío, sino por el horror de lo que significa estar atada a él. No tengo más opción que seguir fingiendo, esperando el momento adecuado para escapar, si es que llega.

—¿Por qué haces esto? —pregunto en un susurro, sin esperar una respuesta que cambie nada.

Se incorpora ligeramente, mirándome desde arriba con una sonrisa oscura, casi triunfal.

—Porque te amo de una forma que nunca entenderías.

—Podrías tener a la mujer que quieras comiendo de tu mano, ¿no es más fácil?

—No, sweetie —dice, mientras su sonrisa se ensancha—, cuando los hombres de mi familia se casan es para siempre. No importa cuántas veces intentes escapar o luchar contra esto, eres mía.

El escalofrío que recorre mi cuerpo no es por el contacto de su piel contra la mía, sino por el peso de sus palabras. Su mano se desliza lentamente por mi brazo, su toque es casi gentil, pero el mensaje detrás de sus palabras es una cadena invisible que cada vez me aprieta más.

—Podrías tener lo que quieras, Gabriel. Mujeres dispuestas, que te adoren, que hagan lo que tú digas sin luchar. ¿Por qué yo?

Su mirada se endurece, pero su sonrisa persiste.

—Porque tú eres un reto, Sab. Eres la única que no puedo controlar por completo... pero lo haré.

—No lo creo —mi respuesta es seca, pero sé que mis palabras lo irritan aún más.

De repente, sus manos atrapan las mías y las presionan con fuerza contra el colchón. Su peso se hunde sobre mí, aplastando mi resistencia física tanto como emocional.

—Estaba seguro de haberte dejado embarazada, no sé por qué no lo estás —murmura con frustración contenida, como si estuviera buscando una explicación.

—Tal vez tu semilla dejó de funcionar —respondo con un veneno calculado, sintiendo cómo su rabia crece, pero no me importa.

—No juegues conmigo, Sab —gruñe, acercando su rostro peligrosamente al mío—. Mi semilla es perfecta, y lo sabes.

—Tal vez no eres tan perfecto como piensas —susurro con una mezcla de desafío y cansancio.

Un destello de furia atraviesa su mirada, y siento su peso aplastándome más contra el colchón, como si con su cuerpo intentara imponer su voluntad una vez más.

Esclava del engaño [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora