Capítulo 15

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Sabrina Moore

A la mañana siguiente...

Maximiliano se fue temprano, pero no sin antes dejarme todo preparado. Encontré el desayuno servido en la mesa, aún tibio, y el almuerzo cuidadosamente guardado en el refrigerador. A pesar del dolor y la debilidad que aún siento en mi cuerpo, sus pequeños gestos me traen una sensación de consuelo. Me siento a la mesa, permitiéndome un momento de calma mientras me sirvo un poco de café y empiezo a comer.

Mientras mastico, me detengo un momento a observar el departamento: está impecable, siempre lo ha estado, y yo nunca he aportado nada en la limpieza. Me desanima un poco saber que no soy una mujer funcional. No podemos tener intimidad, y tampoco sirvo para las labores de aseo. Con Gabriel, sabía que servía para una sola cosa y me acostumbré a esa idea. Pero, fuera de esa vida, ¿quién soy yo? La pregunta me pesa en la mente, como un eco constante que no me deja en paz. Maximiliano merece algo más, alguien más, alguien que no esté tan rota.

La comparación entre Bianca y yo regresa a mi mente. Ella es espectacular, hace todo tipo de cosas: le gusta cocinar, se ejercita, también escuché que le gusta montar a caballo, y dona a la caridad para niños con discapacidades. Yo, en cambio, solo sé coger. Todo se resume en las posiciones que sé hacer, en cuánto tiempo puedo aguantar un pene en la garganta. Pero, ¿qué hay más allá de mi cuerpo deseable, mis ojos celestes y mi cabello rojizo? ¿Qué podría querer Maximiliano de mí, más allá de mi apariencia?

Siento un nudo en la garganta al pensar en no ser suficiente para él o para Bianca. Ambos son personas increíbles, con vidas que parecen plenas y llenas de propósito. Y yo... ni siquiera sé quién soy. Antes, quería ser bailarina de ballet, como mi abuela. Ella tenía grandes premios, fue la mejor de su época, y así consiguió a un hombre maravilloso que la llenó de felicidad, pero yo no soy destacable en nada. Aprendí inglés, francés e italiano porque mi trabajo lo ameritaba, pero no me veo siendo maestra o dando asesorías.

Quiero ser independiente y bonita...

No quiero que un hombre vuelva a contratar mis emociones, pensamientos o sueños. Quiero tener metas, un propósito en la vida. No quiero conformarme con ser solo la esposa de alguien o la mujer de fulano. Quiero ser la que deja una impresión fuerte, la que se destaca por sí misma. Pero, ¿cómo consigo todo eso?

Suelto un suspiro y sigo comiendo. De todas maneras, necesito recursos para matarlos. La idea de contactar al mafioso para el que trabaja Max cruza por mi mente, pero me doy cuenta de que ni siquiera tengo su número de teléfono.

Al terminar de desayunar, lavo los platos con movimientos lentos, dejando que el agua tibia calme un poco mis pensamientos. Cuando termino, me seco las manos y me dirijo a la habitación de Maximiliano.

El cuarto huele a él, a ese aroma mezcla de madera y un toque de tabaco que me resulta tan familiar. Mi corazón late con fuerza mientras abro cajones y reviso papeles, buscando alguna pista que me lleve al mafioso para el que trabaja. Cada rincón de la habitación me parece un laberinto de secretos, y me esfuerzo por no dejar nada sin revisar.

Finalmente, encuentro una libreta negra en la mesa de noche, escondida debajo de un libro. Al abrirla, veo nombres y números de teléfono, todos escritos con una caligrafía precisa. Paso las páginas, buscando uno en particular, esperando que un nombre resuene en mi memoria. Me detengo en un número que parece familiar y, aunque no estoy segura de si es el contacto que necesito, decido tomar una foto con mi móvil.

Cierro la libreta y la coloco de nuevo en su lugar, asegurándome de dejar todo como estaba. Mi respiración es rápida y mis manos tiemblan ligeramente. Siento un peso en mi pecho, la conciencia de que me estoy adentrando en un terreno peligroso, pero al mismo tiempo, una determinación férrea de encontrar una salida a esta vida.

Esclava del engaño [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora