Sabrina Moore
Lo veo ponerse unos boxers blancos, un pantalón corto de algodón y una camiseta holgada mientras yo me cepillo el cabello. Me ofrece una de sus camisas y me la coloco rápidamente; duermo en ropa interior desde que era menor, por lo que me recuesto después de terminar de desenredar mi cabello.
—Iré a darle las buenas noches a Bianca, ya vuelvo.
Mientras él sale de la habitación, me acomodo en la cama, envuelta en la camiseta en las sábanas, que tiene su aroma y me brinda una sensación de calma. La espera de su regreso me da tiempo para relajarte, y me dejo llevar por la tranquilidad de la noche.
Cuando Maximiliano vuelve, se acurruca a mi lado, y susurra:
—Te amo, Sam. Buenas noches.
—Te amo más.
Acaricia mi espalda hasta que el sueño me vence, envuelta en la tranquilidad de sus caricias.
Horas después...
Maximiliano se aferra a mí mientras los truenos hacen retumbar las ventanas, y aunque su piel está caliente y sudorosa, no me molesta en absoluto. Me envuelve en un abrazo protector, y su mano pasa suavemente por mi cabello, enredando sus dedos entre los mechones húmedos. Luego, deja un beso delicado en mi mejilla, como si tratara de consolarme en medio de la tormenta.
—Estoy aquí, nena —susurra—. No tienes nada de qué preocuparte.
Los latidos de mi corazón se intensifican, y aunque el sonido de los truenos sigue estremeciéndome, la presencia de Max me da algo de calma. Desde que tengo memoria, las tormentas eléctricas siempre me han dado terror, y parece que Max lo entiende a la perfección. Mi cuerpo tiembla, no solo de miedo, sino también de frío. Envidio su calor mientras yo sigo sintiendo cómo el aire gélido se cuela entre las ligeras sábanas que nos cubren.
—¿No tienes más cobijas? —pregunto con un temblor en la voz.
—Las tiene Bianca —responde con una mueca.
Suelto un suspiro de frustración, pero antes de que pueda decir algo más, Max se levanta de la cama y se quita la camisa. Sin decir nada, me ayuda a quitarme la mía también, haciéndome pegarme a él piel con piel. El calor que emana es inmediato, reconfortante. Coloco una pierna entre las suyas mientras él me envuelve de nuevo en sus brazos, su cuerpo sólido contra el mío.
—¿Estás mejor? —pregunta suavemente, su voz llena de ternura.
—Un poco —respondo, sintiendo cómo mi respiración comienza a estabilizarse poco a poco, aunque el miedo todavía resuena en mi interior—. Tengo miedo...
Max suelta una risa suave y cálida mientras me aprieta un poco más contra él.
—Tranquila, estoy aquí. Primero me caerá un rayo a mí que a ti.
Sonrío apenas, a pesar del miedo que sigue latiendo en mi pecho.
—No quiero dormir con un chicharrón —respondo, tratando de aligerar el ambiente.
—Bueno, si me convierto en uno, al menos seré el chicharrón más atractivo que hayas visto —bromea, besando mi frente.
Su humor me calma un poco más, y entre sus brazos, empiezo a sentirme lo suficientemente segura para cerrar los ojos, ignorando la tormenta que sigue rugiendo afuera.
Pero las pesadillas vuelven, recordándome que, incluso cuando me siento segura, no estaré en paz nunca. Los relámpagos me estremecen unas horas más tarde, la habitación sigue a oscuras, y el eco de mis miedos se mezcla con el sonido de la tormenta. El miedo no se ha ido, solo ha cambiado de forma.
ESTÁS LEYENDO
Esclava del engaño [Borrador]
Mystery / ThrillerSamantha es el resultado de un abuso, y desde temprana edad ha conocido el odio de su madre. Su frustración se intensifica cuando su madre se entera de su preferencias por las mujeres, lo que la hace sentir insegura y rechazada. Los maltratos físico...