Capítulo 7

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Sabrina Moore


El entrevistador me da algunas explicaciones sobre los clientes; debo cuidar mis palabras y hasta el tono de voz. Al parecer, solo contratan a chicas guapas, todas las que he visto parecen ángeles de Victoria's Secret.

Trato de prestar atención, pero mi mente regresa a Maximiliano, sus ojos grandes al igual que sus manos, la manera en que me detuvo tan rápido cuando lo conocí.

El hombre me entrega una bolsa plástica con el uniforme que usan aquí y me pide que me lo pruebe cuando pueda, por si me queda grande o necesita ajustes. Le agradezco y asiento.

—Bien, eres bienvenida a la empresa. Solo necesito que firmes tu contrato —me informa con calma.

Abre un cajón de su escritorio y saca un folder amarillo, hojea unas cuantas veces hasta tomar una de las hojas y luego me ofrece un bolígrafo para que coloque mi firma.

Su sonrisa es genuina, pero tengo algo de nervios; es mi primer trabajo, uno honesto. Quisiera poder contárselo a alguien, alguien a quien le importe lo suficiente para celebrar mi logro, pero sé que no hay nadie.

Mi mano tiembla mientras escribo mi nombre con una buena caligrafía. El sueldo se paga a la semana y no es tan malo; fácilmente puedo mantenerme sin molestar a nadie. Le acerco la hoja firmada y él extiende su mano mientras se levanta de su asiento para estrechar nuestras manos, por lo que imito sus movimientos.

—¿Cuándo puedes comenzar? —pregunta.

—Ahora mismo —respondo con una sonrisa.

—Bien, le diré a uno de los chicos que te instruya. Te daremos un casillero para que guardes tus cosas y debes colocarte el uniforme. Si tienes algún problema con él, lo arreglamos mañana —me explica, abriendo otro cajón para entregarme la llave del casillero.

Con la llave en la mano, me dirijo al área designada para los empleados. Encuentro mi casillero, lo abro y coloco mis pertenencias dentro. Luego, saco el uniforme y me lo pruebo en el pequeño vestidor. Me queda un poco ajustado, pero nada que no pueda manejar por ahora.

Un compañero de trabajo, un chico alto y delgado con una sonrisa amable, se presenta como Nicolás y me guía a través de mis nuevas responsabilidades. Me muestra cómo atender a los huéspedes, cómo manejar el sistema de reservas y dónde encontrar todo lo que necesito.

La mañana pasa rápidamente mientras me familiarizo con mi entorno y las tareas. Me esfuerzo por recordar todo lo que Nicolás me explica, sabiendo que este trabajo es parte de mi nueva etapa.

Recargo un poco mi cabeza sobre el escritorio para descansar; apenas son las tres de la tarde y mis ojos se sienten agotados de tanto ver la pantalla. Suspiro con lentitud, no hay gente por ahora, después de un rato se despejó todo. De repente, golpean con el puño varias veces, alertándome.

—Si te quedas dormida tendré que reportarte —dice George desde el otro lado del mostrador con una sonrisa coqueta.

—Solo estaba descansando, aún no hay nadie y todas las chicas se fueron a comer —le explico con amabilidad.

George se inclina un poco hacia adelante, acercándose. Su presencia siempre logra ponerme un poco tensa, pero intento mantener la calma y la profesionalidad.

—Bueno, supongo que necesitas un descanso —dice, su tono más suave de lo usual—. ¿Quieres que te traiga algo para comer?

La oferta me toma por sorpresa. Dudo un momento, pero finalmente acepto.

—Sí, por favor.

—No hay de qué —responde, guiñándome un ojo antes de darse la vuelta y dirigirse hacia la cafetería.

Esclava del engaño [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora