Capitulo 26

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Seyran, Suna y Esme preparaban la cena en casa, intentando encontrar consuelo en la rutina diaria. Pero el día había sido complicado, y el peso del dolor parecía seguirlos.

De repente, Seyran sintió un golpe en su corazón, como si su otra mitad hubiera renunciado a ella. La sensación la dejó sin aliento, y su cuerpo se debilitó. Cayó al suelo, recargándose en la pared, como si necesitara apoyo para no desvanecerse.

—Seyran!—, Suna la llamó, preocupada, pero su voz se perdió en el olor de la comida y el sabor del café que llenaban la habitación.

Seyran puso su mano en su corazón, y lo sintió acelerado, como si estuviera latiendo fuera de control. Era como si su corazón supiera algo que su mente aún no podía procesar.

La conexión con Ferit, su otra mitad, parecía haberse roto, y el dolor de esa separación la estaba consumiendo. Seyran se sentía perdida, sin dirección, como si una parte de ella hubiera desaparecido.

, Seyran se golpeaba la nuca con fuerza, como si intentara castigar a su propio cuerpo por sentir tanto dolor. Sus manos se movían de manera descarrilada, sin control, como si estuvieran poseídas por una desesperación profunda.

El dolor la invadía por completo, como una ola que la arrastraba hacia el fondo del abismo. Las lágrimas brotaban de sus ojos sin cesar, sin que pudiera explicar por qué lloraba con tanta intensidad.

Era como si su alma estuviera gritando, liberando todo el sufrimiento y la tristeza que había acumulado. Seyran se sentía impotente, sin poder detener el torrente de emociones que la consumían.

Su cuerpo temblaba, sacudido por sollozos convulsivos, mientras su mente intentaba encontrar un sentido a ese dolor inexplicable. Pero no había respuestas, solo la certeza de que algo dentro de ella se había roto, y que nunca podría ser reparado.

Ferit estaba en la terraza, sumido en sus pensamientos, con la mirada perdida en la oscuridad de la noche. Sostenía las fotos y el dibujo que había creado de Seyran, y con un gesto desesperado, las arrojó a una hoguera que había encendido.

—¡Seyran! ¡Seyran!—, gritó, con la voz quebrada por el dolor.

Mientras tanto, Seyran, en su casa, se levantó del suelo, con los ojos enrojecidos por el llanto.

—¡Ferit! ¡Ferit!—, respondió, con un grito desesperado.

La noche parecía unirlos en su dolor, y el viento llevaba sus susurros, creando un eco de tristeza que resonaba en el aire.

—¡Seyran, mi amor!—, gritó Ferit, con las lágrimas cayendo por su rostro.

—¡Ferit, mi corazón!—, respondió Seyran, con la voz temblorosa.

La hoguera crujía, y las llamas danzaban, como si bailaran al ritmo de sus corazones rotos. Ferit se sentía abandonado, como si hubiera perdido una parte de sí mismo.

Y en la distancia, Seyran sentía lo mismo, como si su alma estuviera gritando, buscando a Ferit, su otra mitad. La noche era testigo de su dolor, y el viento llevaba sus lamentos, uniendo sus corazones en la tristeza.

—¡Seyran, por favor, respóndeme!—, gritó Ferit, con desesperación.

—¡Ferit, estoy aquí, mi amor!—, respondió Seyran, con un grito que se perdió en la noche.

Seyran seguía recargada en la pared, inmóvil, con los ojos cerrados y el rostro bañado en lágrimas. Esme y Suna se acercaron a ella, intentando llamar su atención.

 Cᴜʀsᴇᴅ ᴅᴇsᴛɪɴʏ┆𝐬𝐞𝐲𝐟𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora