Capitulo 40

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Por la mañana, el sol ya se elevaba en el horizonte de Estambul, proyectando un resplandor dorado sobre la ciudad. Los rayos del sol se filtraban suavemente por la ventana de la habitación, iluminando el rostro sereno de Seyran. Ella seguía aferrada al suéter de Ferit, como si fuera un talismán que le brindara consuelo y seguridad.

La luz del sol destacaba la delicadeza de sus facciones, resaltando la curva de sus pómulos y la suavidad de sus labios. Sus ojos, aunque cerrados, parecían absorber la calidez del sol, como si estuvieran almacenando su energía para enfrentar el día.

El suéter de Ferit, desgastado por el uso y el cariño, parecía un símbolo de la conexión emocional que existía entre ellos. Seyran lo apretaba contra su pecho, como si fuera un escudo que la protegiera de cualquier dolor o tristeza.

En ese momento, la habitación se llenaba de una atmósfera de paz y serenidad, como si el sol estuviera bendiciendo la unión de Seyran y Ferit. El silencio era solo roto por la suave respiración de Seyran, que parecía sincronizada con el ritmo del sol que ascendía en el cielo.

En la cocina, Suna y Kaya trabajaban en armonía, preparando un desayuno especial para celebrar el 20º cumpleaños de Seyran. A pesar de que el divorcio del día anterior había dejado a Seyran con el corazón magullado, Suna y Kaya esperaban que esta pequeña celebración la ayudara a sonreír de nuevo.

Mientras Suna batía huevos frescos en un tazón, Kaya se encargaba de cortar finamente los tomates y pepinos para una ensalada colorida. De repente, Kaya comenzó a hacer payasadas, imitando a un chef famoso, y Suna no pudo evitar reír.

– ¡Kaya, eres un showman en la cocina! – exclamó Suna, riendo.

Kaya sonrió, orgulloso de su habilidad para hacer reír a su esposa. – ¡Alguien tiene que mantener el ambiente alegre aquí! – respondió, guiñando un ojo.

Suna le lanzó una cuchara de madera, jugando. – ¡Cuidado, chef! No queremos un desastre culinario.

Kaya esquivó la cuchara con gracia y continuó preparando el desayuno con habilidad. Juntos, crearon un banquete delicioso y colorido, lleno de detalles especiales para hacer que Seyran se sintiera amada y celebrada.

– ¡Listo! – anunció Kaya, colocando el pastel de cumpleaños en la mesa.

Suna sonrió, admirando la presentación. – ¡Es perfecto! Seyran se sentirá muy especial.

Juntos, Suna y Kaya llevaron el desayuno a la habitación de Seyran, esperando sorprenderla y alegrar su día.

Kaya tocó suavemente la puerta de la habitación de su cuñada, con una delicadeza que reflejaba su consideración por el momento difícil que Seyran estaba atravesando. Suna, que estaba a su lado, le dirigió una sonrisa alentadora, como si dijera: "Todo saldrá bien".

Dentro de la habitación, Seyran se estiró perezosamente en la cama, aún aferrada al suéter que había sido su refugio durante la noche. Al escuchar el suave golpe en la puerta, se levantó con esfuerzo, sin soltar el suéter, y se dirigió hacia la puerta con pasos lentos.

Al abrir la puerta, se encontró con la sonrisa cálida de Suna y la mirada amable de Kaya, quienes sostenían un desayuno festivo y un pastel de cumpleaños adornado con velas. La luz del sol que entraba por la ventana iluminó el rostro de Seyran, destacando la mezcla de emociones que reflejaba: tristeza, sorpresa y un atisbo de alegría.

- ¡Feliz cumpleaños, Seyran! - exclamaron al unísono Suna y Kaya, con una calidez y entusiasmo que iluminó la habitación.

Suna se acercó a su hermana y la envolvió en un abrazo cálido y reconfortante, como si quisiera transmitirle todo su amor y apoyo. Seyran, aún aferrada al suéter, se dejó envolver por el abrazo, permitiendo que la calidez de su hermana la envolviera.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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 Cᴜʀsᴇᴅ ᴅᴇsᴛɪɴʏ┆𝐬𝐞𝐲𝐟𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora