Capitulo 31

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— Seyran — llamó Ferit, al ver a su esposa a la distancia, con una mezcla de emociones en su rostro.

Seyran se detuvo bruscamente, como si hubiera recibido un golpe. Su rostro reflejaba shock, dolor y rabia. Miró a Ferit, luego a Pelín, y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Sin decir una palabra, Seyran se dio la vuelta y corrió, desapareciendo en la multitud. Suna la siguió, mirando hacia atrás con una expresión preocupada.

— Seyran, espera! — gritó Ferit, pero ella no se detuvo.

Ferit quiso ir detrás de ellas, pero Pelín lo sujetó del brazo.

— Ferit, espera — dijo Pelín, intentando detenerlo.

Ferit se zafó, pero Pelín lo agarró con fuerza.

— Déjame ir, Pelín. Tengo que hablar con ella — insistió Ferit, frustrado.

Pelín lo miró, con una mezcla de celos y posesividad.

— No, Ferit. No te vayas. Estamos a punto de empezar algo nuevo juntos — dijo Pelín, intentando convencerlo.

Ferit se sintió atrapado, entre su obligación hacia Seyran, con quien pronto se divorciaría, y la insistencia de Pelín. La escena era tensa, y todos esperaban su próximo movimiento...

— ¿Por qué hiciste eso, Pelín? — Ferit la miró con una mezcla de frustración y decepción, mientras se borraba el beso de sus labios con el dorso de la mano.

— Porque estamos comprometidos, Ferit. Pensé que era normal — respondió Pelín, confundida por la reacción de Ferit, con una ceja arqueada y una sonrisa inocente.

Ferit la miró, con los ojos entrecerrados y la mandíbula tensa.

— Normal? ¡Estoy casado, Pelín! Aunque sea un matrimonio muerto, todavía estoy unido a Seyran. Y besarme así, delante de ella... fue un golpe bajo — dijo Ferit, su voz llena de arrepentimiento y dolor.

Pelín se sonrojó, sorprendida por la intensidad de Ferit, y dio un paso atrás, con las manos en la cintura.

— Lo siento, Ferit. No pensé que te molestaría tanto. Solo quería demostrar mi amor — dijo Pelín, con una voz suave y un tono defensivo.

Ferit suspiró, pasando una mano por su cabello, y miró a Pelín con una mezcla de tristeza y resignación.

— Tenemos que hablar, Pelín. Esto es un desastre. Mi matrimonio, nuestro compromiso... todo es un lío — dijo Ferit, sacudiendo la cabeza y mirando al suelo.

Seyran abrió la puerta del auto y se desplomó en el asiento, cubriéndose el rostro con las manos. Suna la siguió, cerrando la puerta detrás de ella.

— Vamos a casa, Mehmet. Ya — ordenó Suna, con una voz firme y decidida.

Mehmet asintió, mirando a Seyran por el espejo retrovisor.

— Sí, señorita Suna. Inmediatamente.

El auto arrancó, alejándose de la escena del beso. Seyran seguía cubriéndose el rostro, intentando contener sus lágrimas.

— Seyran, hermana, lo siento mucho — dijo Suna, acercándose a ella y abrazándola.

Seyran sacudió la cabeza, sin poder hablar. Suna la sostuvo, dejando que llorara.

— No te preocupes, hermana. Estoy aquí para ti. Siempre — susurró Suna, acunando a Seyran en sus brazos.

Mientras tanto, el auto se alejaba, llevándolas lejos del dolor y la traición. Pero Seyran sabía que no podía huir de sus sentimientos. Tenía que enfrentar la realidad: su matrimonio había terminado, y Ferit ya estaba con otra mujer.

 Cᴜʀsᴇᴅ ᴅᴇsᴛɪɴʏ┆𝐬𝐞𝐲𝐟𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora