Capitulo 35

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La mañana siguiente, Ferit, Eda, Abidin y Gökan se reunieron en la mesa del desayuno. Ferit estaba alimentando a Ümit.

Eda preparó un delicioso desayuno turco, con pan fresco, queso, jamón y huevos revueltos. Abidin y Gökan charlaban animadamente, mientras Ferit cuidaba a Ümit.

– Buenos días, pequeño – dijo Ferit, sonriendo a Ümit.

Ümit balbuceó y extendió sus brazos hacia Ferit, que lo abrazó tiernamente.

Eda sonrió al ver la escena – Ferit es un tío increíble.

Abidin asintió – Sí, se ha hecho cargo de Ümit con mucho amor.

Gökan, que estaba comiendo su cereal, preguntó – ¿Dónde está Seyran, tío Ferit?

Ferit se detuvo un momento, buscando las palabras adecuadas – Está en un viaje, Gökan. Pero pronto volverá.

Mientras Ferit alimentaba a Ümit con dedicación, su celular comenzó a vibrar insistentemente en su pantalón. Con dificultad, lo sacó y vio el nombre de Pelin en la pantalla. Su estado de ánimo cambió repentinamente, llenándose de irritación. –¿Qué quiere ahora?– se preguntó, recordando las constantes llamadas de la noche anterior.

Eda, notando la tensión, se ofreció a cuidar a Ümit mientras Ferit atendía la llamada. Ferit se alejó, contestando con un tono enojado: –¿Qué pasa, Pelin?–

Pelin respondió con calma: –Recuerda que hoy es mi cita con el ginecólogo. No quiero que te olvides de llevarme.–

Ferit suspiró, sintiendo una mezcla de frustración y responsabilidad. –Ajá, no sé si podré ir. Hay mucho trabajo en la empresa.–

Pelin replicó con firmeza: –Es importante para mí, Ferit. Por favor, no te desquites conmigo.–

Ferit se detuvo, sintiendo un peso en su conciencia. –Okey–, respondió finalmente, con un suspiro pesado.

El ambiente en la habitación pareció tensarse, mientras Eda y Abidin intercambiaban miradas preocupadas. Gökan, ajeno a la tensión, continuaba comiendo su cereal. Ümit, sintiendo la ansiedad, comenzó a llorar suavemente. Eda lo acunó, intentando calmarlo.

Ferit, aún al teléfono, sentía su mente dividida entre sus responsabilidades y las presiones laborales. La voz de Pelin sonaba firme, recordándole su compromiso. Con un esfuerzo, Ferit se comprometió a acompañarla a la cita, sabiendo que era importante para ella.

Ferit respondió con un tono cada vez más enojado: –Te he dicho que estaré allí, Pelin. No es necesario que me lo recuerdes constantemente.

Pelin, sintiendo la frustración y el dolor, finalizó la llamada sin decir nada más. Al colgar, las lágrimas comenzaron a fluir. Se sentó en el borde de la cama, abrazándose a sí misma.

–No soy la culpable de todo – se repetía, tratando de calmar su corazón angustiado.

La habitación se llenó de un silencio opresivo, solo interrumpido por sus sollozos. Pelin se sentía sola y vulnerable, cargando con el peso de la situación.

En ese momento, se dio cuenta de que necesitaba fuerzas para enfrentar lo que venía. Tomó una profunda respiración, se secó las lágrimas y se levantó con determinación.

–Lo superaré – se dijo, mirándose al espejo. –Por mí y por nuestro hijo.

Ferit guardó su teléfono y se dirigió a Abidin y Eda, con una expresión de disculpa.

 Cᴜʀsᴇᴅ ᴅᴇsᴛɪɴʏ┆𝐬𝐞𝐲𝐟𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora