Capitulo 12

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Rebecca miró desde la ventana de la habitación, la extensión del césped, el río arremolinado, los rojos, verdes y ocres de la colina boscosa más allá de la visión borrosa.

Se estremeció y acomodo la bata en el cuello. Se había movido toda la noche, víctima de sus pensamientos caóticos y cíclicos. Se había duchado a una hora sobrenatural de la mañana, solo para envolverse en su cuerpo desnudo con la comodidad de una bata y regreSarocha a su habitación.

El nudo que se apretó en su vientre no se había aliviado por un momento desde el viernes por la noche. No sabía cuánto tiempo había permanecido inmóvil en el jardín, tambaleándose por la revelación de Eli. Aunque una parte de su negación lloró, un escalofrío se instaló en el fondo, temiendo que pudiera ser cierto.

−Joder, Rebecca .−La voz de Bill la había sacado de su trance. Era ruidoso en el jardín vacío −¿Qué diablos fue eso?

−No ahora, por favor,−susurró.−Necesito encontrar a Sarocha.−Sarocha tenía que negarlo. No podía estar enamorada de ella.

−Eso fue jodidamente vergonzoso.−Bill se alisó el cabello ausente sobre el cuero cabelludo.−Me hiciste quedar como un completo huevón allí. ¿Por qué no dijiste algo? Solo una palabra, Rebecca ; eso es todo lo que tenías que decir.

−Te lo dije,−dijo débilmente.−Necesito encontrar a Sarocha.

−Siempre la jodida Sarocha,−gritó.−Siempre es tu maldita amiga. Rebecca estaba demasiado aturdida para responder.

−Sarocha siempre es tu prioridad. Lo ha sido por años. ¿Cuándo voy a ser yo? ¿Qué pasa con nosotros?

−Lo será, pero no ahora, por favor. Necesito encontrarla. Sus ataques. Pudo...

−No podemos poner nuestras vidas en espera cada vez que Sarocha está molesta.

−No es así.−Rebecca sacudió la cabeza, deseando que el caos arremolinado se detuviera.−No lo trivialice.

−Pero, ¿necesitas estar de guardia todo el tiempo?

−Esta vez,−murmuró.−Lo hago.

−¿Por qué?

Porque esta vez, podría ser su culpa.

−Voy a encontrarla,−dijo Rebecca y ella tropezó hacia la casa.

Nadó entre la multitud, la gente rió y felicitó a Eli, niños corriendo por todas partes.

Rebecca podía ver a su amiga a la luz del pasillo. La cara de Sarocha estaba rosada e hinchada y la luz brillaba en un rastro de lágrimas. Por un momento pareció mirar a Rebecca , pero en lugar de esperar, buscó su abrigo de los ganchos y salió corriendo.

Sarocha estaba huyendo y huyendo de ella. Eli decía la verdad.

Los Armstrong (Freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora