Capitulo 16

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Sarocha tomó el brazo de Rebecca y la abrazó mientras tomaban la ruta a lo largo de las murallas de la ciudad hasta la ciudadela.

−Te ves cansada,−dijo Sarocha con una sonrisa comprensiva.−Vamos a llevarte a casa.

−No quiero volver todavía,−respondió Rebecca . Necesitaba demasiado el bálsamo de la compañía de Sarocha.

−Puedes quedarte en la mía. Eres siempre bienvenida.

Rebecca captó el leve sonrojo en las mejillas de Sarocha cuando lo sugirió. Y nada podría haber sido más atractivo. Acurrucarse en el sofá en la cálida compañía de Sarocha era justo lo que Rebecca necesitaba. Pero no era justo.

−Gracias,−dijo Rebecca .−Mejor me quedo en casa de mamá.

Subieron la colina y Rebecca suspiró ante la perspectiva de la internación con Maggie y escuchando su diatriba sobre todo, desde la religión hasta el precio de los huevos.

−Me gustaría que pudieras verla a través de mis ojos,−dijo Sarocha.

−¿Quién?

−Maggie.

−Oh.−Rebecca se sonrojó, avergonzada de que su temor fuera tan transparente.

−Supuse que ese enorme suspiro era sobre ella.

−Sí, lo era.

−Ella es una mujer especial,−dijo Sarocha.

−En eso podemos estar de acuerdo.−Rebecca se rió.

−Lo digo en serio.−Sarocha tiró de su brazo para castigarla.−No puedo contar los momentos increíbles con ella.

Rebecca contuvo su réplica.

−¿Recuerdas la segunda Navidad que estuve en Ludbury?

Rebecca lo hizo. No pasó mucho tiempo después de que Sarocha extendiera las cenizas de su madre en Stepley Hill, un hermoso lugar de descanso en el campo.

−Temía la Navidad sin mamá. Ella era todo lo que podía pensar en esa época del año. Pero la mañana de Navidad,−Sarocha vaciló mientras se concentraba en el recuerdo.−Era temprano, antes del desayuno y los regalos. Maggie nos ordenó que nos vistiéramos, nos pusiéramos nuestros sombreros y nos llevó a Stepley Hill. Brillaba con escarcha a la luz del sol del amanecer.−Sarocha sonrió.−Estábamos rodeados por una nube de aliento humeante; tú, yo, Maggie y Richard, Eli también. Ella tomó mi mano.

Y Rebecca podía recordarlo tan claramente como Sarocha. Se habían acurrucado en las colinas galesas, en el centro del círculo de piedra donde Brenda, la madre de Sarocha, había sido puesta a descanSarocha.

−¿Quieres decir algo?−Había preguntado Maggie. Sarocha estaba demasiado ahogada para hablar. Maggie la barrió bajo un brazo y Sarocha cerró los ojos con dolor.

Los Armstrong (Freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora