Capítulo 36

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−Mierda,−dijo Rebecca . Dejó caer la mano de Sarocha.

−¿Qué pasa?

−No creo que esté lista para esto. No puedo hacerlo.

−No tenemos que tomarnos de las manos si estás incómoda.−Sarocha se retiró y la expresión de su rostro hizo que a Rebecca le doliera el corazón.

−No es eso.−Rebecca sonrió para tranquilizarla.−No es eso en absoluto. De hecho, no es muy diferente de cómo solíamos caminar juntos, excepto que quiero arrastrarte de regreso a la cama.

−Oh,−dijo Sarocha con alivio.−Entonces, ¿qué pasa?

−Maggie,−dijo Rebecca .−Maggie está en la calle y no estoy lista para decirle.

La reacción de Sarocha fue inmediata. Era como si ella se volviera pequeña, queriendo alejarse del mundo.−Tampoco estoy segura de estar lista,−dijo.

−No tenemos que decir nada, todavía no. Sarocha asintió con la cabeza pálida.

−Entonces no ahora,−dijo Rebecca .−Y no aquí. Necesitamos prepararnos y contarle en privado en casa.

−Está bien,−respondió Sarocha.−Pero pronto, por favor. No le mentiré.−Miró a Rebecca tristemente.−Estaré mintiendo por omisión si nada más, y no puedo hacerle eso a Maggie. Necesitamos hablar con ella lo antes posible.

El corazón de Rebecca se sentó pesado en su pecho. No quería que está feliz existencia despreocupada terminara—días soleados envueltos en los brazos de la otra, lejos de los ojos del mundo.

Rebecca apretó la mano de Sarocha.−Estará bien. Estoy aquí.

Ambas levantaron la vista cuando gritaron "¡Chicas!" Por la calle. Maggie se dirigió hacia ellas, con los brazos extendidos y una sonrisa radiante en su rostro.

−Oh, Dios mío,−dijo, abrazando a Rebecca y tirando de ella para beSarochala.−No las he visto chicas en días. ¿Dónde se han estado escondiendo?

Sarocha palideció ante la pregunta pero logró devolver el abrazo de Maggie.

Rebecca estaba a punto de preguntar educadamente cómo Maggie había pasado esos días como distracción, cuando Juliette se paseó por el camino y se detuvo al lado de Maggie.

−Buenos días a las dos,−dijo, claramente ya en compañía de Maggie.

−Err, hola,−se las arregló Rebecca . La manera entre su madre y su adverSarochaia cambió notablemente desde que Rebecca las había visto por última vez.

−¿Están caminando a algún lugar en particular o solo están disfrutando de un paseo marítimo esta hermosa mañana?−Preguntó Juliette, su encantador acento francés le daba indulgencia a toda la sugerencia. Parecía hacer magia incluso en su madre, que estaba al lado de Juliette con una sonrisa agradable en su rostro.

Los Armstrong (Freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora