CAPÍTULO 8

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Después de aceptar ser la novia de Max, nuestra relación se volvió aún más intensa y apasionada. Pasábamos cada momento libre juntos, explorando la ciudad, probando nuevos restaurantes y disfrutando de conciertos y eventos.

Un día, Max me sorprendió con un fin de semana romántico en las montañas de Vermont. Fue un escape perfecto de la ciudad y pudimos relajarnos y disfrutar de la naturaleza juntos.

Al regresar a Nueva York, Max y yo pasamos una tarde relajada juntos. Se quedó a dormir en mi apartamento y compartimos un momento íntimo, haciendo el amor.

Al día siguiente, fui a trabajar con una sonrisa en el rostro. Mis compañeros y amigos me recibieron con afecto, como siempre. Me encantaba cómo me habían hecho sentir parte del equipo desde el primer día.

Llegué a casa después del trabajo y Max me avisó que tendría que viajar por trabajo. Lo extrañaría, pero entendía sus compromisos.

Decidí llamar a mi familia para ponernos al día. Hablé con mis padres y hermanos durante un rato, compartiendo noticias y risas.

Justo cuando terminaba la llamada, recibí otra. Era Erick, Nos hablamos un rato y, finalmente, le conté la noticia: "Erick, tengo novio".

Hubo un silencio al otro lado de la línea. "¿Quién es el afortunado?", preguntó con curiosidad.

"Se llama Max", respondí sonriendo. "Es increíble, te caerá bien".

Erick me felicitó y me dijo que estaba feliz por mí. Me sentí contenta de haber compartido la noticia con él.

Erick me pidió que le contara más sobre Max, así que le hablé de su personalidad, su trabajo y cómo nos habíamos conocido.

"Suena como un tipo interesante", dijo Erick. "Tengo que conocerlo".

Le propuse que viniera a Nueva York pronto, así podría conocer a Max en persona. Erick aceptó y empezamos a planear su visita.

Mientras tanto, Max regresó de su viaje y nos reunimos con Erick cuando llegó a la ciudad. Los tres nos llevamos bien de inmediato. Erick y Max se entendieron rapidamente, lo que me hizo sentir feliz.

Un día, los tres decidimos explorar la ciudad juntos. Visitamos el Museo de Arte Moderno, caminamos por Central Park y terminamos la noche con una cena en un restaurante italiano.

Erick me tomó aparte y me dijo: "Rebeca, Max es un gran tipo. Te hace muy feliz, ¿verdad?"

Asentí con la cabeza, sonriendo. "Sí, Erick. Estoy muy enamorada".

Erick sonrió y me abrazó. "Me alegra verte así, Rebeca. Max es un hombre afortunado".

Erick se quedó una semana en Nueva York y disfrutamos mucho su compañía. Antes de regresar, le pedí un favor: "Erick, ¿podrías llevarle algunas cosas a mi familia y amigos cuando regreses?"

"Claro, Rebeca", respondió. "¿Qué necesitas que lleve?"

Le di una bolsa con regalos para mis padres, hermanos y Scarlet. También le entregué una carta para Holden.

Me Había estado escribiéndome con Holden por correo y quería desearle lo mejor. Le escribí que esperaba que fuera feliz con Paula, que yo ya tenía un novio y estaba muy feliz. Le deseé mucho éxito en su trabajo y le agradecí por haberme ayudado con mi último proyecto en la universidad.

Erick prometió entregársela personalmente. Me sentí aliviada de haber podido expresar mis sentimientos a Holden.

"Gracias, Erick", le dije. "Significa mucho para mí".

Erick sonrió y me abrazó. "No hay problema, Rebeca. Estoy feliz de ayudar".

Con Erick de regreso, mi familia y amigos recibirían mis regalos. Y yo seguiría adelante, disfrutando de mi vida en Nueva York con Max.

La pasión entre Max y yo crecía cada día. Después de que Erick se fue, nos quedamos solos en el apartamento. Nos miramos a los ojos y sin decir una palabra, nos fundimos en un apasionado beso.

Max comenzó a besarme el cuello, enviando escalofríos por mi cuerpo. Yo lo agarré del cabello, acercándolo más a mí, y le saqué la camisa, revelando su torso fuerte y definido.

La tensión entre nosotros era palpable. Nuestros cuerpos se movían al unísono, como si bailáramos un tango apasionado. La habitación se llenó de susurros y gemidos, mientras nos perdíamos en el momento.

Max me levantó y me llevó al dormitorio,Y continuamos explorando nuestros cuerpos y almas. La conexión entre nosotros era profunda, como si hubiéramos encontrado nuestro refugio en el otro.

En ese instante, supe que mi amor por Max era incondicional, y que estaba dispuesta a seguir explorando la vida a su lado.

Después de esa noche apasionada, Max y yo nos despertamos abrazados, sonriendo. Sabíamos que nuestra relación había alcanzado un nuevo nivel.

Pasamos el día juntos, disfrutando de un desayuno relajado y planeando nuestro futuro. Max me habló de sus sueños y aspiraciones, y yo compartí los míos.

Decidimos que era hora de conocer a nuestras familias. Max me invitó a visitar a sus padres en Long Island, y yo acepté.

Al llegar, fui recibida con cariño por sus padres, quienes me trataron como parte de la familia. Me sentí cómoda y feliz.

Después de la exitosa visita a la familia de Max, estábamos emocionados de planear nuestro próximo aventura juntos. Estábamos sentados en el sofá, abrazados, y comenzamos a hablar de un viaje a Londres.

"Max, tengo una idea", dije, mirándolo con entusiasmo. "¿Por qué no vamos a Londres un fin de semana? Puedes conocer a mi familia y ver la ciudad".

Max se iluminó. "Me encantaría, Rebeca. Londres es una ciudad increíble".

Comenzamos a planear el viaje, buscando vuelos y hoteles. Decidimos que sería un viaje rápido, pero intenso. Iríamos un viernes por la mañana y regresaríamos el domingo por la noche.

"Estoy emocionado de conocer a tu familia", dijo Max, tomándome la mano.

"Estoy segura de que les encantarás", respondí, sonriendo.

Con el viaje planeado, empezamos a contar los días para nuestra aventura en Londres.

LA MIRADA QUE LO CAMBIÓ TODO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora