CAPÍTULO 13

5 1 0
                                    

Nos quedamos un rato más en los jardines, disfrutando del aire fresco y la belleza de la naturaleza. Luego, le dije a Max:

"Amor, vamos a buscar tus cosas. Quiero tenerte conmigo, en mi apartamento, desde ya".

Max sonrió y me tomó de la mano. "Me encanta la idea", me dijo.

Nos dirigimos a su apartamento, donde comenzamos a empacar sus cosas. Max se rió al ver cómo yo iba guardando cada una de sus pertenencias con cuidado.

"Rebeca, no necesitas envolver cada cosa en papel de seda", me dijo, sonriendo.

Me reí. "Quiero que todo esté perfecto para ti", le respondí.

Después de un rato, terminamos de empacar y nos dirigimos a mi apartamento. Max me ayudó a llevar sus cosas y las fuimos colocando en su nuevo espacio.

Cuando terminamos, nos sentamos en el sofá, exhaustos pero felices. Max me abrazó y me dijo:

"Gracias por hacerme sentir tan bienvenido en tu hogar, Rebeca. Te amo".

"Te amo también, Max", le respondí, sonriendo.

"Esto es nuestro hogar ahora", me dijo Max, abrazándome.

"Siempre", le respondí.

Preparamos la cena juntos, cocinando pasta y brindando con vino. Nos sentamos en la mesa, mirándonos a los ojos.

"Estoy tan feliz de estar contigo", me dijo Max.

"Yo también, mi amor", le respondí.

Después de cenar, nos sentamos en el sofá y vimos una película juntos. Max me abrazó y yo me sentí segura en sus brazos.

Esa noche, nos fuimos a la cama juntos, en nuestro hogar nuevo. Nos abrazamos y nos besamos.

Y así, nos dormimos, rodeados de amor y felicidad.

Pasaron los días muy rápido y ya estamos en el avión con destino a Londres. Me siento un poco nerviosa porque voy a presentar a Max a mis padres. Durante el vuelo, leímos juntos un rato, conversamos y dormí un rato. Cuando estábamos por llegar, Max me despertó.

Al llegar al aeropuerto, nos fuimos directo al hotel a descansar. Son las 3 de la tarde y hoy cenaremos con mis padres, mis dos hermanos y mi sobrino. Max no quiso que nos quedáramos en mi apartamento de aquí en Londres porque dice que era una visita rápida.

Mientras nos preparábamos para salir, Max me dio un beso y me dijo: "No te preocupes, todo saldrá bien. Estoy emocionado de conocer a tu familia".

Me sonreí y le dije: "Gracias, amor. Estoy un poco nerviosa, pero contigo a mi lado, me siento más segura".

Nos dirigimos al restaurante donde nos esperaban mis padres y hermanos. Al entrar, vi las caras sonrientes de mi familia y me sentí aliviada.

"¡Rebeca, querida! ¡Cuánto tiempo!", exclamó mi madre, abrazándome.

"¡Mamá, papá! Les presento a Max", dije, sonriendo.

Max les dio la mano y les dio un beso en la mejilla. Mi familia lo recibió con calidez y nos sentamos a cenar.

Durante la cena, mis padres no perdieron la oportunidad de interrogar a Max sobre sus intenciones conmigo. Mi madre, siempre protectora, fue la primera en disparar.

"Max, ¿cuáles son tus planes con nuestra hija?", preguntó, mirándolo fijamente.

Max sonrió tranquilamente y respondió: "Mi intención es hacerla feliz, señora. Rebeca es una persona increíble y me siento afortunado de tenerla en mi vida".

Mi padre, siempre directo, agregó: "¿Y qué planes tienes para el futuro? ¿Te ves casado con Rebeca?"

Max tomó mi mano y me miró a los ojos antes de responder: "Sí, señor. Me veo construyendo una vida juntos. Rebeca es la persona con quien quiero compartir mis sueños y mis metas".

Mis hermanos, siempre burlones, se rieron y empezaron a hacer bromas, pero mis padres siguieron seria la conversación.

"¿Y qué planes tienes para tu carrera?", preguntó mi madre.

Max explicó sus objetivos y aspiraciones, demostrando su pasión y dedicación.

Mis padres se miraron entre sí, pareciendo satisfechos con las respuestas de Max.

Al final de la cena, mi madre me abrazó y me susurró: "Me gusta, Rebeca. Creo que Max es el indicado para ti".

Mi padre, siempre pragmático, agregó: "Nosotros solo queremos lo mejor para ti, hija. Y si Max es lo que te hace feliz, entonces estamos contentos".

Me sentí aliviada y feliz de que mis padres aceptaran a Max. Sabía que su aprobación era importante para mí.

Después de salir del restaurante, decidí mostrarle a Max algunos de los lugares emblemáticos de Londres. Caminamos por las calles empedradas, admirando la arquitectura histórica y disfrutando del ambiente vibrante de la ciudad.

Mientras paseábamos, le mencioné a Max que había quedado en desayunar con Scarlet, mi mejor amiga, al día siguiente. "¿Te importa si la invito a desayunar?", le pregunté.

Max sonrió y me dijo: "No hay problema, amor. Me encantaría conocerla".

Luego, le comenté que también había planeado almorzar con Erick."¿Te parece bien si nos acompaña?", le pregunté.

Max asintió con la cabeza. "Claro, no hay problema".

Seguimos paseando, disfrutando de la noche londinense, y planeando nuestros planes para el día siguiente.

"Mañana será un día divertido", le dije a Max, sonriendo.

"Lo será", me respondió, abrazándome.

LA MIRADA QUE LO CAMBIÓ TODO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora