Capítulo 4

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"Está bien, vamos a hablar", le dije, cruzándome de brazos. "Pero entonces, ¿por qué permitiste que te besara y te abrazara y dijera todas esas cosas? No creo que estén separados desde hace mucho".

Holden se pasó una mano por el cabello, nervioso. "Lo sé, Rebeca. Me equivoqué. Me dejé llevar por el momento. Pero te juro que es la verdad. Estamos separados".

Me miró, intentando convencerme. "Paula y yo... hemos estado intentando arreglar las cosas, pero no funciona. Y ayer, cuando viniste a mi apartamento... me sentí culpable. No quería que te fueras con una mala impresión de mí".

Suspiré, aún confundida. "Bueno, igual no me debes explicaciones. Pero necesito tiempo para procesar todo esto".

Holden asintió, aliviado. "Entiendo. Te doy todo el tiempo que necesites. Solo... por favor, no te vayas con Erick. Todavía no".

Me sorprendió su petición. ¿Por qué le importaba quién estaba conmigo?

"¿Por qué?", le pregunté, curiosa.

Holden se acercó un poco más. "Porque... siento algo por ti, Rebeca. Algo real. Y no quiero perderte".

Mi corazón latió un poco más rápido. ¿Sentimientos reales? ¿Podía creerle?

"Lo siento, Holden", le dije."Pero creo que es mejor que no nos veamos por un tiempo. Necesito concentrarme en mi trabajo y prepararme para mi tesis. Tengo tantas cosas encima que no tengo tiempo para una relación, y mucho menos un conflicto con tu novia o lo que sea. No quiero problemas, la verdad".

Holden se veía desilusionado, pero entendió. "Lo entiendo, Rebeca. Te mereces enfocarte en tus metas. Solo prométeme que no me cerrarás la puerta por completo".

Asentí. "No te prometo nada, Holden. Necesito tiempo y espacio. Y tú necesitas resolver tus asuntos personales".

Me di la vuelta para irme, pero Holden me detuvo. "Rebeca, espera. ¿Puedo preguntarte algo?"

"¿Qué?", le pregunté, sin voltear.

"¿Sientes algo por mí? Algo real, algo que valga la pena luchar".

Me detuve un momento, pensando en mi respuesta. "No lo sé, Holden. Necesito tiempo para pensar en mí misma, en mis sentimientos. No puedo darte una respuesta ahora".

Con eso, me fui, dejando a Holden con sus preguntas y sus conflictos. Tenía que enfocarme en mí misma, en mi futuro. El resto, tendría que esperar.

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Dos meses habían pasado desde que vi a Holden por última vez. Dos meses en los que me había enfocado en mi trabajo y mi tesis, y en los que Erick y yo habíamos estado en constante comunicación. Nos habíamos intercambiado mensajes. Y debes en cuanto salíamos a comer.

Un fin de semana, mi jefe me llamó de repente. "Rebeca, necesito que hagas un viaje de trabajo a Manchester. Debes llegar al aeropuerto en dos horas".

Me sorprendí, pero no tenía opción. Me apresuré a empacar y llegar al aeropuerto a tiempo.

Al llegar, mientras esperaba en la sala de embarque, vi una figura familiar. Era Erick. ¡Qué sorpresa!

"¿Erick? ¿Qué haces aquí?", le pregunté, sonriendo.

"Lo mismo que tú, aparentemente", me respondió, riendo. "Mi jefe me asignó este viaje de trabajo también".

No podía creer la coincidencia. ¿Sería un signo del destino?

"¿Vamos a sentarnos y hablar un rato?", me sugirió Erick.

Asentí, emocionada. Este viaje podría ser más interesante de lo que pensaba..
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Al llegar a Manchester, Erick me sugirió compartir un taxi, ya que íbamos al mismo hotel. Acepté, y mientras esperábamos, charlamos sobre el viaje y el trabajo que teníamos por delante.

De repente, escuché una voz familiar. "Rebeca, ¿puedo hablar contigo un momento?"

Me di la vuelta y vi a Holden parado frente a mí, con una expresión seria.

"No, Holden", le respondí, cortante. "No tengo nada que hablar contigo".

Erick se puso tenso a mi lado, notando la tensión.

"Por favor, Rebeca", insistió Holden. "Solo un minuto".

Negué con la cabeza. "No. Lo he dicho, Holden. No quiero problemas".

El taxi llegó en ese momento, y Erick me abrió la puerta. "Vamos, Rebeca. Tenemos que irnos".

Me subí al taxi, alejándome de Holden y sus problemas. Erick se sentó a mi lado, y nos alejamos del aeropuerto, dejando a Holden atrás.

"¿Estás bien?", me preguntó Erick, preocupado.

Asentí, suspirando. "Sí, gracias. Solo necesito alejarme de él".

Erick me tomó la mano, dándome un apoyo silencioso. Me sentí agradecida por su presencia.

Llegamos al hotel y nos instalamos en nuestras habitaciones. El fin de semana estuvo lleno de trabajo, pero fue productivo. Me había estado encargando de la imagen del nuevo hotel de la empresa, y Erick había estado trabajando en los aspectos financieros.

Trabajamos juntos en varias reuniones con el equipo del hotel, y pude ver cómo Erick se desempeñaba con profesionalismo y confianza. Me impresionó su capacidad para analizar números y encontrar soluciones creativas.

Por las noches, después de cenar, nos sentábamos en el lobby del hotel y hablábamos sobre nuestros proyectos. Erick me contaba sobre sus estrategias para aumentar la rentabilidad del hotel, y yo le contaba mis estrategias para la imagen del hotel.

Nuestra conexión crecía con el paso de los días. Me sentía cómoda con él, y disfrutaba de su compañía.

El domingo por la noche, después de una larga jornada de trabajo, Erick me sugirió salir a caminar por la ciudad. Acepté, y salimos a disfrutar del fresco aire nocturno.

LA MIRADA QUE LO CAMBIÓ TODO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora