Al día siguiente, salimos temprano a desayunar en un café cercano. Luego, nos dirigimos al museo de Harry Potter, que estaba en nuestra lista de lugares para visitar. Pasamos unas horas allí, disfrutando de las exhibiciones y recordando nuestros momentos favoritos de la saga.
Después del museo, fuimos a casa de mis padres a almorzar. Mi madre había preparado uno de mis platos favoritos, y pasamos un rato agradable charlando y riendo.
Después de almorzar, nos despedimos de mis padres y nos fuimos al hotel a recoger nuestras cosas. Llegó el momento de partir hacia el aeropuerto, nuestro vuelo salía a las 4 de la tarde y debíamos llegar con anticipación.
Mientras nos dirigíamos al aeropuerto, le pregunté a Max:
"¿Qué te ha parecido Londres?"
Max sonrió y me respondió:
"Me ha encantado. La ciudad es increíble, la gente es amable y la comida es deliciosa. Pero lo mejor de todo ha sido pasar tiempo contigo".
Me sonreí y le di un beso en la mejilla.
"Lo mismo para mí", le dije. "Me alegra que hayas disfrutado de la ciudad".
Llegamos al aeropuerto, entregamos nuestras maletas y nos dirigimos a la sala de espera. Estábamos listos para regresar a Nueva York, pero sabíamos que siempre llevaríamos con nosotros los recuerdos de nuestro viaje a Londres.
Mientras esperábamos para abordar, Max me tomó de la mano y me miró a los ojos.
"Gracias por este viaje, Rebeca", me dijo. "Ha sido increíble".
"Gracias a ti", le respondí. "Me has hecho sentir muy feliz".
Y nos besamos, listos para enfrentar el futuro juntos.
Subimos al avión y nos acomodamos en nuestros asientos. Mientras despegábamos, miré por la ventana y vi cómo la ciudad de Londres se alejaba. Me sentí un poco melancólica, pero sabía que pronto estaríamos de regreso, empezando una nueva aventura juntos.
Durante el vuelo, charlamos y leímos un poco. Max me tomó la mano y me la acarició suavemente. Me sentí segura y protegida a su lado.
Después de un few horas, el piloto anunció que estábamos comenzando el descenso hacia el aeropuerto de Nueva York.
Aterrizamos sin problemas y recogimos nuestras maletas. Fuera del aeropuerto, nos esperaba un taxi que nos llevó de regreso a nuestro apartamento.
Al llegar, nos abrazamos y nos besamos, felices de estar de regreso en casa. Sabíamos que habíamos compartido algo especial en Londres, y que nuestro amor había crecido aún más.
"Te amo", me dijo Max, mirándome a los ojos.
"Te amo también", le respondí, sonriendo.
Y nos fuimos a dormir, agotados pero felices, sabiendo que teníamos un futuro juntos.
Pasaron dos semanas más y empecé a notar que Max se comportaba de manera extraña. Estaba siempre pegado a su celular, respondiendo mensajes y llamadas con una frecuencia inusual. Cuando le preguntaba con quién hablaba, me decía que era un cliente, pero su tono y su actitud me parecían evasivos.
Intenté acercarme a ver la pantalla de su celular, pero rápidamente lo guardaba, como si tuviera algo que esconder. Esto me generaba una sensación de desconfianza y ansiedad.
Tuve varias discusiones con Max sobre este tema. Le preguntaba por qué era tan reservado con sus llamadas y mensajes, y me respondía que era solo trabajo. Pero yo sabía que algo no estaba bien.
Empecé a sentirme insegura y celosa, preguntándome si Max me estaba ocultando algo. Nuestra relación había sido siempre abierta y honesta, pero ahora sentía que había una barrera entre nosotros.
"Max, ¿qué pasa?", le pregunté una noche, mientras estábamos sentados en el sofá. "¿Por qué te comportas de esta manera?"
Max suspiró y me miró, pero no me dio una respuesta clara. Solo me dijo que estaba estresado con el trabajo y que no quería preocuparme.
Pero yo sabía que había algo más. Algo que no me estaba diciendo. Y eso me dolía.
Me sentí herida y frustrada. Sabía que Max me estaba ocultando algo, y su falta de honestidad me dolía.
"Max, por favor, háblame", le dije, siguiéndolo a la habitación. "No puedo soportar este silencio entre nosotros".
Max se detuvo frente al espejo, mirándose a sí mismo, y luego se volvió hacia mí.
"Rebeca, te juro que no es nada", me dijo, su voz firme pero con un tono de evasión.
"No me mientas, Max", le dije, mi voz temblando. "Sé que algo te pasa. ¿Por qué no me lo dices?"
Max suspiró y se pasó la mano por el cabello.
"Rebeca, por favor, déjalo", me dijo, y se dio la vuelta, alejándose de mí.
Me sentí como si me hubiera dado un golpe. ¿Por qué Max me estaba tratando de esta manera? ¿Qué había pasado con la honestidad y la confianza que siempre habíamos tenido?
Me quedé parada en la habitación, sintiendo una mezcla de tristeza, rabia y confusión. No sabía qué hacer ni qué pensar. Solo sabía que algo estaba muy mal en nuestra relación.
Me levanté con una sensación de inquietud. Busqué a Max, pero no estaba en la cama ni en el apartamento. Me pareció muy raro, porque él siempre se despedía de mí antes de irse.
Me vestí y me fui a trabajar, pero mi mente estaba en otro lugar. No podía dejar de pensar en Max y en su comportamiento extraño. ¿Dónde había ido? ¿Por qué no se había despedido de mí?
Estaba muy pensativa, y mi concentración en el trabajo era nula. Mis compañeros se dieron cuenta de que algo estaba mal, pero no les dije nada. No sabía qué decir.
Durante todo el día, intenté llamar a Max, pero su teléfono estaba apagado. Me sentía cada vez más preocupada y confundida.
¿Qué estaba pasando con Max? ¿Por qué me estaba tratando de esta manera?
Llegué a casa después del trabajo, esperando encontrar a Max allí, pero el apartamento estaba vacío. Me senté en el sofá, sintiendo una mezcla de tristeza, ansiedad y rabia.
¿Dónde estaba Max? ¿Por qué me había dejado así?
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LA MIRADA QUE LO CAMBIÓ TODO
RomanceEn el momento en que sus ojos se encontraron, supieron que nada sería igual jamás.La vida les había llevado por caminos diferentes, pero el destino tenía otros planes.Un encuentro casual, un amor eterno. Donde la pasión y el destino se unen, comienz...