CAPÍTULO 17

4 1 0
                                    

Salí de nuevo, decidida a tomar medidas para proteger mi privacidad. Agarré un taxi y me dirigí al centro de Nueva York. Mi auto lo había dejado en mi edificio, no quería que Max o Scarlet me localizaran.

Llegué al centro y me detuve en una cafetería. Saqué mi celular y guardé todos mis contactos en mi correo electrónico. Luego, con determinación, rompí mi celular en pedazos. No quería que nadie me alcanzara.

Compré un nuevo celular, uno que nadie conocía. Me sentí un poco más segura.

Antes de regresar al hotel, decidí darme un pequeño placer. Compré un helado y comida en un restaurante cercano. Me senté en un parque y disfruté de mi helado, intentando olvidar por un momento el dolor y la traición.

Luego, me devolví al hotel, lista para planificar mi próximo movimiento. Sabía que tenía que ser cuidadosa, pero también sabía que no podía esconderme para siempre. Tenía que encontrar una manera de enfrentar a Max y Scarlet, y de reconstruir mi vida.

Llamé a Erick, mi amigo de confianza, y le conté todo lo que había pasado. Le dije que necesitaba reunir el valor para enfrentar a Max y Scarlet, y que no quería seguir más en la ciudad.

Erick me escuchó atentamente y me dijo que podía regresar cuando quisiera. Le dije que no podía porque todavía me faltaban dos meses en mi trabajo, pero él me interrumpió.

"Rebeca, no importa", me dijo. "Te voy a decir algo, pero no te vas a enojar, ¿ok?"

Asentí, curiosa.

"Yo soy el dueño de la empresa donde trabajas", me reveló Erick.

Me quedé sorprendida. No lo sabía.

"¿Qué? ¿Por qué no me lo dijiste?", le pregunté.

"Quería que tuvieras la oportunidad de crecer profesionalmente sin influencias", me explicó Erick. "Pero ahora, puedo ayudarte. Puedo transferirte a otra sede o incluso darte una licencia para que te tomes un tiempo. Lo que necesites, Rebeca".

Me sentí agradecida y aliviada. Saber que tenía el apoyo de Erick me dio la fuerza para seguir adelante.

"No me quiero aprovechar de ti, Erick", le dije, sintiendo una mezcla de gratitud y orgullo. "Y tampoco puedo huir cada vez que me pase algo malo. Necesito enfrentar esto y superarlo por mí misma".

Erick suspiró al otro lado de la línea. "Entiendo, Rebeca. Pero recuerda que tienes amigos que te apoyan y que estoy aquí para ayudarte en lo que necesites. No tienes que enfrentar esto sola".

Asentí, sabiendo que tenía razón. "Gracias, Erick. Significa mucho para mí saber que estás ahí. Pero necesito hacer esto por mí misma. Necesito demostrarme que puedo superar esto".

Erick se rió suavemente. "Siempre has sido fuerte, Rebeca. No me sorprende que quieras enfrentar esto de frente. Pero prométeme que me llamarás si necesitas algo, ¿de acuerdo?"

"De acuerdo", le dije a Erick, "pero te puedo pedir un favor".

"Por supuesto", me respondió sin dudar.

"Puedes estar aquí conmigo", le pedí, sintiendo una punzada de soledad. "No quiero estar sola en esto".

Hubo un momento de silencio al otro lado de la línea antes de que Erick respondiera.

"Rebeca, claro que sí. Estaré ahí para ti".

Pero luego recordé la distancia que nos separaba.

"No, olvídalo, Erick", le dije rápidamente. "Estoy al otro lado del mundo, no te puedo hacer viajar aquí por esto. Es demasiado lejos".

Erick se rió suavemente.

"Rebeca, no te preocupes por eso. Ya encontraré la manera de estar contigo, aunque sea virtualmente. No te dejaré sola en esto".

Me sentí agradecida por su apoyo y amistad. Saber que Erick estaba ahí para mí, aunque estuviera lejos, me dio la fuerza para seguir adelante.

Al día siguiente, me despertó una llamada muy temprano. Cuando vi el celular, era Erick. Le contesté con voz somnolienta.

"Hola".

"Rebeca, estoy en el aeropuerto", me dijo Erick. "Me puedes pasar la dirección de donde estás".

Me alarmé y me senté en la cama.

"¡Por Dios, Erick! No tenías que venir", le dije, sorprendida.

"Quería estar aquí para ti", me respondió simplemente. "Necesitas alguien que te apoye en este momento".

Me sentí abrumada por su gesto. No esperaba que hiciera algo así por mí.

"Erick, no sabes cuánto significa para mí que hayas venido", le dije, emocionada.

"Ya sabes que haría cualquier cosa por ti, Rebeca", me dijo con una sonrisa en su voz. "Ahora, dame la dirección para que pueda llegar".

Le di la dirección del hotel y colgué el teléfono, sintiendo una mezcla de emociones. Estaba feliz de que Erick estuviera aquí para mí, pero también me sentía un poco avergonzada por haberlo molestado.

Me levanté de la cama y comencé a prepararme para recibir a Erick. Me duché, me vestí y me maquillé un poco para intentar esconder las ojeras que tenía después de una noche sin dormir.

Mientras esperaba, pensé en cómo había cambiado todo en tan poco tiempo. Hacía unos días, estaba viviendo una mentira con Max, y ahora, mi mejor amigo estaba viniendo a apoyarme en mi momento de necesidad.

Llamaron a la puerta y me levanté para abrir. Era Erick, con una sonrisa en su rostro y una maleta en su mano.

"Hey", me dijo, abrazándome fuerte. "Estoy aquí para ti".

Me sentí emocionada y abracé su cuello, sintiendo un gran alivio.

"Gracias por venir", le dije, con lágrimas en los ojos.

"No hay de qué", me respondió. "Estoy aquí para apoyarte en todo lo que necesites".

Entramos al hotel y Erick se instaló en la habitación contigua a la mía. Pasamos el día hablando, riendo y llorando juntos. Me sentí agradecida de tenerlo a mi lado en ese momento difícil.

"Erick, discúlpame", le dije, sintiendo una oleada de vergüenza. "Me siento muy avergonzada de hacerte venir hasta aquí".

Erick me miró con una expresión de sorpresa y se acercó a mí.

"Rebeca, no hay nada que disculpar", me dijo, tomándome las manos. "Estoy aquí porque quiero estar, porque eres mi amiga y necesitas mi apoyo".

Me sentí emocionada por su gesto y sus palabras.

"No sabes cuánto significa para mí que estés aquí", le dije, sintiendo lágrimas en mis ojos.

Erick sonrió y me abrazó.

"Claro que sí, Rebeca", me dijo. "Somos amigos, y los amigos están para apoyarse mutuamente en los momentos difíciles".

Me sentí agradecida por su presencia y su apoyo. Saber que tenía a alguien como Erick a mi lado me daba la fuerza para enfrentar lo que viniera.

"Pero aún así me siento mal", le dije a Erick, sintiendo una punzada de culpa. "Dejaste tu empresa, tus negocios, para venir hasta aquí. Debes tener muchas cosas que hacer".

Erick se rió y me miró con una sonrisa tranquila.

"Rebeca, mi empresa está en buenas manos", me dijo. "Tengo un gran equipo que se encarga de todo. Y además, hay cosas más importantes que el trabajo. Como estar aquí para ti en este momento".

Me sentí conmovida por sus palabras y su gesto.

"No sé qué haría sin ti, Erick", le dije, sintiendo una gran gratitud.

Erick me abrazó de nuevo.

"No tienes que hacer nada, Rebeca", me dijo. "Solo tienes que dejar que te ayude. Y recuerda, somos amigos para siempre".

LA MIRADA QUE LO CAMBIÓ TODO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora