CAPÍTULO 7

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Al llegar al aeropuerto de Nueva York, un hombre me esperaba con un cartel con mi nombre. Me acerqué y me llevó a un hermoso departamento en el centro de la ciudad. Era impresionante, elegante y moderno. No podía creer que viviría allí un año. Era mejor de lo que esperaba.

El hombre, Daniel, me dio la bienvenida y me explicó que me esperaban en la oficina el lunes. Me entregó una credencial con mi nombre para entrar en la empresa, la dirección, y un sobre amarillo con información adicional y las llaves del apartamento.

Se despidió y se marchó, dejándome sola en mi nuevo hogar. Era jueves, así que tendría tiempo para descansar y explorar la ciudad.

Me sentí emocionada y agradecida. Mi familia siempre había tenido recursos, nunca necesité trabajar, pero yo quería ser independiente y ganarme mi propio dinero. Y ahora, con este nuevo empleo, podía permitirme disfrutar de la ciudad.

Después de 8 horas de viaje, decidí descansar un rato. Mañana exploraría Nueva York. ¡La aventura comenzaba!

Al día siguiente, contraté a un guía turístico para explorar los lugares más emblemáticos de Nueva York. La pasé increíble! Visité la Estatua de la Libertad, Central Park, Times Square, y muchos más. Me conmovió profundamente el lugar donde estuvieron las Torres Gemelas, un recordatorio histórico.

La comida neoyorquina es deliciosa! Me enamoré de los bagels, pizzas y hot dogs.

Regresé a casa en la noche, exhausta pero feliz. Hablé con mis padres y amigos, compartiendo mis aventuras. Luego, me quedé dormida, soñando con la ciudad que ya me había robado el corazón.

Los siguientes días, me dediqué a ir de compras, disfrutando de las tiendas y mercados de la ciudad.

Finalmente, llegó el lunes, mi primer día de trabajo. Me sentí nerviosa pero emocionada. Estaba lista para comenzar esta nueva etapa en Nueva York. ¡El gran desafío empezaba!

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Llegué a la oficina, un edificio impresionante en el corazón de Manhattan. Me dirigí al recepcionista, que me dio la bienvenida y me indicó el camino a mi nuevo despacho.

Mi jefe, la señora Johnson, me recibió con una sonrisa cálida. "Rebeca, bienvenida al equipo. Estamos emocionados de tenerte aquí".

Me presentó a mis nuevos colegas, todos amables y profesionales. Me asignaron un escritorio con una vista impresionante de la ciudad.

La señora Johnson me explicó mis responsabilidades y objetivos. Me sentí desafiada y motivada.

El primer día fue un torbellino de reuniones, presentaciones y entrenamientos. Pero me sentí cómoda y enfocada.

Al final del día, mis colegas me invitaron a unirme a ellos para una copa después del trabajo. Acepté, emocionada por conocerlos mejor.

Mientras caminábamos hacia el bar, me di cuenta de que había tomado la decisión correcta. Nueva York, aquí estoy. ¡Lista para conquistarte!

En el bar, nos reímos y compartimos historias. Mis nuevos colegas eran divertidos y amigables. Me sentí parte del equipo.

De repente, un hombre atractivo se acercó a nuestra mesa. "¿Mind if I join you?" (¿Les importa si me uno a ustedes?)

Mi corazón latió rápido. Era guapo, con ojos azules y sonrisa encantadora.

"Claro", dijo mi colega, Alex. "Soy Max", se presentó.

Charlamos y reímos juntos. Max era inteligente y divertido.

Al final de la noche, Max me pidió mi número. "Me encantaría verte de nuevo, Rebeca".

Sonreí, emocionada. "Me gustaría".

Regresé a mi apartamento, con una sonrisa en el rostro. Nueva York me estaba sorprendiendo de maneras inesperadas.

Los días siguientes, Max y yo nos vimos varias veces. Exploramos la ciudad juntos, compartimos comidas y risas. Me sentía cómoda y feliz a su lado.

Un día, mientras caminábamos por Central Park, Max me tomó la mano. Me miró a los ojos y me dijo: "Rebeca, me gustas mucho. ¿Quieres salir conmigo?"

Mi corazón latió rápido. Me sentía emocionada y nerviosa al mismo tiempo.

"Me gustaría", respondí sonriendo.

Max sonrió y me dio un beso en la mejilla.

Desde ese día, Max y yo fuimos inseparables.

Mi trabajo en la empresa también iba bien. Me sentía desafiada y realizada.

Con Max a mi lado, todo parecía más brillante. Exploramos la ciudad, probamos nuevos restaurantes y disfrutamos de conciertos y exposiciones.

En el trabajo, mis proyectos avanzaban bien. Mi jefa, la señora Johnson, me felicitó por mi desempeño.

Habían pasado 4 meses desde que Max y yo empezamos a salir, y cada día era más especial. Nuestras citas eran siempre emocionantes y llenas de risas.

Un día, Max me invitó a un restaurante elegante en el corazón de Manhattan. Me puse mi mejor vestido y maquillaje, emocionada de verlo.

Mientras disfrutábamos de una deliciosa cena, Max me miró a los ojos con una sonrisa nerviosa. "Rebeca, desde que te conocí, supe que eras especial. Quieres ser mi novia?"

Mi corazón saltó de emoción. ¡Era el momento que había estado esperando!

"Sí, sí, sí", respondí emocionada, mientras Max me ponía un hermoso anillo en el dedo.

Nos abrazamos y besamos, rodeados de la elegancia del restaurante. Me sentía la mujer más feliz del mundo.

LA MIRADA QUE LO CAMBIÓ TODO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora