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Volver a la realidad

El viaje de regreso a casa transcurrió en silencio, con sólo el suave traqueteo del carruaje y los murmullos ocasionales de mis hermanos llenando el aire.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, el carruaje se detuvo frente a mi hogar, mis hermanos y yo bajamos. La familiar casa de campo estaba iluminada desde adentro, y se oía el ruido de nuestros padres hablando en la sala de estar.

Mis hermanos comenzaron a llevar las maletas hacia adentro, mientras yo me quedaba en silencio y contemplaba la casa que tan familiar me era. No quería entrar todavía, todavía no estaba lista para dejar atrás mi tiempo en Hogwarts.

Mi hermano mayor notó mi silencio y se detuvo a mi lado, con una sonrisa comprensiva en su rostro.

─¿Todo bien?─ me pregunto suavemente, colocando una mano en mi hombro.

─Sí, solo estaba... pensando─ respondí suavemente, aún contemplando la casa.

Mi hermano siguió mi mirada y suspiró, adivinando lo que estaba pasando por mi cabeza.

─Echas de menos ya a todos, ¿eh?─ dijo, con un tono de comprensión en su voz── Especialmente a cierto chico alto y de cabello oscuro.

No pude evitar sonrojarme un poco ante su comentario, pero mantuve mi expresión estoica.

─Supongo que si─ respondi, encogiéndome de hombros─ No es que extrañe sus comentarios idiotas, obviamente.

Mi hermano se rio suavemente ante mi declaración, no engañado ni por un momento.

─Claro que no─ dijo, empujándome amistosamente── Sólo lo extrañas un montón, eso es todo.

No tenía sentido negarlo, así que simplemente resoplé en respuesta y me cruzó de brazos.

─Tal vez un poco─ reconocí a regañadientes, aún sin mirar a Erik.

Él se rio de nuevo y sacudió la cabeza, claramente divertido con mi actitud.

─¿Sólo un poco, eh? Pues, ya veremos cuánto tiempo te toma admitirlo en realidad─Soltó una carcajada─Vamos, entremos que mamá está ansiosa por verte.

Asentí y comencé a caminar hacia la casa, siguiéndole el paso a mi hermano. De hecho, extrañaba a mis padres también, lo cual hacía todavía más difícil volver a casa.

Cuando entramos en la casa, fuimos recibidos por la alegre voz de mi madre, quien nos esperaba en el salón.

─¡Aquí están!─ dijo mi madre con entusiasmo, con una sonrisa amplia y cálida en su rostro.

Ella se acercó y nos dio un abrazo grupal, con sus brazos rodeándonos a todos. Estaba tan contenta de vernos que incluso se le humedecieron los ojos.

─Oh, cuánto los he extrañado─ dijo con felicidad, todavía manteniendo su abrazo.

Mis hermanos y yo le devolvimos el abrazo, compartiendo una mirada divertida entre nosotros.

Finalmente mi madre se apartó, aún con una sonrisa en el rostro. Se volvió hacia mí y me dio un abrazo aún más fuerte, sosteniéndome cerca.

Divine violenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora