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Algo más allá

Después de lo que parecieron horas, finalmente relajé mi cuerpo exhausto. Estaba acostada, con el cuerpo aún envuelto alrededor de él, tratando de recuperar el aliento. El cuarto estaba oscuro y en silencio, excepto por nuestros respiraciones entrecortadas y el batir suave de nuestros corazones.

Él acarició suavemente mi cabello, trenzando sus dedos entre los mechones desordenados.

─Eso fue... algo más intenso de lo que esperaba─ admitió él. Su mano siguió acariciando mi cabello, peinando suavemente los mechones que se pegaban a mi frente por el sudor.

─Estoy agotada─ dije, acurrucada contra su cuerpo y dejando escapar un pequeño suspiro de satisfacción.

Él soltó una risa suave, acariciando aún más mi cabello.

─Yo también─ admitió. ─Pero aún así, valió la pena.

Me deshice suavemente de su abrazo y me senté en la cama, luchando contra el dolor en mis caderas. Estaba un poco adormecida y cansada, pero aún así estaba anhelando ir a tomar un baño caliente.

Me paré con cautela, asegurándome de que mis piernas aún estaban firmes antes de caminar torpemente hacia el baño. En cuanto llegué, dejé correr el agua caliente y me metí en la bañera, dejando que el agua calmará mis músculos adoloridos.

Cuando salí del baño, lo vi deambulando  por la habitación, observándolo todo con curiosidad. Me detuve por un momento a mirarlo, aún envuelta en una toalla y con el cabello húmedo.

Sus ojos se posaron en mí al notar mi presencia, y una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Me miró de arriba abajo, deteniéndose en la toalla que envolvía mi cuerpo desnudo.

─¿Que estas haciendo?─ le pregunté mientras me apoyaba contra el marco de la puerta del baño.

─Estaba viendo todo esto─ respondió él, señalando la habitación con un gesto de la mano ─Tu habitación, tu cama, tu ropa─ dijo, y su sonrisa se ensanchó un poco.

─¿Y?─ pregunté, aún apoyada contra el marco de la puerta, con mi cuerpo solamente cubierto por la toalla.

─Y me pregunto cuánto se ha usado esa cama─ respondió él, su sonrisa más pronunciada ahora.

─Eso realmente no asunto tuyo─ respondí, tratando de mantener mi voz estable.

─Estoy tratando de imaginarlo─ respondió él, caminando hasta donde yo estaba y apoyándose en el marco de la puerta a mi lado. Su rostro estaba ahora a pocos centímetros del mío, y podía sentir su aliento contra mi mejilla.

Me aparté de él y me acerqué a mi armario, abriéndolo y empezando a buscar algo para ponerme.

Finalmente, encontré una camiseta y un pantalón corto comodo. Me los puse en silencio, aún sintiendo la mirada intensa de él sobre mí. Después de ponerme algo de ropa, me volteé para enfrentarlo.

Él se había apartado del marco de la puerta y se había sentado en el borde de la cama. Me observó un largo momento, sus ojos siguiendo cada uno de mis movimientos.

Me acerqué hacia donde estaba él y me paré justo en frente de él. Estaba de pie, mirándolo mientras él estaba sentado, lo que me daba una visión clara de su rostro. Sus ojos estaban fijos en mí, recorriéndo de arriba abajo, tomando en cada detalle.

─¿En qué estás pensando?─ pregunté, aún de pie delante de él, con mis brazos cruzados delante de mí. Su rostro estaba casi a la altura de mis pechos.

Divine violenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora