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Un corazón ajetreado

Los días siguientes transcurrieron pacíficamente sin ningún incidente notable. Cada noche, tras asegurarme de que mis familiares estaban profundamente dormidos, me escabullía hacia la habitación de él. Lo encontraba allí ya esperándome, con los brazos abiertos para recibirme.

Con el tiempo pasando a ritmo descontrolado, el día para su partida se aproximaba cada vez más. Aunque intentábamos disfrutar de cada momento que teníamos juntos, no podíamos evitar pensar en la despedida inminente que se aproximaba.

Ese día en concreto, aprovechamos el clima agradable, salimos a pasear y a jugar por los alrededores de la mansión. Reíamos y bromeábamos mientras explorábamos los terrenos, disfrutando de nuestra compañía mutua.

Caminábamos hombro con hombro por el camino, con los bosques a cada lado y el cielo azul sobre nuestras cabezas. Él tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos, dando un pequeño apretón de vez en cuando simplemente para demostrar su presencia.

A nuestro alrededor, los sonidos de la naturaleza llenaban el aire: el canto de los pájaros, el susurro del viento entre los árboles, y el crujido de las hojas bajo nuestros pies.

A medida que continuamos caminando, me di cuenta de que nos habíamos desviado del sendero original y habíamos avanzado hacia un pequeño lago que se encontraba en la propiedad. Él debió haberse dado cuenta de lo mismo, ya que soltó una suave risa.

Nos detuvimos en la orilla y nos sentamos en la hierba, disfrutando de la vista del lago frente a nosotros. Las olas se deslizaban suavemente hacia la orilla, creando un ritmo tranquilizador y relajante. Él pasó un brazo alrededor de mis hombros y me atrajo hacia él, apoyando mi cabeza contra su hombro.

─Quisiera que vivieras conmigo para siempre─Dijo rompiendo lo que era el silencio.

─También me encantaría ─respondí en voz baja, acariciando su brazo con suavidad─Poder estar contigo siempre suena perfecto.

Él sonrió y se inclinó hacia mí, plantando un suave beso en mi frente. Por unos momentos, no hablamos, simplemente nos quedamos allí sentados uno junto al otro, disfrutando de la calma y la intimidad del momento.

Después de un rato más en silencio, él se incorporó y se volvió hacia mí.

─¿Vamos a nadar?─Preguntó, con una sonrisa traviesa en el rostro. Me senté recta y le devolví la sonrisa, entusiasmada por la idea.

─Vamos─respondí, poniéndome de pie con entusiasmo. Él se levantó también y se quitó la camiseta, dejándola a un lado junto con sus zapatos y calcetines.

Él se volvió para verme mientras me quitaba el vestido, dejando que cayera al suelo a mis pies. Me sonrojé ligeramente por su intensa mirada, pero mantuve la cabeza en alto. Después de todo, no era la primera vez que él me veía sin ropa.

Su mirada se demoró un momento más de lo normal en mi figura antes de apartar la vista nuevamente.

─¿Pasó algo?─Le pregunté.

─Nada─ respondió, con una sonrisa─Solo estaba apreciando la vista.

─¿Y que tal?.

Él dio un paso hacia mí, acortando la distancia entre nosotros, y puso sus manos en mis caderas.

─Perfecta─ respondió, con la sonrisa aún en su rostro.

Él tomó mi mano y nos adentramos en el agua del lago. Al principio estaba un poco fría, pero pronto me acostumbré, luego el agua se sintió refrescante contra mi piel. Caminamos hombro con hombro, adentrándonos más hasta que llegamos a un punto en el que el agua nos llegaba por el pecho.

Divine violenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora