Capítulo 21

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Dima Voronin Smirnov

Detengo el auto frente a una tienda que vende todos los accesorios para la seguridad del hogar; era la dirección que me había enviado Alicia minutos después de que terminó nuestra llamada. El lugar parecía ser un cuchitril desde afuera, pero algo que me habían enseñado mis padres era a no dejarme llevar por lo que sí podía ver. A veces lo que tenemos frente a nuestros no es la verdadera apariencia de las cosas.

Bajo del auto luego de asegurarme de que mis armas se encontraban en su lugar. No le había informado a nadie de la mansión de mi destino cuando salí por la mañana, solo les dije a los guardias que si Shinoda preguntaba por mi le dijeran que había salido a comprar un par de cosas para Jun. Eso lo dejaría satisfecho por un tiempo.

Tuve la tentación de despertar a Izumi y traerla conmigo, ya que le había dicho que ella me ayudaría a encontrar a la persona que había instalado esas cámaras y micrófonos en mi habitación, pero mi instinto me gritó que era una muy mala idea. ¿Por qué? Eso estaba por averiguarlo. Iba a escarbar en su vida hasta encontrar quién era en realidad, porque si en algo había tenido razón es que era una pequeña mentirosa escurridiza.

El sonido de una pequeña campana en la puerta de la tienda le anuncia mi llegada al dueño; se encontraba frente una gran estantería en las que había luces para exteriores, censores de movimientos, cámaras, etc.

El dueño de este cuchitril era Phil Allen de sesenta y cinco años de edad. Estadounidense en toda su esencia. Dado de baja con honores de la marina; sin hijos y esposa. Ambos padres muertos. Su único hermano se encontraba en un ancianato en Colorado, Denver. Era un don nadie o eso aparentaba ser.

—Buenos días, señor. ¿En qué puedo ayudarlo?

Observo el pequeño lugar antes de responder. Había dos cámaras frente a mí, seguramente ambas con micrófonos. A pesar de que todo estaba sucio y desordenado la tienda parecía estar bien abastecida. ¿Quién demonios le compraba a este hombre como para que pudiera seguir manteniendo todo esto?

—Me he mudado hace poco con mi prometida y tiene dos pequeños diablos a los que llama perros. Viven haciendo desastres con mi jardín, pero mi mujer asegura que no son sus perros —digo, en un inglés fluido. Mis padres nos habían enseñado a mis hermanas y a mí a enconder nuestro lugar de origen. Y mi inglés era excelente, por lo que este exmarine no debería darse cuenta de nada—. Así que me gustaría instalar un par de cámaras para atrapar a esos demonios.

Phil se ríe y se acerca su mostrador para sacar varios tipos de cámaras, pero ninguna era lo que yo estaba buscando.

—Estas son las mejores que podrás encontrar en el país. Lente de alto alcance, excelente calidad de video y vienen con un pequeño micrófono. Los perros de tu mujer no podrán esconderse de estas bellezas.

Asiento, tomo una de las cámaras y fijo estudiarlas.

—¿No tendrás unas menos llamativas? No me gustaría que mi mujer se diera cuenta de que vigilo nuestro jardín —Phil me observa unos minutos antes de asentir. Había una ligera tensión en sus hombros y parecía estar más alerta que hace unos minutos.

Parece que puedes sacar al hombre de la marina, pero no la marina del hombre.

—Uno de mis vecinos te compró un juego de cámaras hace unas semanas y me recomendó este lugar —digo, continuando con mi teatro. Iba a hacer que la mierda le explotara en la cara—. Las cámaras que le diste son sorprendentemente increíbles. Dijo algo así como que se camuflan muy bien con el entorno. Su mujer ni siquiera se ha dado cuenta de que su esposo la vigila para saber si tiene una aventura con uno de sus compañeros de trabajo —rio, me inclino en dirección a Phil como si estuviera a punto de compartirle un gran secreto—. Me gustaría un par de esas, amigo.

Fascinada por un mafioso © [Libro 4] | [Próximamente en Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora