Capítulo 22

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Mei Yoshida

Observo impaciente la entrada de la mansión. Dima ya debería haber llegado. Cuando fui a buscarlo por la tarde, luego de haber pasado toda la mañana con Jun en el invernadero, se me informó que había salido en cuanto el sol se asomó entre las nubes para comprar algún detalle para Jun. Su prometida.

Las palabras me sentaron como un golpe en el estómago. En esta ocasión había sido más evidente que las anteriores veces en las que tuve que recordarme que estaba comprometido. Seguía enfadada conmigo misma por haber cedido la noche anterior. Sí, se suponía que por cualquier medio debía acercarme a Dima, pero esto se sentía mal. Incorrecto. No solo porque estaba mintiendo para ganarme su confianza o al menos intentarlo, ya que Dima había dejado muy en claro que sabía ocultaba algo, sino que al llevar esto a una relación física se sentía sucio. Él deseaba estar con una mujer que no era yo en realidad, pero al mismo tiempo, si supiera quién soy, no querría estar conmigo... Y eso me sentaba como otro maldito golpe, porque a pesar de mis palabras de la noche anterior y de que era una agente encubierta, seguía queriendo estar con Dima. Así fuera únicamente para rascarme esta comezón de estar en su cama.

Era una terrible agente, amiga e hija. ¿Y lo peor de todo esto? Comenzaba a creer que no me importaba.

Alzo una plegaría cuando veo llegar su camioneta blindada. Estaciona frente a mí y sale con gracia del auto luciendo una estúpida sonrisa. Por alguna razón esta me cabrea de inmediato.

—Salimos en quince minutos, Dima.

—Lo sé, malen'kiy lzhets —Pasa por mi lado y se dirige a su habitación. Mis oídos apenas registran como me ha llamado, pero suponía que debía preocuparme que uniera sus dos apodos favoritos para mí. Sin pensarlo demasiado, lo sigo. Estaba molesta. ¿Por qué estaba tan feliz?

—¿Dónde estuviste? —grito antes de percatarme.

Sus pasos se detienen a mitad de camino de la habitación. Estábamos en un lugar público y a la vista de las cámaras, pero para cualquiera que estuviera viendo a través de ella solo parecería que estábamos teniendo una tranquila conversación. Y en cuanto a cualquiera que pudiera escucharnos, debía cuidar mis palabras.

—¿Preocupada por mí, Nakamura? —la burla en sus palabras es palpable y de inmediato me arrepiento de haber preguntado.

—¿Cómo miembro de la seguridad de Shinoda? Sí, lo estaba. No puedes salir de la mansión sin protección. Eres un activo muy importante para la organización.

Sé que la he cagado cuando la expresión burlona desaparece y una mirada glacial aparece en su lugar.

—Para la próxima llevaré escoltas. No quiero que se estropee el valioso activo de Shinoda —dice frío, pareciendo indiferente, pero podía ver más allá de esa máscara y le habían dolido mis palabras.

Retoma el camino a su habitación y desaparece.

***

El pequeño viaje a nuestro destino había sido incómodo. A pesar de haber protestado, Shinoda me puso en el mismo auto donde iban él y Dima. ¿Su explicación? A la hora de un ataque era la que mejor podría cubrirlo. Dima no se inmutó ante el pasivo insulto de Shinoda a sus habilidades para combatir. De hecho, apenas si había participado en la conversación que Shinoda había intentado mantener con él; se rindió al percatarse del mal humor de su futuro yerno.

Observé por el rabillo del ojo la reacción de Dima cuando nos bajamos frente al club, pero apenas si había mirado el lugar. El punto de reunión era un moderno club del barrio rojo, ya que Shinoda ni el líder de la Triada tenían poder aquí. Ambos se encontraban expuestos para un ataque.

Fascinada por un mafioso © [Libro 4] | [Próximamente en Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora