Capítulo 4

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Mei Yoshida

Habían transcurrido solo unos días desde que Dima sacó a su prometida de la mansión. Desde entonces a Jun se le había visto más cómoda al lado de Dima, incluso se había reído un par de veces en su presencia. Lo que sea que hubieran hablado en el transcurso al centro comercial ese día, había aligerado las cosas.

Aiko seguía igual de inmutable ante la presencia de Dima. De hecho, al observar su lenguaje corporal en una de las tardes en que Voronin y su prometida salieron a caminar por los jardines, Aiko y yo debíamos acompañarlos obligatoriamente, que la dama de compañía de Jun se veía más relajada en su presencia.

Supongo que esos cambios significaban que la alianza entre la mafia rusa y japonesa iba por buen camino.

Hoy será la primera vez que Shinoda, su hija y Voronin aparecerán juntos en público, como la familia que iban a ser. Irían a un club que pertenecía a Shinoda. Era la inauguración.

Había sido algo frustrante el enterarme de que los señores Voronin no vendrían a Japón, sino hasta el día de la boda. La cual tampoco tenía fecha. Aún no sabía cuál era el margen de tiempo para sellar esta alianza o si es que existía tal fecha de caducidad.

Odiaba usar las palabras "no sé" porque en mi campo de trabajo yo debía saberlo todo sobre mis objetivos, pero había información que ni el hacker más experimentado del mundo podría saber. Se supone que uno de los objetivos de mi misión es ganarme la confianza de la señorita Shinoda y Voronin, y había conseguido avanzar algunos pasos con la primera, pero con el segundo no había cruzado ni siquiera la línea de salida.

Había algo en Dima que me hacía actuar antes de siquiera pensar dos veces lo que voy a decir o hacer. Me hacía una persona impulsiva. Y yo no era alguien impulsiva. Analizaba todos los pros y contras de una decisión o una acción. Me apegaba a cada palabra de las estrategias que previamente había estudiado y calificado como la mejor para conseguir mi objetivo.

Y con Dima ninguna de las estrategias que había planeado habían funcionado, porque ni siquiera llegué al paso que decía: poner en acción. Porque todas se fueron volando por la borda cuando nos miramos el uno al otro en su primera cena con su prometida y futuro suegro.

Dima era demasiado astuto como para que el que fuera amable o lo sedujera funcionara. Porque a) le importa una mierda si las personas son amables o no con él y b) porque le importa demasiado el apellido de su familia como para poner en riesgo esta alianza solo por un acostón. Bueno, no es como si de verdad me fuera a acostar con él si se me diera la oportunidad, solo lo drogaría y a la mañana siguiente le haría creer que pasó la mejor noche de su vida. Y así, si me convertía en su "amante" me ganaría su confianza y podría tener acceso completo a él y a su familia.

Pero ahora ese plan no servía. Voronin no me tocaría ni siquiera con un palo de tres metros. Le agradaba tanto como yo a él. Es decir, ni un poco.

Así que debía buscar otra estrategia. Aunque hasta ahora, la idea de drogarlo e intervenir sus dispositivos móviles parecía muy tentadora. Eso no era muy legal que digamos, pero mis jefes harían la vista gorda si conseguía información valiosa para ellos.

Y tal vez esta noche podría poner ese plan en marcha. Porque según las estadísticas era muy problema que cinco de diez personas terminen drogadas por alguna sustancia en sus bebidas.

Así que sería una coincidencia que una de esas cinco personas en las estadísticas fuera mi muy estimado Voronin.

Sí, sin duda que sí.

Ajusto la correa del arma en mi muslo, asegurándome de que el arma esté fija en su lugar. Esta noche no usaría mi usual uniforme, ya que se me había ordenado mezclarme con el público del club, así podría vigilar a Jun sin llamar la atención. Había optado por un sencillo vestido negro y unas botas de tacón grueso, mi cabello seguía sujeto por mi común cola de cabello y de maquillaje utilicé sombras oscuras, lo que resaltaba el gris de mis ojos.

Fascinada por un mafioso © [Libro 4] | [Próximamente en Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora