Capítulo 14

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Dima Voronin Smirnov

Detengo el auto al lado de la carretera al asegurarme de que nadie nos estaba siguiendo. Me desabrocho el cinturón de seguridad y comienzo a quitarle la parte superior del traje a Izumi. Cuando miro su pecho casi suspiro; tenía un maldito chaleco antibalas. Cuando vi que ese hombre, Kosei, le apuntaba con el arma, solo podía pensar en que no sería lo suficientemente rápido para interponerme entre la bala y ella, pero que si lo fuera no dudaría en ser su chaleco antibalas.

Sí, eso era una mierda después de lo que había escuchado ahí. Ahora tenía más preguntas que respuestas y esperaba que en cuanto la bella durmiente en el asiento de copiloto abriera los ojos comenzara a responder alguna de ellas.

Me reclino en mi asiento ahora más tranquilo. Ella estaba bien.

***

Pequeños balbuceos me hacen abrir los ojos. Izumi a mi lado se movía de un lado a otro, sus muñecas estaban quietas en la parte superior de sus muslos, como si en su inconsciencia creyera que estaban sujetas. Con cuidado de no hacer un movimiento brusco, toco su hombro ligeramente, pero eso es más que suficiente para sacarla del sueño.

Una pequeña navaja descansa contra mi garganta, un pequeño mal movimiento y me desangraría en este auto. La mirada en el rostro de Izumi era completamente vacía, en este momento no aparentaba ser una cáscara vacía, sino que realmente lo era.

—Izumi —susurro, pero decir su nombre solo logra que abra un poco mi piel con la navaja y corra un hilillo de sangre—. Malen'kiy, soy Dima. Estás a salvo. Nadie va a hacerte daño —digo. Apenas la conocía, pero sabía reconocer este tipo de ataques. Mis hermanas los habían tenido un par de veces cuando era niño, a lo largo de los años fueron mejorando.

Izumi parece regresar ligeramente en sí, pero no lo suficiente para que aleje la navaja y me mire a los ojos.

Malen'kiy, regresa —Tomando el riesgo de ser degollado, llevo mi mano contra su mejilla y la acaricio suavemente—. Mírame, malen'kiy —Obedeciendo mi petición, alza la mirada. Ahora no había ningún vacío ahí, sino un calor abrazador que me llamaba, tratando de seducirme para perderme en el.

Aleja la navaja de mi cuello y se acomoda en el asiento con la mirada perdida. Tal vez no había vuelto del todo.

—No me digas pequeña —la comisura de mis labios se estira, pero regreso a mi expresión estoica antes de que ella pueda darse cuenta.

—Está bien. ¿De dónde has sacado esa navaja? —pregunto teniendo ahora curiosidad y queriendo que vuelva a la normalidad.

—Siempre llevo uno conmigo. No se puede confiar del todo en las armas —responde todavía sin mirarme.

—¿Dónde lo tenías escondido?

Eso parece atraer su atención, porque me mira con el ceño fruncido.

—No voy a decirte. Si alguna vez tengo que pelear contigo, el que lo sepas me pondría en desventajas.

—Touché. Entonces, ya que no quieres responder a eso, háblame de lo que ha pasado con ese tal Kosei.

—¿Qué quieres saber?

Había demasiadas preguntar por hacer, pero lo que sale de mi boca es:

—¿Trabajas para él? —Me dolía como el infierno el pensar que ella en realidad me quería muerto y que me había traicionado. No éramos los mejores amigos del mundo, pero no quería pensar que su disgusto por mi fuera tan grande como para querer matarme.

—No. Lo hice, pero hace un par de años me retiré —contengo un suspiro al escucharla—. Aunque muchas veces he querido apuntarte con un arma y matarte, no deseo hacerlo en realidad. Lo siento por lo que pasó —la cantidad de emociones presentes en su mirada sobrecarga todo en mi interior.

Fascinada por un mafioso © [Libro 4] | [Próximamente en Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora